sábado, 24 de noviembre de 2018

El diablo y las vidrieras en las catedrales góticas


Hoy me he puesto a buscar diablos en la catedral, como un juego. No era un juego cuando  se le puso el nombre a la puerta Norte de la catedral de Chartes (Francia) “puerta de los iniciados” ni a la de Cuenca “puerta de San Lorenzo”, probablemente fuera para indicar que las catedrales góticas son como un arca de la Alianza entre Dios y el hombre. Como curiosidad histórica diré que el Arca de la Alianza desapareció cuando Nabucodonosor destruyó el Templo de Salomón y nunca jamás se ha sabido de ella.

Las catedrales góticas conservan ese halo de misterio que asienta la idea de que este lugar es como una segunda Arca donde se conserva el nuevo contrato de Dios con los hombres como en el Arca de la Alianza se conservaban las Tablas de la Ley y los Diez Mandamientos con los que selló el pacto con el pueblo elegido.
Iconografía Catedral de Cuenca. Diablo Botis
(*) Foto de José María Rodríguez González

Los constructores de estos magnos templos eran conocedores de los libros sagrados a la vista del gran contenido de programas iconográfico existente en ellas.
Siempre han existido leyendas e investigadores que han querido ir más allá de lo evidente y han supuesto que en la tierra hay lugares que son entradas al inframundo. Dicen que para sellar estas entradas se construyeron las catedrales góticas, como sellos sagrados, que evitaran la entrada a la tierra de las criaturas demoniacas. Por todo ello la figura del diablo está presente en todas las catedrales góticas.
Es curioso como las leyendas de la construcción de las catedrales se mezclan con las demoniacas, de este modo sobre el año 1233, cuando se estaba esculpiendo las figuras que ilustran la fachada de Notre Dame de París, su escultor, un joven ambicioso quiso realizar la fachada más bella de cuantas existían hasta el momento. Su orgullo le llevó a invocar al diablo para pedirle ayuda, el diablo, se manifestó y le concedió su deseo, pero a cambio de darle su alma como pago a tal servicio, sin más aceptó, sellando el pacto con sangre. Cuando la fachada Norte la concluyó y fue presentada al pueblo para su contemplación, todos el mundo quedo prendado de la insuperable belleza de las esculturas, siendo aclamado su autor y llenándolo de halagos. He aquí que Satán exigió su pago pero éste no estuvo presto a cumplir su trato y entro en sagrado para librase. El diablo no estaba por perder su presa, vengándose cuando pasados unos días y creyéndose el escultor libre de su acreedor subió a lo más alto de la fachada a contemplar su obra y encontrándose en ella Satán fue arrojó al vacío, quedando su alma en la posesión de su acreedor el Diablo.

Otras muchas leyendas corrieron en el Medievo siendo convertidas en cuentos y relatos extraordinarios en los siglos XVIII y XIX, con sus variantes esotéricas.

Tras el Medievo la existencia de los diablos en las catedrales fueron explicados de una manera racional, así Lucifer, que significa “hecho de luz”, el ángel que se reveló contra Dios y fue expulsado de su presencia. Hemos de Saber que el demonio ha representado la oscuridad y Dios la Luz, es por ello que las catedrales góticas son Templos de la Luz.

Teniendo en cuenta que en la Edad Media la mayoría de la gente no sabía leer, se recurrió a los programas iconográficos, como podemos apreciarlo en las ilustraciones de los arcos góticos de la catedral de Cuenca, donde se le muestra al pueblo la palabra de Dios y la Biblia en imágenes. Con los diablos se quiere expresar que el mal está en todas partes y están omnipresentes en la vida cotidiana, de ahí las escenas del Juicio Final en fachadas, figuras de los diablos en las cornisas y gárgolas para que su imagen recordara a los fieles que era preciso mantenerse en permanente alerta porque el mal siempre acecha. En el siglo XIX el restaurador Viollet´le Duc, en la catedral de Notre-Dame de París añadió varias gárgolas, en las que figuras demoniacas parecen amenazar permanentemente la ciudad.

La catedral de Cuenca ha perdido prácticamente sus gárgolas, sólo quedan dos. En su interior podemos encontrar diablos en la iconografía del siglo XV, pero más que diablos como tal, encontramos su simbología como son los dragones y serpientes amenazantes.

El diablo que más me han impresionado en todo el trabajo iconográfico que desarrolle, fue el diablo Botis, presente en el arco exterior del lado del Evangelio del Altar Mayor. De los diablos conocidos por la tradición judeocristiana tenemos al diablo Botis, se representa en forma de serpiente con forma humana, con enormes dientes y cuernos. Su misión es la de pregonar los secretos que los humanos guardan.

No quiero terminar este artículo sin llamar la atención sobre la luz que inunda las catedrales góticas, “Templos de Luz”. En nuestra catedral, por estas fechas, aparece el llamado “Milagro de la Luz de Adviento”. El fenómeno se da progresivamente durante una semana, terminando de centrarse el domingo, día 2 de diciembre sobre las 12.30h hasta las 12.45h, a lo largo de la siguiente semana, se irá descentrando hasta su desaparición. Se trata de explicar la concepción de María imitando al cuadro de la Anunciación del pintor toscano del Renacimiento Fray Angélico, pintado en el año 1426.  El cuadro se compone de una escena principal, la Anunciación de la Virgen y a la izquierda del cuadro la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. Para nosotros lo importante es el haz de luz que emana del ángulo superior izquierdo que traspasa ambas escenas para depositarse sobre el pecho de María.


El medallón de la reja de la Capilla de los Caballeros de la Catedral está formado por una corona compuesta por distintos tipos de hojas y frutos, como granados, moras, hojas de laurel que circunda la escena. En su interior el medallón está compuesto por la Virgen María a la derecha, sentada, sobre su regazo un libro o manuscrito y sobre ella la paloma, símbolo del Espíritu Santo. A la izquierda el arcángel Gabriel portando una filatería con la inscripción “Ave María Gracia Plena” en su mano derecha y en la mano izquierda porta una rama de nardos blancos, símbolo de la virginidad y en el medio de la escena un jarrón con azucenas, símbolo o logotipo de la Catedral de Cuenca, dejando claro quién fue el promotor de la reja.
Medallón de la Anunciación. Reja de la Capilla de los Caballeros
Catedral de Cuenca
(*) Foto de José María Rodríguez González

Sólo falta el haz luminoso que lo pone la segunda vidriera del Presbiterio que en estas fechas un haz de luz lo atraviesa dejando su color y su luz sobre el medallón, expresando la verdad del momento: “Como un rayo de luz atraviesa un vidrio sin mancharlo así sucedió el embarazo de María”. En el mundo físico es una metáfora corpórea de la realidad espiritual, concepción filosófica de la escolástica de Santo Tomás de Aquino que resume perfectamente cómo la iconografía cristiana tiene una carga significativa de orden superior. Es decir en la doctrina cristiana afirmamos lo religioso partiendo de un símbolo. Como decía Santo Tomás: “no es bella una cosa porque nosotros la amamos, sino que la amamos porque es bella y buena y todo lo bello y bueno es verdadero”.
Medallón de la Anunciación iluminado por el sol
Capilla de los Caballeros. Catedral de Cuenca
(*) Foto de José María Rodríguez González

Aún hay más y es que si tenemos en cuenta al enigmático Fulcanelli, estaba convencido del poder taumatúrgico de la luz filtrada por los vítreos de las catedrales, como afirma en su libro “El misterio de las catedrales”, de hecho los enfermos, en la Eda Media, acudían a las catedrales y pasaban días encerrados en ellas hasta que sanaban. Fulcanelli afirmaba que los vitrales filtraban los rayos dejando pasar solo los beneficiosos para la salud. Sobre esto existe una leyenda ocurrida en nuestra catedral que relata la milagrosa curación de Constanza de Aragón (1179-1222), hija del rey Alfonso II y futura reina de Hungría, en el interior de la Catedral de Santa María de Cuenca.

Cuenca, 24 de noviembre de 2018.

©José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.










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