viernes, 22 de noviembre de 2019

San Clemente.

Hoy la festividad de San Clemente.
     San Clemente I fue el cuarto sucesor de San Pedro en el Pontificado romano: Pedro, Lino, Anacleto y Clemente. Esta es la opinión de Eusebio en el siglo IV, quien asigna para su gobierno los años 92 al 101.
    La tradición cierta que refleja el Libro Pontifical le hace natural de Roma y fija su cuna en el Monte Celio. También nos dice que murió mártir en el tercer año de Trajano.

Parece cierto que conoció a los Apóstoles, como asegura San Ireneo y que dio su sangre por la verdad cristiana. Desde el siglo IV la Iglesia de Roma da por indiscutible su martirio.

Tertuliano nos dice que San Clemente fue consagrado por San Pedro, y Eusebio añade que, por amor a la paz, cedió la cátedra a San Lino. Estos datos hace sumamente amable la figura de San Clemente, se le puede llamar el Papa de la unión y caridad cristiana.

Se conserva de San Clemente un escrito auténtico, que es una carta a los fieles de Corinto. Escribe en nombre de toda la Iglesia de Roma, y en su modestia y humildad oculta el propio suyo. Pero es evidente, aunque no se nombre, que él es quien escribe y así lo ha creído toda la antigüedad. Dionisio, obispo de Corinto por el año 170, dice que su Iglesia veneraba al escrito de San Clemente casi al par de las Escrituras Sagradas y lo leía en las reuniones litúrgicas.

Ya desde el tiempo de San Pedro los cristianos de Corinto se habían distinguido por su espíritu inquieto y rebelde. Consciente de su deber supremo de Pastor universal de la Iglesia, redactó una carta, que dirige la Comunidad de Roma a la de Corinto. Es bastante larga y en dos partes bien definidas exhorta primero a las virtudes y unen a los cristianos entre sí, como son sobre todo la humildad, la caridad y la subordinación a la legítima autoridad y luego señala los medios prácticos que conducen al logro de la paz.

La carta se debió escribir entre el año 95 y 98 y es un espejo del alma tranquila, equilibrada, dulce y enérgica de su amor. Bajo el punto de vista teológico tiene una importancia excepcional, porque es como “la primera epifanía del Primado Romano”.

Hoy no podemos determinar con certeza el género de martirio que sufrió San Clemente. Los detalles que nos da el Breviario se inspiran en la Pasión, probablemente de un segundo Clemente martirizado en el Quersoneso. Aunque la historia no haya recogido sus últimos momentos, Dios guarda su sacrificio final, la prueba suprema de su amor.

Su atributo es un ancla, símbolo de la firmeza de la fe. Se cuenta que fue arrojado al mar Negro con un ancla atada al cuello, y que los ángeles construyeron en el fondo del mar un magnífico sepulcro de mármol. Todos los años, en el aniversario de su martirio las aguas se retiraban hasta esta capilla submarina.

Cuenca, 23 de noviembre de 2019.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario