martes, 17 de septiembre de 2019

San José de Cupertino. “Fray Asno”


Hoy celebramos un santo muy especial. Es el patrón de los viajeros en avión, los aviadores, de los que están mentalmente discapacitados, de los opositores y de los estudiantes en exámenes, de estos últimos por las dificultades que pasó el Santo en su etapa de estudiante.
Conocido como el Santo volador se le puede adjudicar siete hechos sobrenaturales en su vida: Volar por los aire, caía en constante éxtasis y sus compañeros frailes debían sujetarlo por sus entrada en levitación. Se cuenta que un día los religiosos lo vieron elevarse hasta una estatua de la Virgen que estaba a tres metros y medio de altura para darle un beso al Niño Jesús.
Exorcizaba con una frase. Entre sus compañeros fue elegido para exorcizar demonios, pero el Santo se consideraba indigno de ello. Usaba la frase; “Sal de esta persona si lo deseas, pero no lo hagas por mí, sino por la obediencia que le debes a mis superiores” y los demonios salían rápidamente de la persona poseída.
Podía estar en dos lugares a la vez. Cuentas que estando muriéndose su madre tuvo una visión, El se encontraba en Asís y siendo avisado de que su madre estaba para morir, entro en éxtasis y apareció en la habitación donde se encontraba su madre en medio de un gran resplandor, después de verla y despedirse de ella murió su madre. En ese momento José se puso a llorar y preguntándole que le sucedía respondió que acababa de morir su madre.
Curaba con la señal de la Cruz. Llagas que sanaban, ciegos que volvían a  ver, mancos y cojos quedaban sanos con solo hacer sobre ellos la señal de la Cruz o besar su crucifijo.
Leía los corazones y convertía protestantes. El príncipe luterano John Federich a sus 25 años fue Asís con dos escoltas, uno católico y el otro luterano. Asistieron a la misa que José estaba celebrando, al llegar el momento de la Consagración la Hostia se puso tan dura que era incapaz de partirla, así que se puso a llorar y a rezar y levitó hasta un metro de altura, al bajar pudo partirla. Al día siguiente volvió el príncipe a la Misa, esta vez la cruz de la Hostia se puso negra, esto le causó un gran dolor lo que le hizo llorar levitando con la forma durante quince minutos. Este milagro conmovió el corazón del príncipe por lo que tanto él como su escolta decidieron convertirse y ser bautizados en la fe Católica.
Se comunicaba con los animales. Cuando salía del convento y recaba por los campos las ovejas lo rodeaban para escuchar sus oraciones, las golondrinas volaban a su alrededor y acompañaban durante su recorrido.
Predijo el día y la hora de la muerte de Inocencio X.

La vida de este Salto es muy peculiar por lo que paso resumiros su vida. Comenzaré diciendo que el mismo se definía como Fray Asno. Así se llamaba porque era una calamidad, una de las personas más inútiles que se había visto en cualquiera de los conventos por lo que pasó; los capuchinos, que tuvieron la debilidad de aceptarlo, acabaron por deshacerse de él, y los franciscanos, con quienes se quedó, se hacían lenguas de aquel caso inaudito de bobería.
Muy ignorante, a duras penas sabía leer y escribir, cerrado de mollera y además torpe y de una manera exasperante; todo se le caía, todo lo rompía, aprender los trabajos más sencillos le costaba meses (se decía que le llevó mucho tiempo distinguir el pan blanco del negro). Personaje simplón y ridículo, además de enfermizo y enclenque.
Se decía que fue un milagro  de la Providencia el que pudiera haberse ordenado. Fray Arco sólo sabía obedecer, ser humilde, paciente, enamorado de Dios y devotísimo de la Virgen. Pero si era negado para los estudios, a su alrededor florecían prodigios que atraían a multitudes y despertaban las suspicacias de la Inquisición.
Un hombre que estaba continuamente en éxtasis y que en sus arrobos se elevaba en el aire ante multitud de testigos. Oía pronunciar el nombre de Jesús o el de María, y fray José levantaba vuelo, posándose a veces de rodillas sobre la rama de los árboles, de donde volvía a bajar sereno e imperturbable.
José de Cupertino fue beatificado el 24 de febrero de 1753, siendo Papa Benedicto XIV. Su canonización se realizó el 16 de julio de 1767 por el Papa Clemente XIII. Su festividad se celebra el 18 de septiembre.
Cuenca, 18 de septiembre de 2019.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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