martes, 1 de agosto de 2017

La Virgen de los Ángeles


En la ciudad de Asís, llamada “La perla de Umbría”, se alza sobre una graciosa colina dominando un valle que ostenta una vegetación exuberante y una riqueza incomparable de productos agrícolas. Casi a los pies o en la bese de este valle se descubre el Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles, cuna de la Orden Franciscana.

Sus principio parte del año 361 cuando unos piadosos romeros regresaban de Palestina y al pasar por Roma, solicitaron al Vicario de Cristo autorización para establecerse en la llanura de Asís. El humilde romero era San Liberio, que obtenida del Papa la licencia debida levantaron un sencillo eremitorio y construyeron al mismo tiempo una modesta capillita en la cual depositaron algunas reliquias del sepulcro de Nuestra Señora que se habían traído al regreso de la peregrinación. Dicho oratorio fue dedicado a Nuestra Señora en el misterio de su Asunción.

Siglo y medio más tarde, sobre el año 516, San Benito aceptó el pequeño santuario que se le ofrecía junto con una reducida propiedad, de donde se originó el nombre de “Porciúncula” (*) que significa “pequeña porción de tierra”.

Una vez en posesión de los Benedictinos, se convirtió el lugar en centro de peregrinación y más cuando se hablaba de que bajaban, en ciertos días, una milicia angelical oyéndose himnos en loor de la Reina de los Cielos, es por ello que cambió el nombre y título el lugar: Santa María de los Ángeles.
De los Benedictinos de Montecasino pasó el oratorio a ser propiedad de los monjes de Cluny y luego de los del Cistes; en fin, cuando el ermitorio estaba ya ruinoso, la capilla construida por San Benito y el minúsculo terreno a ella adjunta, perteneciente a los Benedictinos del monte Subasio, permitieron a unas cuantas personas que se retiraran  allí para llevar una vida piadosa y cuidar de la limpieza y conservación del santuario.

Pasados unos años, Francisco de Asís, entregado a la oración en la iglesia de San Damián, oyó la voz del Señor que con toda claridad le decía: “Ve a restaurar mi casa que yace en ruinas”. Obedeció en el acto  el joven y ardiendo su corazón en celo por el decoro de la casa de Dios, puso en juego todos los medios que aquél le sugería para restaurar los edificios sagrados que el tiempo y la desidia de los hombres se había venido abajo.

Uno de los que le atrajo la atención fue el venerable Santuario de los Ángeles, el cual una vez restaurado, fue considerado por el Santo como su mansión predilecta, ya que en ella pasaba prosternado largas horas del día y de la noche, suplicando a la Virgen le diera a conocer la voluntad divina y el modo de acertar a andar la vía de la perfección evangélica que deseaba abrazar.
La Virgen se la apareció a Francisco y este le solicitó que el santuario obtuviera indulgencia plenaria. Cosa que le fue concedida con la condición que fuera ratificada por el Papa.

A la mañana siguiente, sabiendo que el Papa Honoro III se hallaba en Perusa fue a la población y arrojándose a sus pies, le suplicó le concediera al lugar la indulgencia requerida, cosa a la que accedió el Papa.

Llegado el día se congregó una muchedumbre inmensa ante la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. San Bernardino de Sena testifica en uno de sus sermones que en una circunstancia pudieron contarse hasta cien mil personas alrededor del venerable Santuario, lo cual debió influir para que varios Papas como: Paulo V, Gregorio XV y Urbano VII extendieran el privilegio de la Porciúncula (*) a todos los templos u oratorios públicos de la Orden Franciscana con el fin de que fuera mayor el número de fieles que pudieran beneficiarse con favor tan insigne. La celebración de la festividad fue fijada el día 2 de agosto.

En Cuenca, la celebración de la festividad de la Virgen de los Ángeles se lleva a cabo, con toda solemnidad, en la Dehesa del Hoyo, en el Villa de Cañada del Hoyo, el día 8 de septiembre, con motivo del hallazgo de la imagen de la Virgen María en ese mismo paraje. La Ermita fue construida en el siglo XV. Durante el siglo XVIII resurgió la devoción y ello llevó a su restauración en el arte de la época, siendo inaugura en el año 1866 de un estilo barroco; la ermita es de planta rectangular con coro y cubierta de bóvedas rebajadas.

(*) Porciúncula: Con este nombre se denomina la Basílica de Santa María de los Ángeles y también se denomina con el mismo nombre a la Indulgencia Plenaria que se pueden ganar los fieles católicos el 2 de agosto. La Porciúncula basílica fue declarada Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco en el año 2000.

Cuenca, 2 de agosto de 2017


José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico

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