martes, 19 de septiembre de 2023

La primera y la última conquista de Cuenca.

    Buscando, buscando he dado con algo que a todos los amantes de Cuenca gusta y ahora que nos encontramos a las puertas de la celebración de la toma de Cuenca por Alfonso VIII quiero traeros algo que merece la pena recordar.
    Se tiene por cierta la primera conquista de Cuenca a principios del siglo XII, aunque se duda de su autenticidad de cierta crónica que se conserva en el archivo del Ayuntamiento de Ávila y que da bastantes detalles de lo que sucedió.

    Dice así: “Gobernaba la ciudad el moro Ahacen Boali cuando Fernán Ruiz Minaya, después de cercarla, ordenó el asalto, el día 23 de mayo de 1106, en el que perecieron Alonso Ruiz de Minaya, hermano del jefe que dirigía el ataque, Flores Pardo, jefe de las milicias zamoranas, Sánchez Zurraquin, jefe de las abulenses y Pedro Bezudo de las huestes de Segovia: la plaza fue tomada por los cristianos y fue encomendada su guarda al intrépido avilés Blasco Jimeno.
Alfonso VIII en una miniatura Medieval
    Dos años más tarde, en 1108, las armas cristianas sufrieron una terrible derrota en las tierras de Cuenca: el rey Alfonso VI estaba ya viejo y achacoso y puso al mando de su ejército a su único hijo varón, D. Sancho. Los almorávides encontraron a los cristianos en las cercanías de Uclés y allí dieron la batalla de este nombre, en la que perecieron el infante D. Sancho con los seis  condes que le acompañaban, por lo cual también se llamó esta batalla “La de los seis condes”.

    Cuentan los anales toledanos que “Alvar Hannez tomó a Cuenca de moros en el mes de julio de 1111”. Muy pronto volvió al poder musulmán; en 1137 se rebeló contra sus nuevos dueños los almorávides, por lo cual el príncipe Taxfin la tomó a viva fuerza y la impuso severos castigos.
    En 1146 era alcaide de nuestra capital el Tagray, quien cansado de llevar la voz de otro jefe, bravo y ambicioso se declaró independiente y se hizo dueño de buena parte del Oriente de España con ayuda de los cristianos; pero enemistados éstos cercaron al Tagray y en Murcia cayó al intentar huir.

    En este continuo batallar que cada día acrecentaba más su importancia, llegó Cuenca a finales del siglo XII, cuando ocupaba el trono castellano el rey Alfonso VIII el de las Navas.
    Apenas había salido el príncipe de su minoría de edad y libre de la guerra con Navarra, emprendió la guerra contra los moros. Ayudado por D. Alfonso II de Aragón y seguidos ambos monarcas de muchos obispos y magnates, con un numeroso ejército, determinaron la conquista de Cuenca.

    El primero en llegar a las puertas de la ciudad fue D. Pedro Ruiz Azagra, señor de Albarracín, al que se unieron después los castellanos Tello Pérez de Meneses, capitán mayor del ejército, D. Diego López de Haro, señor de Vizcaya, los obispos de Burgos, Ávila, Sigüenza y Palencia; con los aragoneses vino el arzobispo de Tarragona y el Obispo de Zaragoza, Fernán Ruiz de Azagra, señor de Daroca, y otros muchos de ambos reinos que firmaron la concordia en virtud de la cual, y sobre el campo, el monarca castellano absolvió al aragonés del homenaje y feudo que le prestaba desde el reinado de Ramiro el Monje por los estados sitos a la derecha del Ebro.
    Nueve meses se mantuvo la ciudad inaccesible a los asaltos de las tropas castellanas, después de inauditos esfuerzos, cuando los mahometanos perdieron la esperanza de ser socorridos, cuando el hambre y la falta de agua hacía sus estragos y las torres de las murallas se derrumbaban a los golpes de las máquinas de guerra, Cuenca se entregó a los sitiadores el 21 de septiembre de 1177. 
    Alfonso VIII concedió a los primeros pobladores la propiedad libre de los términos de la ciudad, el derecho de poblar sus tierras y franquicias de todo pecho que no sirviese para la fábrica de torres y muros; estableció además de los hijodalgos, la clase de aguisados, o ciudadanos militares dispuestos siempre a acudir con armas y caballo a la defensa del territorio; dio solar y rentas a la Orden de Santiago y como digno coronamiento de tanta franquicia, concedió a los moradores de Cuenca un fuero o código especial.

    La ciudad tomó por blasón un cáliz de oro y una estrella de plata en campo rojo, divisa eminente religiosa, y tuvieron su gobierno los más ilustres conquistadores Nuño Sánchez, señalero del Rey y Diego Jiménez, señor de los Cameros”.

    Que estas celebraciones sirvan para hacer de Cuenca una ciudad más grande y noble como siempre la han tenido quienes por ella dieron su vida.

Cuenca, 18 de septiembre de 2018 y 20 de septiembre de 2023.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES DOCUMENTALES

Descripción e historia política, eclesiástica y monumental de España. Madrid. 1897

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