sábado, 24 de febrero de 2018

Un signo y una señal de distinción


La Cruz es el signo universal del cristiano

Corría el mes de marzo y las hermandades se preparaban para su Semana Grande de Pasión en Cuenca. Se hacían Viacrucis y se convocaba a los feligreses a la oración y la mortificación para remisión sus culpas y pecados.
Cruz de la bajada a las Angustias. Cuenca

Ese día era especial porque mi abuelo me había prometido que iríamos al Salvador a ver como limpiaban y vestían las imágenes. Al entrar en la iglesia vimos como la gente se afanaba, cada uno en su labor y más bien parecía un hormiguero que una iglesia de culto. Delante de una imagen una señora mayor hacia un gesto extraño, varias veces sobre su pecho, eso me llamó la atención tanto que le pregunté a mi abuelo -¿Qué hace esa señora? – Es la señal de la cruz, - ¡Parece como si tratara de ocultarlo, como si fuera algo malo! –contesté. Has de saber que la Santa Cruz es la señal exterior del cristiano; es como la insignia y divisa de nuestro gran Rey Jesucristo, y con la que nos distinguimos de nos no creyentes.

Sentándonos en un banco sin respaldo que había cerca del altar, mi abuelo prosiguió explicándome: Los emperadores romanos tenían por señal o divisa un águila, los reyes de Francia la flor de lis, y nuestros reyes unos leones y castillos, y con esta insignia se distinguen los ejércitos y navíos españoles de los de otros países; del mismo modo hemos de hacer los cristianos con la santa cruz, insignia o señal de Jesucristo, nos hemos de adornar con ella para distinguirnos y sentirnos orgullosos de nuestra Fe.

Como cualquier niño las preguntas me fluían una tras otra. -¿Por qué es la cruz la señal del cristiano? – La cruz es la señal del cristiano, porque en ella nos redimió Jesucristo, me contestó mi abuelo. Sirve además para darnos a conocer como cristianos. Al hacer la señal de la cruz confesamos los dos principales misterios de nuestra santa religión, el de santa e indivisible Trinidad y el de la redención del linaje humano, y comenzó a enseñarme cómo hacerlo de verdad, sin avergonzarse.


Al signarse se hacen tres cruces, o una cruz tres veces, a saber: una en la frente, otra en la boca y otra en el pecho. Mira Josemari: para que sepas formarla bien, la de la frente significa al Padre, la de la boca al Hijo, y la del pecho al Espíritu Santo. Estas tres Personas divinas las nombramos expresamente al santiguarnos y bajando la mano desde la frente hasta la cintura, significando el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad bajó del seno del eterno Padre a las entrañas de la  Santísima Virgen María; y al pasar  la mano del hombro izquierdo al derecho, con lo que completamos la cruz, profesamos que el misterio de la Encarnación se hizo por obra del Espíritu Santo. Después se juntan las manos y esta unión representa la unión de las dos naturalezas divina y humana en una sola persona, que es Cristo. Las manos así juntas se ponen sobre el pecho o sobre la boca, para adorar la cruz que se forma con los pulgares de las dos manos, y dar testimonio de la profunda veneración con que creemos los grandes misterios que acabamos de significar.
Levantándome del banco donde estábamos sentados los dos, me acerque a la señora que seguía delante de la Virgen orando y estirándole del abrigo le dije: aprenda hacer la Señal de la Cruz sin vergüenza, acto seguido se la hice diciendo, en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Volviendo de nuevo donde seguía sentado mi abuelo.
Es la santa Cruz, en fin, un escudo que nos defiende de las envestidas de todos nuestros enemigos, y un arma ofensiva con que derrotar a todo el infierno. Voy a referirte algunos ejemplos.

Constantino, primer emperador que profesó públicamente el Cristianismo, oyó una voz que le decía: "Con esta señal vencerás". Así fue y tomó la cruz por insignia haciendo de ella su estandarte imperial, que se llamó "Lábaro", y conducidas por él las tropas, venció a Licinio y estableció pacíficamente en el mundo el imperio de Jesucristo, colocando la Santa Cruz hasta en la diadema imperial.

En la Vida de San Francisco Javier, se cuenta, que sin más armas que la Santa Cruz hizo huir espantados a una multitud de bárbaros que iban a prenderle, así te seguiría contando historias donde ha intervenido la Santa Cruz en beneficio de quien la hacia o portaba por eso es tan útil santiguarse con devoción cada día al levantarse de la cama, al irte a acostar, al salir de casa, al entrar y salir de la iglesia, y al iniciar algún trabajo corporal o espiritual.
De esta forma honrarás a Jesús, ahuyentarás al demonio y tendrás acierto en tus obras. Así quisiera que lo hiciesen los padres de familia, y que lo enseñasen a sus hijos, por ser éste el medio para que después lo practiquen. San Luis Rey de Francia practicaba esta buena costumbre al comenzar cualquier obra durante el día, se santiguaba y decía: "Así me lo enseñó mi madre".

Cuenca, 24 de febrero de 2018

José María Rodríguez González. Investigador histórico.

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