martes, 24 de julio de 2018

El vuelo del botafumeiro

En la Catedral de Santiago

El botafumeiro es el enorme incensario situado en el crucero de la Catedral de Santiago de Compostela. Lleva maravillando a la gente más de 800 años. Se pone en marcha tras la comunión sonando el himno del Apóstol en los órganos barrocos.


Este instrumento de purificación es movido por ocho hombres, tirando de las cuerdas lo bombean tirando con fuerza y precisión cuando se halla en el punto más bajo de su recorrido. En sólo minuto y medio alcanza una velocidad de 68 kilómetros por hora y llega a formar un ángulo de 82 grados sobre la vertical, describiendo un arco de 65 m de amplitud a lo largo del transepto.




Cuenca, 25 de julio de 2018
José María Rodríguez González

lunes, 23 de julio de 2018

El doble Milagro de la Luz en la Catedral de Cuenca. del 26 al 28 de julio sobre las 10.00 horas

Cuando un instante se convierte en algo grandioso. El doble milagro de la luz en la catedral de Cuenca

La luz que entra en una catedral gótica nos trasporta a la época caracterizada por la existencia de eruditos que creían que la geometría era un modo de establecer un vínculo entre el hombre y Dios, siendo las matemáticas un vehículo para revelar a la humanidad los más íntimos secretos del cielo. Así crearon una arquitectura donde la geometría era concebida como teología aplicada y el diseño de una Catedral gótica era como imitar al Divino Maestro en su creación.

El Sol es la luz, el calor y la vida. De esta idea nació el poder creador, poder que derrocha infinitos beneficios a los seres humanos. Tal cosa se convirtió en misterio para las generaciones que veían en él un poder constante y soberano, siendo considerado por las antiguas civilizaciones como una manifestación de la divinidad creadora. Por ello se celebraban fiestas en los Solsticios y los Equinoccios.
Capilla del Transparente el día 27 de julio a las 10.05 horas.
Foto: ©José María Rodríguez González

El cristianismo trajo nuevas ideas y reutilizó las existentes para engrandecer sus creencias, así surge la entrada de los rayos del Sol a lo más profundo de las catedrales construidas entre los siglos XIII y XIV, como sucediera en el templo Egipcio de Ramsés II, en el año 1264 a.C.

Como vemos los misterios y los cultos antiguos estaban fundados en el ciclo solar. En astronomía el término solsticio significa sol quieto, palabra que proviene del latín solstitium. Esto se refiere a los momentos del año en que el sol, en su trayectoria, se halla sobre uno de los dos trópicos, dando lugar a la máxima desigualdad entre el día y la noche si se trata del solsticio de verano. Este momento fue utilizado para alinear los rayos del Sol con un óculo por donde entraran los rayos solares a los templos, llegando su luz hasta lo más profundo. El solsticio se da entre los días 21 y 22 de junio.

En la Catedral de Cuenca, el óculo por donde penetraba el Sol en ese día fue modificado en el siglo XV al hacer la doble girola, con esta reforma se modificó la entrada del sol. Hechos los estudios necesarios por José María Rodríguez González, se apreció que la entrada del Sol seguía dándose, pero con una antelación de 33 días al Solsticito de Verano y volvía a darse 33 días después del mismo, en su recorrido descendente del Sol.

Este efecto lumínico se conoce como El milagro de la luz, y después de haber disfrutado de ello los días 19 al 22 de mayo, volveremos a disfrutarlo del 26 al 28 de julio, entre las 10.00 h y 10.15 horas. Este efecto consiste en la llegada de los rayos solares a la capilla del Transparente, centrándose la luz en el centro del óculo que comunica con el Altar Mayor. Este momento posee una fuerte carga simbólica y bíblica.

Invito a cuantos quieran observar el fenómeno a personarse en la Catedral durante esos días y disfrutar del momento que hace de nuestra Catedral única en su género al darse doblemente el Milagro de la Luz.

Cuenca, 23 de julio de 2018


jueves, 19 de julio de 2018

La torre de las tormentas. El Giraldo de la Catedral


Este mes hace 181 años que un rayo impactó en la Torre del Giraldo dejándola en muy mal estado.

Aunque raras, muy violentas son por julio las tormentas”. Así canta el refranero español sobre el mes de julio y no es para menos cuando  en este mes puede haber tormentas aisladas, asociadas a nubes de desarrollo vertical, que ocurren cerca de los embalses situados en zonas de montañas donde la evaporación es grande y las laderas ayudan a elevar las masas de aire húmedo.

Fuera por lo que fuera la Torre de las Campanas y luego llamada “Torre del Giraldo” de la Catedral de Cuenca, desde su construcción, atraía los rayos como ninguna otra en la ciudad. Así lo atestigua el producido en la noche del 20 de mayo de 1674, un rayo un incendio, pero el mayor fue el acaecido en el mes de julio de 1837 que paso a relatar según la crónica del momento.
Conjunto catedralicio. Visto desde la Hoz del Huécar
Finales del Siglo XIX principio del XX

Una fuerte tempestad se desató y un rayo desprendido de las nubes causó un gran incendio. Dicen que se declaró a las dos de la madrugada y cuantos lo vieron aseguraron que era imponente y aterrador ver en tal elevada altura, bajo un cielo encapotado, aquel volcán de cuyas fuertes llamaradas que salían por todos los calados, parecía quererse librar la Giralda, volteando a impulsos de viento contrarios las campanas.

El piso más elevado, el del reloj y la escalera de ambos que como era de madera así como la matraca y cabeza de las campanas y el telar que sostenía la de las horas, todo ardía, y el temor de que su derrumbamiento pudiera arruinar los tejados y bóveda que comunicaba con el interior de la Catedral y penetrando en ella los combustibles que en pos de si arrastrarían en su caída pudiera arder el interior. Todo esto embargaba los ánimos de las autoridades y vecinos que se afanaban en apagarlo. Setenta cántaros pasaban de mano en mano desde la fuente de la plaza a la entrada a la bóveda de la torre y a su parte superior limitaban el fuego. En los tejados de la Catedral y de los edificios contiguos estaban distribuidos operarios que con ramas mojadas sofocaban las ascuas que la inflamada torre despedía. Pero entre tanto el incendio causaba destrozos. La campana de los cuartos cayó a la bóveda de la torre; el esquilón de Santiago y la Santa Bárbara a la balaustrada; el esquilón grande se desprendió perpendicularmente sobre la base de su tronera, y la campana del reloj flaqueó en un eje y quedó sostenida en su nicho en una ligera prominencia de media pulgada. Pero la cabeza de la campana grande ardía y su caída era eminente, ya fuera o dentro el hundimiento de las bóvedas era seguro y la comunicación del incendio casi inevitable.
Traza de la Torre del Giraldo año 1701
Catedral de Cuenca

Cuando algunos se retraían de acudir con agua por temor a ser sepultados entre las posibles ruinas, un movilizado de Cádiz cuyo nombre fue imposible saber, con un digno arrojo e inminente peligro de perecer abrasado, atravesó aquel volcán y consiguió apagar el fuego de la cabeza de la campana y sobreviniendo la lluvia a torrentes, a las ocho de la mañana el incendio había desaparecido. La torre quedó casi desmantelada. Las dos campanas grandes y el cimbalillo del medio cuarto que sirve para llamar a coro, fueron los únicos que permanecieron en sus nichos y éste por tener una barra de hierro atravesada por los brazos que resistió al fuego que le quemó la cabeza.

Creyendo el maestro mayor D. Rafael Mateo que la aguja estaría indudablemente calcinada, opinó que no bajaría la reparación de tres mil y pico de duros.

Muchos son los rayos que han caído en la Catedral, y por haberla Dios librado de ser reducida a pavesas, el Cabildo dio gracias con un solemne TE DEUM en el aniversario de tal suceso hasta que el invento de Franklin fue instalado en sus torres para estar aseguradas de las chispas eléctricas y de sus destructores efectos.

Cuenca, 19 de julio de 2018

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico

sábado, 14 de julio de 2018

La Virgen del Carmen. El poder del Escapulario.

"Quien muera con el Escapulario no padecerá el fuego eterno".

El 16 de julio es la festividad de la Virgen del Carmen, patrona de los pescadores y marineros y es costumbre, en los pueblos costeros, ese día que la “Estrella de los Mares” surque las calles y las aguas para bendecirlas en medio de un ambiente festivo.
La festividad de la Virgen del Carmen es muy popular en todo el mundo Cristiano y muy especial para España. El 16 de julio celebramos además de la festividad religiosa el triunfo cristiano en la batalla de las Navas de Tolosa.
Esta celebración se remonta a los tiempos proféticos en los que unos monjes vivían en las cuevas del Monte Carmelo, nombre que se le dio a la Orden por el sitio en que habitaban, viniéndose a llamar Ntra. Sra. del Carmelo o del Carmen. Esta Orden es considerada como una de las más antiguas de la Iglesia Católica.

