domingo, 1 de octubre de 2023

Los Santos Ángeles Custodios. Festividad del 2 de octubre.

“Dios te enviará a sus ángeles para que te guarde en todos tus caminos” (Sal. 91, 11)

El 2 de octubre celebramos una fiesta muy especial. Esta fiesta nos trae a la memoria una de las verdades más consoladoras para el alma cristiana, que peregrina por el desierto de la vida.

Esta fiesta es celebrada desde hace muchos siglos por la Iglesia de Toledo, y después se extendió esta devoción a los reinos de Francia, Alemania y Países Bajos. La institución de esta fiesta es tan antigua como la Iglesia misma. Cuando Jesucristo enseñó a los fieles que cada uno tenía un ángel destinado a su custodia personal.

La teología católica, apoyada en las enseñanzas de la Sagrada Escritura y de los Santos Padres de la Iglesia, nos enseña que entre Dios y los hombres existen los espíritus puros, que llamamos ángeles, del papel especial que Dios les ha confiado como mensajeros o enviados suyos a los hombres.

Como criaturas espirituales, los ángeles tienen un poderoso entendimiento, superior al humano, una voluntad libre y un poder y fuerza muy superior al nuestro, por mucho que nos gloriemos de los progresos de la ciencia. Como espíritus puros, son inmortales, invisibles y carecen de partes y sentidos corporales.

En el sínodo de Nicea se habla de los seres invisibles, en oposición a los visibles. El IV Concilio de Letrán (1215), al hablar de las criaturas salidas directamente de la mano de Dios, distingue espíritus y cuerpos, ángeles y materia corporal o terrestre.

Los ángeles se dividen en buenos y malos, no por su naturaleza, que salió buena y perfecta de mas manos del Creador, sino por razón del uso bueno o malo que hicieron de su libertad en el tiempo de la prueba. Un gran número de ellos, capitaneados por Lucifer, arrastrados por su soberbia espiritual que los llevó hasta desear ser como Dios y a negarle el honor debido, cayó del cielo y fue a parar al abismo del fuego. Son los demonios. Frente a ellos se levantó el bando de los buenos, con San Miguel a la cabeza, al grito “¿Quién como Dios?” son los que llamamos simplemente ángeles, los cuales, en mérito a su buen comportamiento de criaturas sometidas al Creador, entraron en el alcázar de Dios para gozarle y servirle por siempre.

La vida del cristiano, según san Pablo, es una lucha constante contra enemigos invisibles, superiores a todo poder de la carne y de la sangre. Es una lucha constante entre dos fuerzas opuestas que nos disputan nuestra voluntad y amor. Satanás que nos empuja hacia el mal y el Ángel de la Guarda que nos invita hacia el bien.

La primitiva fiesta de los Santos Ángeles fue el 29 de septiembre. El Oficio y la Misa de San Miguel se compusieron para honor en él a todos los celestiales guardianes de nuestra alma. En el 1608 decretó el Papa Paulo V que la fiesta de los Ángeles Custodios se separase de la de San Miguel y se celebrase el primer día, después del 29 de septiembre. Clemente X estableció definitivamente la festividad al día 2 de octubre. En España por tradición inmemorial se celebra el 1 de marzo la fiesta del Santo Ángel de la Guarda. La primera Iglesia de que se tiene noticias que la celebrara fue la de Toledo, como he dicho anteriormente.

San Bernardo resume en tres palabras nuestra conducta al par del Ángel de la Guarda: respeto, gratitud y confianza. El respeto a los ángeles inspira en San Pedro la orden que da a las mujeres que se cubran en el templo. San Juan, en su Apocalipsis, dirige sus cartas a los ángeles de las siete Iglesias, puesto por Dios al frente de aquellos jóvenes cristiandades.

Desde que nacemos hasta que morimos nuestra vida es una trama de innumerables beneficios recibidos por nuestro Ángel. Nuestro corazón ha de ser agradecido a estos espíritus invisibles que dejan el cielo gustoso para hacernos compañía en nuestra peregrinación.

Confianza, es la voz del Ángel. No temas, le decía a Tobías. Todo le salió bien y mucho mejor de lo que había pensado. El cristiano que se pone incondicionalmente bajo la custodia de su Ángel no tiene que tener nada. Él lo acompañará hasta las puertas del cielo, hasta la victoria eterna, donde no hay temor y todo es paz y seguridad definitiva.

Cuenca, 2 de octubre de 2019 y el 2 de octubre de 2023.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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