sábado, 14 de febrero de 2015

El corazón de una Catedral


El símbolo del amor en la catedral de Cuenca

Un día estando en la Plaza Mayor sentado con mi abuelo en el murillo, cerca de la fuente, una niña se nos acercó pidiendo que le ayudáramos a coger un poco de agua ya que ella no llegaba. Mi abuelo sacando un vaso plegable del bolsillo me lo dió y me invitó a subirme a la fuente para tomar agua para ella. Cuando se alejó la niña me insinuó si era de mi complacencia y le dije que era muy guapa, contestándome que no pasaría mucho tiempo en que se despertaría en mí el amor. Diciendo que el amor es lo más importante que Dios nos ha dejado al hombre y que seremos juzgados por el grado de cumplimiento que hayamos hecho de él en nuestra vida. 


Heráldica del canónigo
Martín de Huélamo
Seguidamente me preguntó ¿Sabes cuál es el símbolo del amor? – pues el corazón. Sin pensarlo se levantó. ¡Entraremos en la Catedral y buscaremos los corazones que hay en ella! Así que iniciamos su búsqueda. Poco a poco iba apuntando en mi libreta todos los sitios donde hallamos alguno. Dos en un escudo heráldico en la reja de la capilla de San Martín, otro escudo con tres corazones sobre el escudo heráldico en una lápida en el suelo y sobre todo en imágenes de Jesús y de María.


Capilla de San Roque o del Pozo
Catedral de Cuenca
Al llegar a la capilla de la Asunción, actualmente la capilla de San Roque, me indica ¿no ves en la reja corazones? – no abuelo; fíjate bien en la reja, ¿hay corazones invertidos? ¡Sí, es cierto! Mira Josemari, al principio el corazón fue representado invertido con la punta hacia arriba.  Antiguamente la cajita o vaso donde se guardaba la Eucaristía que se daba en la comunión tenían forma de corazón, igual como el que aparece en una ilustración muy antigua francesa conocida con el nombre de Doux Regard (mirada dulce), en el siglo XIII, donde un hombre de rodillas entrega a una joven un corazón. El corazón tenía forma de una piña volteada, acorde a las descripciones anatómicas del año 1255, según la descripción del médico Avicena.
Abuelo, las granadas que tienen en su interior ¿Qué pintan ahí? Hay tres granadas, ¿verdad? la granada representa la fertilidad y la unidad que debe existir entre todos los seres de la creación, de ahí que haya tres granadas, cuyo número simboliza al mismo Creador. Había pueblos en la antigüedad que el día 21 de diciembre, la noche más larga del año, solsticio de invierno, lo celebraban comiendo granadas por ser la fecha en la que el Sol, es decir, la luz del día va aumentando, ascendiendo e iluminando y calentando cada día más a partir de esa fecha y lo hacían para que su dios les otorgara la abundancia en los meses de cosecha.

Dime Josemarí, después de lo que te he dicho ¿Qué pueden significar esos corazones invertidos con las granadas dentro? Creo que según lo que me has contado representa el amor que Dios tiene a los hombres y que es abundante y crece día a día. Respondiendo mi abuelo muy contento: ¡Eso es, muy bien!

Altar de la capilla Honda.
Catedral de Cuenca
Seguimos andando y buscando representaciones de corazones en el interior del Templo, pasando a la capilla Honda, nos sentamos al calor de la estufa y siguió hablando. No creas que la representación del corazón es de nuestro tiempo, pues ya en la civilización egipcia se conocía la importancia que tenía el corazón para el cuerpo humano y pensaban que en él residía el alma y la mente humana, incluso creían que cuando uno moría su corazón era pesado en la balanza del juicio final, poniendo en un platito el corazón y en el otro una pluma y si esa persona había llevado una vida virtuosa el corazón pesaba igual que la pluma, pasando a disfrutar de la vida eterna.


Imagen Corazón de Jesús.
Capilla Honda
 La forma figurada de como conocemos nosotros el corazón data del Medievo que se hace un uso romántico en los siglos XIII - XIV y el corazón asociado al amor es del siglo XV.

¿Te has fijado en el altar y en la imagen del Corazón de Jesús? Me hizo levantar y aproximarme a la imagen, en su pecho había un corazón con una corona de espinas en su centro y una llama en su parte superior, el mismo corazón estaba en el frontal del altar de celebración.

Tuve que explicar detenidamente lo que había observado y él añadió: La Iglesia Católica sostiene que la forma simbólica del corazón no surge hasta el siglo XVII, cuando Santa María Alacoque tiene la visión de la forma que has visto en el pecho del Corazón de Jesús.
Manifestación a Sor Margarita
No dejando pasar la oportunidad pregunté ¿Qué vió esa Santa? Bien Josemari, Sor Margarita María en 1673, estando arrodillada ante el Santísimo Sacramento, Jesús se le manifestó con el corazón abierto. El corazón estaba rodeado de llamas, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y del interior salía una cruz, tal como lo has visto ahí.

Saliendo de la Catedral por la nave del Alba mi abuelo me iba diciendo, la catedral posee muchos corazones, tantos como personas han donado y han hecho posible tan grandioso Templo. En cada rincón, en cada capilla, en cada piedra hay un corazón de las personas que en su época pasearon por estos pasillos pisando sus baldosas de piedra, igual que tu corazón quedará impregnado de su grandeza y cada día darás algo de tu amor como tantas y tantas personas lo han hecho posible hasta nuestros días su existencia. Disfrutemos de la Paz y el amor que desprenden sus muros. La catedral fue construida con el amor de los corazones de aquellos que creen en la Eternidad de su Dios. Aquel día supe que el hombre es más grande cuanto más amor existe en su corazón.

Febrero de 2015

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico



 

(*) Ilustración del fol. 41 of Ms. fr. 41 de la Sra fr. 2186, the kneeling man is an allegory of Doux Regard ("sweet gaze") handing the damsel the lover's heart. 2186, alegoría de Doux Regard ("mirada dulce")

viernes, 13 de febrero de 2015

El carnaval de Cuenca a principio del siglo XX

EL ORIGEN DEL CARNAVAL Y SU CELEBRACIÓN EN LA CUENCA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

El origen posible del Carnaval puedo iniciarse en las bacanales y saturnales, fiestas que se celebraban en Grecia y Roma. Las Bacanales eran fiestas públicas que se celebraban en honor al dios Baco y con este pretexto los jóvenes patricios y las matronas de igual condición, se arrojaban en brazos de la embriaguez y de la lujuria, llegando a un punto elevado de la degradación y la inmoralidad durante
Máscaras Venecianas (Italia)
esos días. Inultamente los cónsules Quinto Mario y Septilio Póstulo quisieron prohibirlas, pero el pensamiento humano cuando es contrariado en un medio busca otro para su expresión, por esto los citados Cónsules de la República Romana aunque prohibieron las fiestas Bancales hicieron la vista gorda, contentándose con declarar que no debería asistir los sacerdotes, magistrados, senadores y todo aquel que hubiese adquirido la suprema categoría de ciudadano romano.
Una cosa parecida a las Bacanales fueron las fiestas Saturnales o de Saturno, Se celebraban en Roma los días 17, 18 y 19 de diciembre. En estas fiestas no había más móvil que el libertinaje, la licencia, la orgía, impudencias y todo aquello significase escamoteo del pudor y del honor.

El Carnaval en la actualidad es considerado un espectáculo público y lejos de aquella nota discordante, es una verdadera necesidad del espíritu. En los últimos años, desde su vuelta a las celebraciones carnavalescas en nuestra época, se ha convertido en una fiesta popular propia de la expansión del corazón, donde el disfraz y los desfiles no dejan de ser una expresión jovial y divertida.

Foto del desfile de Carnaval del año 2009


¿Cómo se celebraban los carnavales en Cuenca a principio del siglo XX? Consultada la hemeroteca, la prensa del año 1900 nos cuenta en las crónicas de sociedad, que lo más importante y atractivo eran los bailes, la concurrencia a ellos era muy numerosa y casi obligada. Las máscaras les permitían, sobre todo a los jóvenes tímidos, flirtear con las chicas y viceversa. A ellas se les presentaba la ocasión de hablar con el joven timorato que llevaba meses paseando la calle sin atreverse a decirles las palabras amorosas que sentía en su corazón. Con la careta resolvían el problema de timidez, permitiéndoles hablar con cierta soltura con la persona que reinaba absolutamente en su ladito izquierdo del pecho.
A estos bailes, de la Constancia y del Casino de Cuenca, dice la crónica, que entre las mujeres acudían la soltería incansable que llevaba años intentando buscas pretendiente, la joven bonita pero… inexperta que sacaba novio trimestral y no resolvía su estado de soltería y por último la niña que presumía de mujer, a quién su madre debía haber dejado acostada, pues tiempo tendría de aprender los misterios de la sociedad de la época.
Foto en Venecia (Italia)

Con relación al género masculino nos habla que no faltaba el casadito-juerguista que iba por si recordaba tiempos pasados…; el pollo, solterón de esbelta figura, joven de buena familia, conquistador por guapo y adinerado. También acudía el quinceañero que ni él mismo sabía a qué iba. Dicen que unos y otros intentaban sacar el mayor partido a la careta y al disfraz. Se decía que en esos bailes estaba permitido todo lo socialmente conocido. Valga de ejemplo la poesía anónima del año 1900:
¡Vaya una mujer bonita!
Vamos a hacer un arrojo.
¿Quieres que bailemos prenda?
Lo que tú quieras Antonio.
Claro
está que yo te conozco,
más que puedes figurarte.
¿A quién haces ahora el oso
por esa Carretería
dónde estás hecho un tenorio
pasándote el día entero
y la noche haciendo cucos
a una rubia muy bonita
y que se gasta unos ojos
más negros que el azabache?
¡Ya ves tú si te conozco!
Como que soy… algo amiga
de tu novia, pero… poco…
pues apenas la he tratado.
Solamente allá en agosto
la conocí, cuando tu
comenzaste a hacerle el oso,
(menos mal) en fin, bailemos.
¡Ese cuerpo salero
me tiene ya dislocado
por lo vivo y lo garboso
para moverse!
¿De veras
te gusta mi cuerpo Antonio?
Si se entera la rubia
de lo que aquí entre nosotros
está pasando…
- No me hables
ya de nadie, pues tus ojos
me hacen olvidar a mí
por lo grandes y hermosos,
hasta que tango otra novia.
-Yo no puedo más, Antonio,
y me quito la careta
para que lo deshonroso
de tu voluntad se vea.
¿Me conoce usted ahora bobo?
-¡Pero eres tú Nicolasa!
Ahora si que te conozco.
¿Y a qué has venido tú al baile?
-Pues medite usted un poco
y sabrá a lo que he venido;
siguiéndole a usted al foco
de su perdición; Anselma
me dijo: sigue a ese tonto
y habla con él en el baile
para ver así, hasta el fondo
de sus pensamientos.
Ahora
voy comprendiéndolo todo,
que me ha metido en un lío
pero en un lío hondo,
que si de él tu no me sacas,
me ha tocado el premio gordo.


Cuenca, febrero de 2015
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico

miércoles, 4 de febrero de 2015

La Glorieta de Cuenca


Emplazamiento del Palacio de la Diputación de Cuenca


Coincidiendo con el segundo centenario de la creación de las Diputaciones Provinciales quiero traer al recuerdo el grato lugar donde se decidió construir en Cuenca el Palacio que albergaría su Diputación, los jardines de la Glorieta. Anteriormente estaba situada en el antiguo convento de las Carmelitas Descalzas. Los trámites se iniciaron el 6 de junio de 1881 buscando un edificio donde ubicar la Diputación. Desechada esa idea se optó por levantar uno nuevo, buscando un solar para ello. En 1890 el Ayuntamiento cede, por 80.000 pesetas el espacio del emblemático “Jardín de la Glorieta”, paraje de 10.279 metros cuadrados, junto al Campo de San Francisco.

Buscando en la hemeroteca de principio del siglo XX, concretamente en 1910, he encontrado la suficiente información sobre “La Glorieta” para dar luz de lo acontecido y el procedimiento seguido para desarrollar el proyecto.

¿Qué eran los Jardines de la Glorieta? Eran un espacio de recreo. La construcción de estos jardines se hizo por suscripción popular, a la que casi todos los conquenses sufragaron, unos con dinero, otros con materiales y muchos otros contribuyeron con su trabajo personal. Según se cuenta, la obra se realizó con gran rapidez y lo que es más de apreciar en estos casos, con bastante gusto.

La inauguración se verificó con gran entusiasmo, pero la belleza artística de los jardines, paseos, macizos, glorietas, etc., no fue como puede suponerse completamente efectiva hasta algunos años después. En el centro del jardín había un gran espacio rectangular que llamaban “El Salón”, era un espléndido salón de fiestas al aire libre, circundado por frondosa arbolada y macizos de rosales, todo el jardín estaba cercado con una reja. Según cuentan las crónicas: Cuántas ilusiones se forjaron en el ambiente de aquel salón entre miradas y sonrisas. Era el centro de recreo  y divertimiento de los jóvenes de la época.

Al rededor  del salón, estaban situados los bancos rústicos en los que conversaban descansadas y tranquilas las mamás, mientras: “las lindas conquenses, de aquel entonces, paseaban airosas entre la admiración y el galanteo de sus adoradores”, era el único sitio de esparcimiento que poseía la ciudad, tal vez, lo que sería después Carretería.

Los domingos en la pequeña plaza, donde había una fuente, se situaba la música, amenizando las tardes en tiempo de estío. Disponía el jardín de un estanque donde se podían contemplar peces de colores que eran las delicias de los niños.

En la parte alta del parque había una pequeña montaña llamada “La Selva” por su espeso follaje e intrínsecas sendas, encanto de los enamorados.

Cuenta la crónica que una mañana salta a la prensa que el arquitecto provincial, un granadino muy “salao”, que aquí en Cuenca nada más hizo disparates (según el cronista), el emblemático jardín había sido elegido para la ubicación del palacio. Los conquenses se lo tomaron a risa entre bromas y chascarrillos, comentando: ¡No se atreverán a dejarnos sin el único lugar posee la ciudad de entretenimiento! ¡Qué barbaridad! ¡El palacio en la Glorieta! ¡Cosas de Alfaro! - Rafael Alfaro, ese era el nombre del arquitecto provincial. Pasó el tiempo y como no se construía paso al olvido, hasta que una mañana empezó la actividad, empleados con hachas segaban la vida de los árboles del jardín para dejar espacio a la construcción. El proyecto descabellado del  arquitecto granadino iba a ser una realidad, aprobado en la sesión del 5 de abril de 1892.

¿Hubo protestas? Según cuenta el cronista fueron muy pocas y acalladas con promesas de ser construido otro parque más grande y mejor para la ciudad con el dinero obtenido de la venta y algo más, diciendo las autoridades que no había porqué protestar. Los árboles se talaron y los jardines se destruyeron y el Palacio se construyó quedando obligada la Diputación a conservar los jardines abiertos al público hasta que el nuevo jardín no estuviera terminado. Años posteriores se utilizó el espacio de las huertas de Huécar para la construcción del parque de Canalejas, el actual parque de San Julián.

Cuenca, febrero de 2015

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico

 

 

Los Hocinos de Cuenca un paraje encantado y olvidado


Lugares de encanto que parecen olvidados en el tiempo

Los Hocinos de Cuenca

¿Qué conquense no ha paseado alguna vez por los hocinos de Cuenca? recorriendo los senderos paralelos al antiguo canal del agua, labrado en la misma piedra, hasta su inicio en la Cueva del Fraile o la senda que saliendo de las Angustias llega hasta el mismo puente de Valdecabras.
Canal antiguo de suministro de agua a la ciudad por los hocinos de Cuenca

Nuestros hocinos se mueren lentamente ante la pasividad de nuestras autoridades, otras ciudades poseen también hocinos y son potenciados y cuidados, como los de Granada. Al visitar la ciudad quedé asombrado de su cuidado y esplendor. Los hocinos se escalonan en las faldas del Albaicín al murmullo del río Darro y mirando al Generalife, a la Alhambra o a la Vega, recibe las brisas de Sierra Nevada perfumando la ciudad que se extiende hasta el río Genil.

Los de Cuenca no son tan conocidos como los “Cármenes” granadinos pero no por eso no dejan de ser originales y pintorescos. Algunos somos unos enamorados de los hocinos de Cuenca y nos duele que se vayan perdiendo, que sean pasto de los depredadores y carroñeros, al estar un gran número de casas deshabitadas. ¿Qué son los hocinos en realidad? diría que son esos huertecillos que la mano del hombre ha ido modelando, con sentimiento de artista, en los bancales que se han ido aprovechando entre las quebradas de nuestras Hoces del Huécar  y del Júcar, creados por el paso del tiempo y la mano de Dios.

En el Júcar destacaba el hocino de Paco de León y un poquito más allá, medianero a las Angustias, las construcciones adosadas a las rocas, que dan paso al camino por donde las jóvenes parajes les gusta pasear su amor en verano buscando el frescor de la tarde y la paz que desprende el lugar.
Hocino de San Pablo

En el Huécar, el convento de San Pablo se edificó sobre uno de los hocinos, como así consta en la escritura de cesión al convento del 16 de mayo de 1526 y otra propiedad que viene determinada con el nombre de “Huerta Hocino Nogueral”, es el paraje de la Cueva de la Zarza, que va cambiando de nombre según el propietario, en 1483 aparece con la denominación de “Hocino de la Parra”, apellido de su propietario. En 1556 la propiedad pasa al clérigo: “Julián  de la Çarza”, pasando a denominarse “Hocino de la Zarza”, como vemos nombre del antiguo propietario y no del abundante arbusto del lugar.
Hocino de Federico Muelas
En el lado contrario del río Huécar, sobre un saliente del conjunto rocoso se encuentra el hocino del poeta Martínez Kleyser que en herencia disfrutó nuestro Federico Muelas, ahora está siendo pasto del tiempo, perdiéndose lo emblemático del lugar, tornándose en peligroso lugar por los desprendimientos de su edificación.


Hocino del VII Conde de Torino
Otro de los salientes pronunciados y sobre él, la existencia de las ruinas de lo que fue el “Hocino del VII Conde de Torino” José María Queipo de Llano. Nacido en Oviedo en 1786, su madre fue Dña. Dominga Ruiz de Sarabia, que poseía extensas posesiones en Cuenca. José María Queipo de Llano, parte de su infancia y juventud la pasó entre Cuenca, Madrid y Toledo, cursando estudios de Humanidades y Ciencias en Cuenca, Salamanca y Madrid. Es de destacar que fue diputado a Cortes en 1810, polémico nombramiento por no tener la edad de 25 años como exigía la Ley para ocupar ese puesto, pero que un año después se le permitió ocuparlo en virtud de su patriotismo. Fue un auténtico revolucionario que deseaba limitar el poder del Rey fomentando la división de poderes por lo que tuvo que exiliarse a Londres (Inglaterra) al ser condenado a muerte por Fernando VII en el año 1814. A la muerte del Rey, vuelve a España. El 7 de junio de 1835 ocupó la Presidencia del Gobierno. En 1843 fallece en Paris.  

Los Hocinos son como balcones que ofrecen a la mirada la contemplación de un paisaje  maravilloso, es una suave armonía de luz y color, donde predominan los tonos fríos en las mañanas y los cálidos al atardecer. Donde se disfruta contemplando el nacer de la Luna llena al unísono con el sol que se va ocultando entre los tejados de las casas centenarias de la hoz y tumbado en el suelo rocoso, soñar contemplando las estrellas que inundan sus cielos en las noches del estío.

Sin este milagro de los hocinos donde desemboca el laberinto de callejuelas de la vieja ciudad, encaminada hacia el abismo labrado sobre los ríos Júcar y Huécar, no se concibe nuestra Cuenca y esto es lo que más admiran los que nos visitan, el gozo de disfrutar de algo imposible de hallar en otro lugar del mundo.

¡¡No dejemos morir nuestros hocinos!!

 

Cuenca, febrero de 2015

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico