sábado, 6 de julio de 2019

Siete de julio San Fermín

Como recuerda una canción popular y bullanguera, su fiesta se acompaña con estrépito, el santo de Pamplona trae algazara y jubilosas celebraciones, mientras los eruditos discuten aún sobre el lugar de su nacimiento y el tiempo en que vivió. ¿Pamplona o del sur de Francia, murió en 303 o mucho antes?

No hay pruebas concluyentes a favor de ninguna teoría, pero la tradición se supone de Pamplona (nacido tal vez donde hoy se levanta la iglesia de San Lorenzo), e incluso da los nombres de sus padres, Firmo y Eugenia, que vivían en una ciudad pagana por completo.

El obispo de Tolosa del Lenguadoc, San Saturnino, envió a Pamplona a un apóstol cuyo nombre era Honesto, y  algo más tarde el propio San Saturnino visitó la ciudad navarra y bautizó allí a los primeros cristianos con el agua de un pozo cuyo emplazamiento está señalado en una calle pamplonesa.
Fermín, recién bautizado, se instaló en  la Tolosa francesa, donde se le ordenó y finalmente se le consagró primer obispo de Pamplona. Luego se dedicó a evangelizar las Galias, estuvo en Beauvais, en la Picardía y en los Países Bajos, y fue decapitado en Amiens, Siglo más tarde se descubrieron sus restos y parte de sus reliquias fueron llevadas a Pamplona, donde desde finales del siglo XVI su fiesta se celebra el 7 de julio.

En Amiens –ciudad que también le tiene por patrón- y en el resto de la Iglesia universal es conmemorado el 25 de septiembre, pero en Pamplona San Fermín no es un día de otoño sino de comienzos de verano, una fiesta estival en la que el ruidoso folclore contribuye a la gloria del primer obispo navarro que fue a morir por la fe tan lejos de su patria.

Cuenca, 6 de junio de 2019.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario