martes, 17 de septiembre de 2013

Leonor de Pantagenet. Una reina para Cuenca


LEONOR DE PANTAGENET. UNA REINA PARA CUENCA

Mucho hemos oído hablar los conquenses de Alfonso VIII, pero ¿Qué sabemos de Leonor? Si repasamos las biografías de ambos,  nos encontramos con ciertos problemas comunes en la niñez.
El día 11 de noviembre de 1155 nace en Soria Alfonso VIII, es el primer hijo y único del rey Sancho III y Dña. Blanca de Navarra que fallece en el parto, viéndose privado de la figura materna. El 31 de agosto de 1158 fallece su padre, quedando heredero del trono.  Es nombrado como tutor (custodio) del Rey, D. Gutiérrez Fernández de Castro y como Regente, D. Manrique de Lara.
Recreación toma de Cuenca- 2013
Leonor de Plantagenet , nació en 1160, en el Castillo de Domfront (Normandía),hija del rey Enrique II de Inglaterra y de su esposa, la reina Leonor de Aquitania, sus abuelos paternos fueron Godofredo V de Anjou y su esposa Matilde de Inglaterra, hija del rey Enrique I de Inglaterra.  Por parte materna fueron sus abuelos Guillermo X de Poitiers, conde de Poitiers, y su esposa Leonor de Châtellerault, duquesa de Aquitania. Tuvo varios hermanos, entre ellos los reyes Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra, monarcas de Inglaterra.
El matrimonio sirvió para reforzar la frontera pirenaica, y Leonor de Plantagenet aportó además como dote de boda el condado de Gascuña que Alfonso VIII nunca pudo anexionar a la corona de Castilla. Sin embargo, numerosos caballeros gascones vinieron a la península para ayudar a su señor en la lucha contra los almohades.
Iniciemos un pequeño recorrido por la vida de los monarcas. Alfonso es armado caballero en el Monasterio de San Zoilo (Carrión de los Condes), el día 11 de noviembre de 1169 y a sus catorce años de edad, pasa a reinar efectivamente sobre Castilla, siendo su primera intención la de recuperar los territorios perdidos durante su minoría de edad, estableciendo para ello una alianza con Alfonso II de Aragón el Casto.
Corriendo el mes de Agosto del año 1170 y encontrándose en Zaragoza con el rey aragonés, envía a Burdeos, una embajada de obispos, condes y ricos hombres de Castilla, al objeto de traer a su futura esposa la princesa Leonor de Plantagenet, hija del Rey de Inglaterra, Enrique II, para entonces la princesa ya estaba en camino habiendo abandonado la Corte normanda, dirigiéndose hacia su nuevo hogar.

Alfonso VIII

Metámonos en la piel de Leonor, niña de diez años. Durante el viaje a tierras aragonesas no dejaría de pensar a quien se encontraría, pues no conocía a Alfonso. Ella seguramente no tendría miedo ante lo que se le avecinaba, Castilla no sería como Normandía donde jugaba con sus hermanos y disfrutaba de la compañía de su madre, hermanos y sobre todo de los juglares que tanto le divertían, es por ello que pidió ser acompañada por trece juglares. Según se decía era una niña resuelta, inteligente y con un fuerte espíritu independiente.
Me imagino cómo pudo ser el primer encuentro de Leonor con Alfonso. Cuando por fin su comitiva llega a Tarazona (Zaragoza) y se encuentra con un apuesto joven. A Leonor le daría un vuelco el corazón, ¡tantos días soñando con él y al fin se encuentra con su futuro marido, era como en un sueño hecho realidad!. Alfonso por su parte se muestra solícito con su bella princesa, de cabellos de oro y ojos azules como el cielo. Él que nunca ha tenido el afecto de nadie cercano, se ve prendado de tanta dulzura y de ese cariño que le transmite Leonor al mirarle. Siente en su corazón la fuerza interior que le trasmite su prometida. Siendo la primera vez que se ven y es como si retornara la frescura amorosa de su madre que la vida le privo desde su tierna infancia.
En septiembre de 1170, Alfonso se encuentra en Tarazona (Zaragoza) lugar escogido para la celebración del matrimonio con Leonor de Plantagenet. La razón de celebrarse en esta villa episcopal aragonesa y fronteriza con Castilla no era otro que buscar el acercamiento con Alfonso II de Aragón el Casto.
Alfonso se desvive por ella, pues no hablaba ni una palabra en castellano, bien es verdad, que el amor lo vence todo y en poco tiempo, gracias a su constancia y tesón y a los conocimientos del latín que poseía, logra habla con cierta fluidez. Su madre les había obligado a aprender a leer y escribir tanto a sus hermanos como a ella.
Recreación de la toma de Cuenca por Alfonso VIII - 2013
Estoy seguro que Leonor no tendría miedo en esos momentos, pero debería pasarle por la cabeza mil pensamientos, entre ellos tendría presente los problemas de matrimonio que había vivido su madre. Pese que Alfonso la había recibido con gran regocijo y se mostraba en todo momento solícito con ella, sentiría en su pecho el dolor de la separación de sus padres. Ellos también se habían amado con locura y en esos momentos, cuando se iba a celebrar su boda, sólo quedaba entre su padre Enrique y su madre, odio, rencor y reproches. ¿Podría sucederle lo mismo a ella? Pero se encontraba tan feliz al lado de Alfonso que el miedo se disipaba y la felicidad volvía a fruir en sus venas, volviendo las fantasías fruto de sus sueños al pensar en Alfonso.
Pasaban los días y la fecha de la boda se acercaba. El día llegó. Leonor ayudada por las damas que vinieron con ella, es vestida con un espléndido traje de novia que con su pelo dorado y su ojos azules luciría: hermosa, bella, y resplandeciente como una estrella bajada del cielo.   
Las crónicas de la época describen el enlace que paso a trascribir textualmente para que seáis vosotros los que descubráis en un castellano viejo lo que allí se aconteció:
"E venieron ý muy grandes gentes de condes e de ricos omes e de perlados, e de otros omnes onrrados, e ovieron su acuerdo en vno, pues que el rey avía doze años, que asaz era tiempo que lo cassasen. E enbiáronle demandar a dona Leonor, fija de don Enrique, rey de Inglaterra, que era de nueue años, para que fuese su mugier; e fueron mensajeros dos obispos e dos ricos omes. E el rey de Ynglaterra diógela de muy buenamente e fízoles muncho bien e muncha honrra. E venieron con la ynfanta para Burgos, e fueron muy bien reçebidos. E fízoles ý el rey sus bodas con ella muy nobles e muy ricas; e fueron ý munchas gentes de Castilla, e de León, e de Aragón, e de Nauarra, e de Ynglaterra, e de otras partes. E dio el rey a sus bodas munchas nobles donas e fizo munchas nobleças. E la dueña salió muy buena e muy cuerda e enseñada, e era muy fermosa e de buen donayre; e ésta fue hermana de Enrique e del rey Jouen e del rey Ricarte, que fue muy buen rey e esforçado que más non podría ser; e el duc de Bretaña e el rey Johan sin Tierra, e ovo dos hermanas: la vna fue reyna 129r°a de Cecilya, la otra duquesa de Sansoña."
Así pues, reyes, condes y prelados junto con el pueblo, disfrutaron del acontecimiento de la boda de su joven rey Alfonso VIII, el noble, con Leonor, la linda princesita normanda. Toda Castilla acogió y celebró la feliz unión.
José María Rodríguez González
Cuenca, 15 de septiembre de 2013

 Fuentes:
ALVAREZ, MARÍA TERESA. Ellas mismas, Mujeres que han hecho historia contra viento y marea. La Esfera de los libros S.L. 2003
MÁRQUEZ DE LA PLATA, VICENTA. Reinas medievales españolas. Alderabán Ediciones S.L 2000
http://eldiadigital.es/not/36159/leonor__una_reina_para_cuenca/
http://www.medievalwalltapestry.com/medieval-couple1.html

 

viernes, 6 de septiembre de 2013

Alfonsípolis. Principios de la Cuenca cristiana. Alfonso VIII

Principios de la Cuenca Cristiana. Alfonso VIII y Alfonsípolis


Catedral de Cuenca
    No pensemos que Alfonso VIII, con relación a la conquista de Cuenca, hizo célebre la frase del cónsul romano Julio César, al dirigirse al Senado romano describiendo su victoria sobre Farnaces II de Ponto en la batalla de Zela: “vini, vidi, vici” y que se traduce por "Vine, vi, y vencí".
    En el año 1176, el rey Alfonso VIII se dirigió hacia Cuenca, llegando a sus puertas a finales de diciembre de ese mismo año. El sitio donde acampó fue en la confluencia de los ríos Júcar y Huécar, se conocía el lugar como la Albufera, lo que hoy conocemos como el Sargal, la UNED y el barrio de San Antón.

    Por las características orográficas del terreno, Cuenca era una ciudad difícil de tomar sin gran derramamiento de sangre, es por ello que el rey determina cercarla para que fuera el hambre el que les obligara a rendirse. El sitio se completó el 6 de enero de 1177.
Escudos en las paredes Catedralicias
    Toda contienda precisa de una gran inversión de capital. El asedio se alargaba, ello llevo a la falta de fondos para continuar, obligando a Alfonso VIII a partir para Burgos con la intención de solicitar nuevos impuestos en las Cortes que permitiera seguir pagando la campaña de Cuenca, dejando al cargo del asedio a su tío Alfonso II de Aragón y de Don Pedro Ruiz de Azagra, señor de Albarracín.

    Acompañaban a Alfonso VIII en esta conquista los obispos de Burgos, Sigüenza, Ávila, Palencia y los representantes de los grandes linajes de Castilla, además los caballeros de la Orden del Temple.
    Disuelta las cortes de Burgos, en el mes de septiembre, el rey Alfonso VIII regresa a Cuenca, en esos momentos la ciudad está muy asfixiada por el cerco de nueve meses. Por fin el día 21 de septiembre de 1177 se rinde la ciudad, coincidiendo con la festividad de San Mateo.   

    Era costumbre de Alfonso VIII llevar consigo una imagen de la Virgen, además del estandarte Real. Con ellos entró triunfante en la ciudad conquistada. El estandarte se exhibe el día de San Mateo, desplazándose desde la Catedral al Ayuntamiento, regresando de nuevo, al final de las fiestas. La imagen de la Virgen quedó depositada en la Catedral. Es una talla románica. En el año 1655, fue partida en dos para vestirla y poder colocarla en la hornacina central del retablo de la capilla del Sagrario, donde hoy es venerada.     
Virgen del Sagrario o de las Batallas
    Otra de las curiosidades de esos primeros años fue la elaboración del escudo de la ciudad. Compuesto por una estrella y un cáliz. Según la versión oficial, la estrella representa el astro que guió a los Reyes Magos, coincidiendo con el primer día de asedio a la ciudad. El 21 de septiembre, se rinde la ciudad, festividad de San Mateo al que dicen representar bajo el símbolo del cáliz.

Lo chocante es que a San Mateo, se le representa simbólicamente, con un libro o un rollo de pergamino. Si examinamos su biografía, observamos que fue recaudador de impuestos, ello dio pie a ser simbolizado también, con una bolsa de dinero o un tablero de contar, pero nunca con un cáliz.

Si profundizamos en los orígenes del rey Alfonso VIII, tal vez, encontremos otra explicación más razonable.

Contando con la idea de que el rey Alfonso VIII tenía pensado hacer de Cuenca su residencia y el establecer su Corte, tomando el nombre de “Alfonsípolis  es normal pensar que quisiera dejar constancia simbólica, en el escudo de la ciudad, de la estirpe a la que él y su esposa pertenecían.

    Según el texto de Wolfram von Eschenbach (*) tanto Alfonso VIII como su esposa pertenecían a la estirpe Real, descendientes directos del rey David. Teniendo en cuenta esto, el Grial y la estrella encima del cáliz, habría que buscar su significado en el libro del Apocalipsis según San Juan, en él encontramos que el planeta Venus, es el lucero de la mañana que distingue a los descendientes del rey David y no en la fecha del asedio. Así dice el libro de las Revelaciones: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.  Yo soy la raíz y el linaje de David,  la estrella resplandeciente de la mañana” (Ap. 22,16).
Escudo de la Ciudad de Cuenca

    Las páginas finales del poema épico de Eschenbach (**)son una copia de lo sucedido en la vida de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet con nombres cambiado. Me explico: en ellas una vez concluida la aventura de la búsqueda del Grial, el autor nos cuenta lo que ocurre con sus principales protagonistas. Parsifal se casa con la reina Condwiramurs y se convierte en el rey del Grial y tienen un hijo, Lohengrin, llamado el "Caballero del Cisne". Se trata de un personaje al que los romances medievales convertirán en héroe mítico de la cultura sajona. Como vemos, Lohengrin es descendiente del rey David, al igual que el rey Alfonso VIII y también es un Anjou, como la reina Leonor. Pues bien, una narración del siglo XV, para señalar el origen de este "Caballero del Cisne", dice que ha venido "del monte en el que Venus está dentro del Grial". De manera que aquí tenemos la referencia directa a este símbolo contenido en el escudo de Cuenca: la estrella Venus, el lucero del alba, suspendida sobre el Grial, señalando a otro ilustre miembro de la estirpe sagrada.

Visto esto no resulta extraño que Alfonso VIII, casado con Leonor de Plantagenet que llevaba sangre de Anjou,  escogiera la estrella en representación del Rey y el cuenco o cáliz en representación de la Reina.
José María Rodríguez González
(*) Wolfram von Eschenbach. Poeta épico alemán, considerado el poeta épico más importante de la Alemania medieval. Nació en Eschenbach, cerca de Ansbach (Franconia). Se sabe que fue un caballero y, durante algún tiempo, un Minnesinger en la corte de Turingia. La fama de Wolfram von Eschenbach se debe sobre todo a su Parzival, un poema épico sobre el Santo Grial, de aproximadamente 25.000 versos, y que fue terminado hacia el año 1210.
(**) La revista Enigmas, en el número 124 (marzo, 2006), ha publicado un artículo dedicado al Santo Grial: “El Grial de Cuenca”, firmado por Javier Navarre, en el que se plantea la relación de Alfonso VIII conquistador de Cuenca y los reyes castellanos y aragoneses con los condes de Ajou y los duques de Aquitania y su relación con el Grial.