lunes, 1 de enero de 2018

“El señor del tiempo”


El mes de enero era el primer mes del calendario romano. Por el año 45 a.d.C. entró en vigor el calendario Juliano, fijándose el 1 de enero como el día de comienzo del año. Este día era el elegido para que los cónsules romanos comenzaran sus funciones.

Por todo ello vemos que el origen de nuestro calendario partió del Imperio Romano. En esta fecha Roma celebraba la festividad de “Janus” el dios de las puertas, considerado el portero que abría y cerraba las puertas, es por ello se le denominaba el “señor del tiempo” por ser el poseedor de las llaves.  De las muchas representaciones que se han dado la más destacada de la iconografía es la formada por dos rostros, de ahí el calificativo de “Jano bifronte”, una cara miraba hacia el pasado que condiciona lo que somos en el presente y la otra cara, mira hacia el futuro, simbolizando el mundo celeste, ligado al conocimiento y a lo que nos podía deparar el futuro.

Con la llegada del cristianismo hubo un gran cambio en la medida del tiempo. Julio César estableció el 1 de enero como el primer día del año que estaba compuesto por 365 días y seis horas, cometiendo un error de 11 minutos y 14 segundos. El Papa Gregorio XIII, quiso corregir el desfase adecuando el calendario litúrgico con el calendario civil. En el Concilio de Nicea, celebrado en el año 325, fijaron el momento astral en que debía celebrarse la Pascua, que sería el primer domingo siguiente a la Luna llena del primer mes lunar de la primavera y partiendo de ella las demás fiestas religiosas.

Es el Papa Liberio fue quien fijó la natalidad de Jesús el 25 de diciembre, en el año 354, para sustituir la festividad pagana de “Natalis Solis Invicti” el día del nacimiento del Sol Invicto (Solsticio de invierno). Hemos de reconocer que hay tradiciones cristianas que se siguen basando en el calendario Juliano y no el Gregoriano, por lo que algunas confesiones cristianas, como la ortodoxa, siguen celebrándo el 7 de enero la Navidad.

Visto que las fechas más importantes del calendario cristiano no se celebraban en la fecha que sucedió, el Papa Gregorio XIII modificó el calendario Juliano. Haciendo público el documento del cambio el 24 de febrero de 1582, como el nuevo calendario oficial del mundo Católico. Con una diferencia de 10 días, pasando el 4 de octubre de 1582 a ser el 15 de octubre de 1582, días que jamás se recuperaron.

Sólo algunos países aceptaron el nuevo calendario, entre ellos: Italia, Luxemburgo, Italia, España y Francia. Con el tiempo todos los demás países adoptaron el calendario, siendo el último en hacerlo China, que lo hizo después de la revolución de 1949.

En la actualidad, el día uno de enero se celebra la fiesta de Santa María, Madre de Dios. En los misales anteriores a la reforma de Juan XXIII, este día se celebraba la festividad de la Circuncisión del Señor.

En la liturgia del uno de enero confluyen tres festividades a la vez: Una de ellas es “La Octava del Señor” al hacer ocho días en que nació Jesús. Otra de ella es la fiesta dedicada a la Santísima Virgen y una tercera que es la festividad de la Circuncisión. Fiesta que se vino celebrando hasta el año de 1969 que se cambió por la de Santa María Madre de Dios.

Con la festividad de la Circuncisión (Lc. 12,13) se recuerda el día en el que Jesús es llevado al templo donde fue circuncidado de acuerdo a la tradición judía al octavo día de su nacimiento (Gn. 17,12 – Lv. 12,13). Según esta misma tradición judía ese día era en el que se imponía un nombre al niño, nombre asociado normalmente a algún pariente. Con Jesús y con San Juan Bautista se hizo una excepción, al querer sus padres ponerle otro nombre al niño conforme había anunciado el ángel, mostrando de alguna manera el futuro profético del recién nacido.

Esta celebración no estaba muy acorde con las costumbres de la Iglesia que intentaba mezclar unas tradiciones con otras. La Nueva Ley tenía que superar a la Antigua en las dos vertientes, en materia de fe y en las prácticas llegándose acuerdos significativos en el Concilio Apostólico de Jerusalén en el año 50 (Hch. 15) en donde los apóstoles manifestaron el sinsentido de esta práctica entre los cristianos que no estaban obligados a ella al no ser judíos.

Resumiendo, las costumbres asociadas a estas fiestas eran muy diferentes si las compramos con las actuales. Los cristianos ayunaban a fin de diferenciarse de los paganos que celebraban el día de Jano y el final de las Saturnalias, fiesta romana celebrada el día 25 de diciembre (entrada del Solsticio de invierno) y los cristianos, que celebraban el día 1 de enero que era una fiesta de pureza en la que había que olvidar los viejos tiempos y costumbres para empezar una nueva vida llena del amor del recién nacido.

Cuenca, 1 de enero de 2018

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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