Cuando las Cruzadas entraron en Palestina, estos quedaron admirados por las extraordinarias virtudes de estos santos anacoretas, invitándoles a fundar conventos de esta Orden en Occidente, así en el siglo XIII fueron a Francia con el Rey Luis XI y retirándose a la ermita de Aigallades, cerca de Marsella, desde donde se extendió prodigiosamente la Orden Carmelitana por gran parte de Europa por San Simón Stock. En el año 1245 fue elegido superior General, cuando más problemas tenían en la Orden, por las persecuciones a las que se vieron sometidos, pero Simón no desfalleció, sino que predicó con más ahínco la devoción a la Virgen del Carmen. Finalmente ante las súplicas del Santo a la Virgen, que el 16 de julio de 1251, hallándose orando al amanecer que se le apareció la Virgen y entregándole un escapulario, le dijo estas palabras: “Recibe, hijo queridísimo, este Escapulario de tu Orden, señal de mi hermandad, privilegio para ti y para todos los Carmelitas. Quien muera con él no padecerá el fuego eterno. Signo de salvación y señal de paz y de alianza sempiterna”.
Virgen del Carmen
Capilla Honda. Catedral de Cuenca
Son muchos los relatos que hay sobre el poder del Escapulario. Me gusta contar aquellas historias que han sido verificadas, como la que sucedió en el verano de 1845 en un barco inglés, llamado "Rey del Océano". El barco se hallaba en alta mar en medio de un feroz huracán, las olas lo azotaban con tanta fuerza que temían que se hundiera. Viajaban en él un ministro protestante llamado Fisher, en compañía de su familia. Entre la tripulación se encontraba el joven irlandés John McAuliffe. Al ver la gravedad de la situación, el joven abrió su camisa y se quitó el Escapulario que llevaba y haciendo la señal de la Cruz lanzó lo lanzó al océano. En ese momento se calmó el mar y la única ola que azotó el barco fue para devolver el escapulario a los pies del muchacho. El Sr. Fisher y su familia fueron testigos del milagro y hablando con McAuliffe  les informó sobre la promesa de la Virgen y el Escapulario. Este pastor protestante y toda su familia ingresaron en la Iglesia Católica y disfrutaron de la gran protección del Escapulario.

Podría llenar páginas con prodigios que han sucedido bajo la protección del Escapulario. Os contare otra sobre fuegos, ya que ocurrieron muchos el verano pasado, esperando que este año no vuelva a repetirse.
En mayo de 1957, un sacerdote Carmelita Alemán publicó una historia de cómo el Escapulario había librado un hogar del fuego. Habiéndose declarado un incendio en Westboden (Alemania) con gran virulencia afectó a una hilera de casas de una barriada, concretamente fueron 22 casas en una cinco horas. Los moradores de una de las casas de esta hilera colgaron un Escapulario en la puerta de entrada a su casa y eso hizo que el fuego pasara por encima sin afectarla para nada. Es decir, la única construcción que permaneció intacta en medio del caos fue aquella que tenía el Escapulario adherido a su puerta. Las personas que vieron aquello dijeron sin dudarlo que había sido la intersección de la Virgen la que había librado de las llamas aquella casa y fueron testigos oculares del poder del Escapulario.

Felicidades a todas las mujeres que se llaman CARMEN y que hoy celebran su Santo.

Cuenca, 16 de julio de 2018

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

miércoles, 11 de julio de 2018

Caminos cortados y grafitis en una ciudad Patrimonio.


Cada vez hay más alambradas que impiden el paso a los amantes de recorrer las calles y los paseos de nuestra querida ciudad de Cuenca.
Cierre metálico que impide el paso por el paseo del río Júcar
Parece que se ha puesto de moda el impedir el paso al público por las calles de Cuenca. La Puerta de San Juan lleva un sinfín cerrado el acceso, a cal y canto, sin sentido aparente, impidiendo el paso al mítico Juego de Bolos y a la subida a las Angustias. Así estuvo también cerrado, por un tiempo, el acceso por la calle de Pilares a las Angustias, y esta mañana me he encontrado cerrado el acceso al paseo del Júcar por el margen izquierdo del río, sólo cuando llegas a la desembocadura del río Huécar te encuentras con una valla metálica impidiendo terminar el recorrido. Sólo te queda el saltar la barandilla o el volver hasta la pasarela del río o al Puente de los Descalzos al no haber señalización alguna del corte efectuado al principio del recorrido.  

Como comprenderán se te queda una cara de tonto y al mismo tiempo de indignación que no sabrías que hacer con quien ha mandado cortar el camino, sin poner anuncio alguno al principio del paseo.
Son muchos los errores que se están cometiendo y los ciudadanos tenemos cierto aguante pero nos cabreamos cuando nos toman el pelo y más cuando se tiene poco, como en mi caso.

Este verano conocí, en el restaurante de un hotel, a una representante de una compañía de anuncios por internet y me comentó que  habiendo visitado la ciudad de Cuenca le había sorprendido que siendo Patrimonio de la Humanidad no se cuidara la limpieza de sus fachadas de grafitis. Me aseguró que los visitantes veían dentro de la misma ciudad dos partes muy diferenciadas y que afeaban todo el conjunto. Es cierto, toda la ciudad, hasta en el casco antiguo, están las paredes llenas de grafitis. Yo me pregunto ¿No es posible detectar a los autores y que sean ellos los mismo quienes se les haga limpiar lo que han ensuciado?  ¿No hay conciencia ni educación para conservar lo nuestro en un estado óptimo?
Creo que hace falta campañas de concienciación ciudadana que hagan reaccionar a la gente y que vean como parte de ellos la conservación y limpieza de sus calles y fachadas. Está claro que no sirve el aumentar el número de efectivos de limpieza, si la gente no asume como propia, la conservación y limpieza de la ciudad donde vive.

No sé cuál sería la solución, pero es tarea de las Administraciones locales poner coto a tales cosas que incomodan a los ciudadanos.
Tomemos conciencia de que una ciudad limpia y accesible nos hace la vida más cómoda a todos.

Cuenca, 11 de julio de 2018

José María Rodríguez González. Profesor e Investigador histórico

San Cristóbal el porteador de Cristo.


No hay localidad que no tenga dedicada una ermita a su memoria y honor

Ayer me pareció penosa la respuesta que dió una buena señora, cuando estando en las fiestas de su pueblo de este Santo le preguntó la reportera de televisión quien fue San Cristóbal. Hoy quiero contaros la leyenda que entraña este conocido Santo y que no hay pueblo que no se haya levantado una ermita en su honor.

 Cuenta la leyenda escrita por un poeta del siglo XI, que Cristóbal era un habitante del pueblo de Canaán que media unos dos metros de alto y de gran corpulencia. Un día se le ocurrió que por su corpulencia y fuerza le gustaría servir al mayor rey que existiese y se fue a servir a su rey que era el único que conocía hasta ese momento. Un día vió a su rey que se santiguaba ante la mención del diablo. Eso le hizo reflexionar y pensó que su rey le temía al diablo que sería más fuerte que él. Ante esta nueva situación salió en busca de aquel que su rey le temía.
San Cristóbal. Capilla de San Martín
Catedral de Cuenca.
(*) José María Rodríguez González
En los caminos se topó con una banda de merodeadores y les preguntó que si conocían al diablo y el jefe de ellos le dijo que él era el diablo, de modo que Cristóbal decidió servirlo.

De nuevo vió que su nuevo amo temía a la cruz porque se apartaba de ella y preguntaba que era ese signo le dijo que era el de Cristo y él de nuevo dejando a su banda de malhechores que servía fue en busca de Cristo.

Conoció a un ermitaño que le hablo y le instruyo sobre Cristo, cuanto éste le indicó que debería fustigarse y rezar le contesto que él no estaba dispuesto ha realizar ese servicio. El buen ermitaño le sugirió que con el tamaño y la fuerza que tenía podía ayudar a Cristo ayudando a la gente a cruzar el peligroso río donde la gente moría ahogada en el intento de cruzarlo, el ermitaño le aseguró que de esa forma serviría y complacería al Cristo que él quería servir, Rey de Reyes y Señor de Señores.

Así que sin pensarlo se fue al río Tigris y cuando llevaba varios meses realizando tal digno servicio un niño pequeño le pidió que le cruzara el río. Cristóbal cargo al niño en su hombro y comenzó a cruzarlo. El río creció de caudal en esos momentos y el peso del niño no parecía normal porque pesaba como el plomo, hasta tal punto que lo puso en dificultad peligrando su estabilidad. Cuando finalmente logró cruzarlo de dijo: TU has sido hasta ahora el único ue me ha puesto en dificultad y mayor peligro en el río y el niño respondió es que no sólo me has llevado a mí como niño sino que en tu hombro has tenido el peso del mundo y quien lo creó. Yo soy Cristo, tu Rey, a quien tu has servido en este oficio de porteador. Desapareciendo de inmediato.

San Cristóbal fue bautizado en Antioquía y predicó en Licia, siendo encarcelado por el rey de Samos, que estaba a las órdenes del emperador Decio . Al negarse a adorar al dios Dagón fue martirizado , muriendo degollado

El calendario Romano lo conmemora el 25 de julio, la iconografía representativa de este Santo el potando en su hombro a Cristo y con un báculo lleno de hojas de árbol. Es considerado el Patrón de los transportistas y automovilistas.

En la Catedral de Cuenca hay una representación de él en la capilla de San Martín. En su retablo plateresco, en el lado derecho del intercolumnio del retablo y en alabastro está la representación de San Cristóbal.

Cuenca, 11 de julio de 2018

(*)José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico


domingo, 1 de julio de 2018

El recuerdo de la devoción de un pueblo


Las ermitas que existieron y las que han perdurado en el tiempo hasta nuestros días en la ciudad de Cuenca.

Muchos son los que me han preguntado a lo largo de estos últimos años por el nombre y la ubicación de las ermitas que hubo en esta ciudad. Hoy me entretengo en sacar a la luz las muchas que la ciudad de Cuenca poseía en el Episcopado de Lope Barrientos, que es una de las épocas que más tiempo he dedicado a su estudio.

El siglo XV fue una de las épocas más fructíferas en la construcción de ermitas en Cuenca y su provincia. En la propia ciudad y dentro del casco urbano estaba la de San Pantaleón o Iglesia de San Juan de Letrán y la de Ntra. Sra. De la Esperanza. Fuera del casco urbano estaban: La de “El Rey de la Majestad o la Ascensión del Señor”, en el cerro de enfrente del Júcar. La de San Sebastián que fue fundada por el propio Obispo Lope Barrientos, situada en el campo de San Francisco.

El Santo Cristo del Amparo y Santa Catalina del monte Sinaí, situada a la izquierda del Huécar, cerca de la Puerta de Valencia; esta ermita tenía un cementerio donde se enterraban los sacerdotes de esta ciudad y de sus familias, separado por una tapia del cementerio donde se enterraban los desgraciados que eran ajusticiados con la pena capital. A esta ermita se tenía la obligación de bajas anualmente en procesión de rogativa el Cabildo, acompañado del Ilmo. Ayuntamiento y celebrar misa solemne, oficiada por la capilla musical de la Santa Iglesia, regresando a ésta continuando el canto de las letanías. A esta procesión se le llamaba vulgarmente en Cuenca la “Procesión de los Piojos”, porque se decía que al pasar el Cabildo por un estrecho callejón que había en frente al convento de las Concepcionistas, le arrojaron unos pobres desde las ventanas multitud de ellos.

Otra era la de Ntra. Sra. de la Cabeza, estaba situada en la colina que hay sobre la puerta Valencia, sería donde hoy esté el barrio de los Tiradores. La de San Sebastián, cerca de la anterior mencionada. La de San Roque que estuvo en el barrio de las doscientas actual, anteriormente se llamaba “Barrio Argelillo”, esta ermita tenía cementerio y era otro de los sitios donde se enterraban a los ajusticiados.

Había más por el Camino de Cañete actual como: La de Ntra. Sra. Del Buen Suceso que estuvo entre la de la Virgen de la Cabeza y San Roque.

Ntra. Sra. del Socorro, sobre la cúspide del Cerro de este nombre, hoy coronado con el monumento al Corazón de Jesús.

Ntra. Sra. de las Angustias, junto al convento de los Descalzos. En los jardines  de esta ermita se estableció, por el año 1820, el primer cementerio que hubo en la ciudad, que luego cayó en desuso por el poco espacio que se disponía en la parte trasera de la ermita. Otra ermita con el nombre de “Las Angustias de Arriba” existió en la división de los caminos de San Gerónimo y de Buenache de la Sierra.

La de San Bartolomé estuvo debajo de la huerta de los Descalzos y sobre el puente de Carballido. Los cimientos de su capilla mayor se ven hoy en el camino que sube desde el puente de los Descalzos por las escaleras que llegan hasta la mitad de la subida a las Angustias.

La de San Gerónimo, estaba situada sobre la hoz del Huécar y era muy visitada en el día de su titular. San Isidro Labrador, sobre la hoz del Júcar, bien conservada, con cofradía y muy concurrida en el día del Santo, hoy se sigue la tradición. Lindante a esta ermita se halla el cementerio de los Señores Dignidades, Beneficiados de esta Santa Iglesia y por tener pocos nichos desocupados, el Cabildo solicitó al Ayuntamiento, en su tiempo la cesión de más terreno para ampliarlo. Fue en tiempos del Regidor D. Manuel Zarco.

La ermita de San Cristóbal estuvo sobre la cresta del cerro al que dio nombre y que en la actualidad le llamamos el cerro de las antenas. A la margen izquierda del Júcar estuvo la de San Juan de la Ribera, ubicada entre las delicadas huertas del río. Cerquita de ésta y sobre el cerro del margen derecho del río Júcar la de San Julián el Tranquilo, según la documentación existente en el archivo de esta ciudad, “del Tranquillo”. Bajo la protección del Cabildo, en su tiempo tuvo santero que residía en la casa contigua a la ermita.

La de Ntra. Sra. del Carmen, llamada también la “del Carmen Viejo”, estuvo contigua al molino de la Noguera. La de Santa Ana, estuvo cerca del cerro de Casa Blanca, un poco más abajo de la actual Plaza de Toros. Esta ermita era de las más antiguas, pues se cree que pudo ser en el siglo XIII cuando se erigió. Se levantó al cesar la peste que devastó esta ciudad en el Pontificado del Papa Martino V. El pueblo de Cuenca realizó un voto en gratitud a la Santa llegándose a celebrar fiesta local. Este voto se cumplió por muchos años, asistiendo el Ilmo. Ayuntamiento a la misa del 26 de julio de cada año, después de las horas canónicas. Desconozco si en la actualidad se sigue haciendo.

La ermita de San Antonio el Largo, fundada por el bispo Solano, con una casa y una huerta conformaban el espacio que ocupaba, se hablaba de una rica viña, Esta situada cerca del puente del río Moscas y muy cerquita a ella estaba la fuente del Sol, también construida a expensas del Obispo Solano. Mi abuelo paterno tuvo tierras de labor por este paraje por lo que me es familiar el lugar. Cerca de ella estaba también la que se llamaba ermita de Santa Isabel, sobre un cerrillo o rambla que había antes de llevar a la fuente del Sol. En la actualidad el nombre de esta fuente se le ha otorgado a la existente en la unión del Paseo de San Antonio con  la Avenida de los Reyes Católicos.

La ermita de Ntra. Sra. del Puente, ubicada en la actual Parroquia de la Virgen de la Luz. Junto a ella la de San Jorge que sirvió de depósito para los cadáveres de los que morían de muerte siniestra y se ignoraba su identidad. En la zona de las alfarerías estaba la ermita de Ntra. Sra. de Belén.

Más distante de Cuenca se encontraba la ermita de Ntra. Sra. de la Estrella, a tres cuartos de hora a pie por la carretera de Alcázar, existiendo en la actualidad.

Todas estos santuarios fueron muy visitados por los habitantes de la ciudad, que con sus limosnas los reparaban y sostenían, hasta principios del siglo XVIII. Más concretamente la guerra de sucesión fue la puntilla para la mayoría de ellas. El 11 de agosto de 1706, después de un bombardeo, el teniente general inglés Hugo Wilihams, auxiliar del Archiduque Carlos, sus tropas ocuparon varias ermitas como punto de observación y de avanzadilla, profanándolas y destrozándolas. Con Felipe V se repararon la mayoría de ellas, pero con la entrada de las tropas de Napoleón I se volvió a repetir lo sucedido anteriormente y en esta ocasión a mayor escala.

Valga este artículo como un recuerdo nostálgico de lo que fue y de la devoción que procesaban los habitantes de Cuenca a sus santos, por sus muchas gracias concedidas a través de su intercesión.

Cuenca, 1 de julio de 2018.

©José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico