sábado, 7 de septiembre de 2019

Hoy 8 de septiembre, celebramos el nacimiento de la Virgen María.

La Natividad de la Santísima Virgen.

Hoy es el día, canta la Iglesia, del nacimiento de la Santísima Virgen. Celebramos este día con toda la solemnidad posible y la mayor alegría. Dice San Bernardo: Tu nacimiento, oh Virgen Madre de Dios, llenó de alegría al mundo. Hizo el Cielo un magnífico presente, un presente de inestimable valor. Celebremos todos el nacimiento de la Madre de Dios, dice San Juan Damasceno, por la cual fue como reintegrado todo el género humano, siendo ella la que convirtió en alegría la tristeza que nos causó nuestra primera madre Eva. Parece, dice el mismo Santo, que desde la creación del mundo andaban en competencia los siglos, sobre cuál de ellos había de tener la gloria de honrarse con su nacimiento.
Natividad de la Virgen María. Obra de Andrés de Vargas. Siglo XVII
Capilla de la Virgen del Sagrario. Catedral de Cuenca.

Llegó en fin aquel deseado tiempo. El año 5183 de la creación del mundo,2941 del diluvio universal, 1494 de la salida de Moisés y del pueblo de Israel de Egipto, 1016 después que David fue ungido, y consagrado por rey; hacia la semana sesenta y cinco, según la profecía de Daniel, y en la olimpiada 190, el año 732 de la fundación de Roma, y el 16 del imperio de Octaviano Augusto, en la sexta edad del mundo, nació en Nazaret, ciudad de Galilea, a treinta leguas de Jerusalén, el día 8 de septiembre, a los nueve meses de su inmaculada concepción, aquella bienaventurada Niña, destinada para ser Madre del Verbo Encarnado.

Su padre San Joaquín era de sangre real, hijo de  Barpanther, y descendiente de Savid por Nathan. Era esta rama originaria de Judea, de donde se desnaturalizó, por haber decaído en la pobreza, disponiéndolo así la Divina Providencia, para que fuesen los parientes más cercanos del Salvador de su misma condición. Se asentó en Nazaret, por cuyo motivo fue tenida como familia de Galilea. Su madre Santa Ana, era hija de Mathan, sacerdote de Belén, de la tribu de Leví y familia de Aarón, de manera, que en la Santísima Virgen se unió la sangre real y la familia sacerdotal, de la cual era Aarón entre los judíos.

No hubo dos esposos más nacidos el uno para el otro, de un humor en todo, de un parecer, y unas mismas inclinaciones, como que era obra de Dios tan dichoso matrimonio. Dirigiéndose todos sus afectos a la venida del prometido Mesías, y vivían  siempre en sosegado retiro, ocupando en oración todo el tiempo que tenían libres, y enamorando al Cielo, como dice Santa Brígida, su piedad y su pureza.

Cuenca, 8 de septiembre de 2019.

©José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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