martes, 26 de enero de 2021

San Julián, el Anacoreta del Cerro de la Majestad de Cuenca.

   Hoy 28 de enero, día del Tránsito de San Julián, Patrón de Cuenca quiero traer a colación la vida anacoreta que llevo en el paraje hoy conocido como la Ermita de San Julián el Tranquilo. Será de la mano del Biógrafo de San Julián, D. Juan José Bautista Martínez.
En las faldas del fornido Cerro de la Majestad, hay abierta en el vientre de la roca una gruta, asomada a la pendiente de un paraje seco y agrio, a la que denominan los conquenses “Cueva del Tranquilo”, caverna de la que el documento de la tradición afirma, a través de todas las edades, haber prestado asilo, de cuando en cuando, a la sagrada persona del segundo Obispo de Cuenca.
Lesmes y San Julián. Cuadro de Bartolomé Matarana.
Catedral de Cuenca.

Nos cuentan que por la pendiente de la montaña se ven dos figuras, una curvada y la otra, fornida de elevada estatura, con cabello blanquecino. Ambos se han detenido en el umbral de la cueva, son Lesmes y D. Julián, que planifican los últimos detalles:

-Lesmes, dame el jarroncillo para llenarlo ahí, en la fuente.

-Señor, ya lo llené yo esta mañana -replica el Capellán- cuando vine a arreglar vuestro aposento.

-Pues, entonces, márchate, y con cuidado, no resbales al bajar.

-Señor, -interrogó Lesmes-: ¿Y no podría quedarme yo?

,¡No! Responde el Prelado-; habría que cerrar la casa, y los pobres quedarían sin comer; así que ¡vete!, y el Señor te bendiga.

-Digo que, como la cuesta es trabajosa y áspera para tí –subas con un pan cada tres días.

-¿sí?... ¿Y no será poco?

-No, porque con un pan tengo, sí, tengo bastante… ¡¡ Adiós!!

Lesmes tomaba el serpenteo del camino de descenso del Cerro de la Majestad, mientras D. Julián penetraba en el agujero oscuro de la roca, sepulcro de piedra, que encerrará a un hombre, herido de punta de divina daga, por espacio de seis días.

El plano de la cueva ni es angosto ni dilatado; en su área semicircunferencial hay: al fondo, dos grandes haces de mimbres recostados sobre la roca; a un lado –y no muy retirado de ellos- un pedrusco que sobre su superficie dejó Don Julián un pergamino de los santos Evangelios, el Breviario y un manojo de teas, por si precisara por la noche; a la derecha, de la entrada una capa de hojas de maíz extendidas por el suelo y una gavilla de sarga, atravesada en uno de los extremos de  ellas, como cabecera de cama: un jarroncillo de barro arábigo, sin vidriar, lleno de agua, a un lado de la piedra; y al otro lado de ésta, un pan.

El, por unos días, Anacoreta del Cerro de la Majestad, extremará durante ellos sus penitencias; más incomodidad en el lecho, más caricias de cilicio y más abstinencia…

Las sombras han ido dando pinceladas de negrura a los altos de la sierra, haciéndose opacas, mientras que, resbalando por los repliegues, han ahuyentado a la tímida luz de la tarde, que ha escalado los cielos para asomarse con las estrellas por los ventanales de la noche; Don Julián, después de un pequeño refrigerio y una muy larga oración, se ha dejado caer en el lecho de hojas, recostando su cabeza sobre el incómodo almohadón.

Cuando la alondra madrugadora comenzó a cantar con la saltarina fuente, ya la luz matinal había sorprendido a Don Julián, levantado, con las primeras oraciones hechas y recogido en honda meditación, que durante estos días será solamente interrumpida por la recitación del oficio divino, el tableteo de las disciplinas y el suave resbalar de los mimbres, cuando, obedientes a sus dedos, se vayan trenzando unos con otros hasta tomar la forma de mimosas cestillas que, cuando Lesmes suba, habrá de bajarse a la Ciudad para adquirir el yantar cotidiano.

Y así discurren los días y las horas, y los Ejercicios ya van tocando a su fin.

Y despuntó el sexto día, ocupado, como los anteriores en el cumplimiento del horario, sin omitir el alboreo de cestería con los mimbres que remojados, había traído de la fuentecilla, compañera arrulladora de aquellas soledades.

Iba mediando la tarde; el sol serrano se había parado a orear su frente, en el ventilado pretil de la montaña, y Don Julián, terminando la tejedura del último cestillo, coloca sobre la tosca superficie de la piedra el pectoral de madera y da principio a su última oración.

Recordemos este año al subir a la Ermita de San Julián el Tranquilo que el lugar es sagrado, subamos con respeto recordando al Patrón de Cuenca que pisó ese lugar y lo santificó con su oración y sacrificio, respetemos el lugar y recemos una oración para que San Julián nos proteja y bendiga un año más.

Feliz día del Patrón.

 
Cuenca, 28 de enero de 2020.
      José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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Fuentes:

-Biografía de San Julián de Juan José Bautista Martínez. IMPRENTA CONQUENSE. 1945.

-Noticias del Culto Atribuido a San Julián. Rogelio Sanchiz Catalán. 1909






lunes, 25 de enero de 2021

Luna del Lobo. Plenilunio del mes de enero.

Plenilunio Luna del mes de enero. Luna del lobo. Este año 2021 se dará el día 28, coincidiendo con la festividad de nuestro Patrón San Julián.
Estos día nublados hacen imposible la visualización de esta gran Luna llena, esperemos que los cielos se abran para poder apreciarla.

En la antigüedad el frío y las nieves hacían aullar a los lobos en los alrededores de las aldeas, de ahí su nombre.
Posición de la Luna del Lobo a las 7.54h del 10 de enero de 2020. Cuenca

Los seguidores de la Luna aseguran que este plenilunio, al ser el primero del año, su energía nos impulsa a enfocarnos en los nuevos principios, en los objetivos que queremos alcanzar durante este año que comienza.

Se decía que a menudo las manadas de lobos vagaban y aullaban hambrientos fuera de las villas y pueblos, entre las nieves del invierno y así la Luna llena de enero tomó el nombre de Luna del Lobo.

Durante estos días se buscaba en las noches, junto a la Luna, la sabiduría y era compartida sus enseñanzas con los demás seguidores de lo oculto. La celebración de este Plenilunio es una manera de alejar de nuevo el frío y las sombras. El astro rey, el Sol, ya ha nacido y se puede percibir que los días comienzan a ser más largos, esta Luna se mueve con esa energía que rodea la tierra.

La pureza de su luz brilla sobre los blancos campo cubiertos de nieve o hielo. El mundo invernal sabe guardar muy bien sus secretos, pero la Luna Fría los conoce todos. Esta quietud no tiene nada que ver con la muerte, sino con el sueño, a través del cual, el mundo se renueva esperando a la primavera. La Luna Fría sabe dónde reposar todas y cada unas de estas secretas semillas. Ésta es su sabiduría ancestral.
Secuenciación de la puesta de la Luna llena del Lobo.




Cuenca, 27 de enero de 2021.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

domingo, 24 de enero de 2021

El arte nos cuenta el casamiento de José y María. 23 de enero.

Los Desposorios de María y José
El arte se mezcla con las costumbres sociales y nos cuenta la historia en sus pinturas.
Si recorremos las capillas y retablos de nuestra Catedral nos daremos cuenta de que en ellos nos cuentan la vida de los protagonistas de la venida del Salvador del mundo. Ellos son los protagonistas de nuestro presente que se hace realidad día a día sin olvidar el pasado.

Desposorios de María. Siglo XVI

El cuadro del siglo XVI llama la atención la disposición de las manos y el fondo dorado. El conjunto artístico nos presenta en el centro, el sacerdote, (vestido con ropa decorado con el pectoral lleno de piedras preciosas) uniendo las manos de María y José. Tras ellos, a la izquierda se encuentran dos doncellas que acompañan a María y otro testigo a la izquierda detrás de José. Todos ellos se sitúan bajo un pabellón de tipo renacentista, dejando ver al fondo un brocado dorado tras el que asoma una muralla con almenas.
El 23 de enero se celebra la fiesta de los Desposorios de José y María, esta fiesta pertenece al ciclo de las solemnidades del tiempo de Navidad.
No sé si se han preguntado cómo eran las bodas de los hebreos, pero realmente tuvo que ser como mandan sus tradiciones. Los judíos celebran las fiestas del casamiento después de los esponsales, cuando la novia iba pomposamente a la casa del novio. Ordinariamente sucedía esto por la noche. La comitiva se trasladaba desde la morada del esposo a la de la esposa. Rompían la marcha los músicos, con flautas, timbales y tambores; seguían luego los hombres que repartían a la multitud y a la gente pequeñas cantidades de aceite y nueces; tras ellos, los niños portando coronas y finalmente el esposo con sus amigos.

Una vez llegada la comitiva a la casa de la esposa, ésta engalanada con sus mejores atavíos pero cubierta con un velo, se unía a la comitiva con sus amigas y todos con lámparas o antorchas regresaban a la casa del novio. Aquí presentaban la esposa al esposo; ambos iban adornados con guirnaldas; el contrato estaba arreglado, se intercambiaban los anillos y recibían la bendición. Luego tenía lugar el festín de bodas. Con frecuencia seguían las danzas y los juegos durante varios días seguidos.
Desposorios de María y José
Con respecto a ésta pintura (En muy mal estado) del retablo de la capilla de "los Pozos" de la Catedral de Cuenca, nos presenta la escena en el centro al sacerdote, llevando a su derecha a la Virgen, y a su izquierda a San José, con la vara florida. Se completa la escena con siete figuras más, las mujeres junto a María y los hombres junto a San José, van vestidos con ropaje al estilo del siglo XV y como fondo, un dosel, en el centro, por encima del sacerdote.

Con respecto a los desposorios de José y María se cree que se celebraron en Nazaret, aldea de Galilea, y no en Jerusalén, la ciudad real. El palacio de David estaba en esos momentos ocupado por un extranjero, Herodes el Ascalonita. Para librarse de su crueldad, los descendientes de David habían abandonado la capital y vivían ignorados de todos.

El matrimonio de Ellos, los más nobles y santos retoños de la antigua Familia Real, no fue un casamiento por todo lo alto, como aquel que Salomón ensalzaba por su magnificencia a las hijas de Jerusalén invitándolas a que vinieran a presenciarlo. El campo con sus apacibles encantos, las verdes colinas y los cipreses fueron los testigos de la alegría de sus corazones. Sólo las bendiciones del cielo y la santidad penetraron en la humilde mansión; los ángeles cantaron; el Espíritu Santo infundió en el corazón de los dos esposos la alegría y el amor, Dios y los hombres quedaron satisfechos.

Feliz día y feliz fiesta del momento que hizo posible la creación de la Sagrada Familia.

Cuenca, 23 de enero de 2019.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

sábado, 23 de enero de 2021

Los reyes españoles que visitaron y vieron el cuerpo incorrupto de San Julián


Más paciencia que un santo

Las perturbaciones al sueño de San Julián

Faltaban unos días para la festividad de San Julián cuando por mediación de mi madre me indicó mi abuelo que subiera cuanto antes; así que esa misma tarde después de salir del Colegio Español, desde Calderón de la Barca encaminé mis pasos hacia la Plaza mayor. Preguntándole por la premura me contestó: ¡Hoy vas a poder tocar la urna de San Julián! A ella vinieron a visitar los reyes Felipe II, Felipe III, Felipe IV, Fernando VII y Alfonso XIII, cada uno en su tiempo de reinado.

Me pareció sorprendente tal privilegio y no dudé en acompañar a mi abuelo a la Catedral como tantos otros días. Al entrar se apreciaba un olor intenso a incienso, recorrimos la nave de la Epístola del templo hasta la capilla de la Virgen del Sagrario donde una urna de plata estaba dispuesta en su centro, llamando mi abuelo al sacristán “Pepito” nos abrió la puerta, pasamos y me invitaron a tocar con mi mano la “caja sagrada”. Como niño recorrí, tocando con el dedo índice, todo el lateral de la urna, como si con ello pudiera intuir su contenido. Pronto, el sacristán, nos hizo salir de la capilla y cerró con llave la puerta diciendo: “Sabino un día de estos me vas a poner en un compromiso”. 

Mi abuelo se sentó en un reclinatorio que tenía asiento, me dió el cojín indicándome que me sentara en el suelo y empecé a bombardearlo a preguntas.  Josemari, calla y escucha que todas esas preguntas te las responderé según te lo vaya contando.

Ahí dentro están los restos de San Julián, segundo Obispo de Cuenca. La devoción que despertó después de su muerte, por sus muchos milagros, hizo que fuera conocido en todo el reino de España y que el pueblo de Cuenca acudiese ante el primer sepulcro de San Julián instalado en la capilla de Santa Águeda.

La gente necesitada de consuelos para sus males o por el simple hecho de proveerse una reliquia del Santo comenzó a arrancar pequeños fragmentos del sepulcro de San Julián, tal fue el deseo de la gente de Cuenca en conseguir esas reliquias que al poco tiempo la caja del Santo quedó al descubierto con un gran agujero.

En la ciudad de Cuenca, por esos días, corrió el bulo de que los burgaleses querían a todo trance apoderarse del cuerpo de San Julián, su paisano. Esto irritó los ánimos de los conquenses que llegaron a promover un amotinamiento y armados de hoces, palos, piedras y picos se presentaron en manifestación a ver al Sr. Corregidor y al Obispo, D. Diego Ramírez de Fuenleal, solicitando decididamente ver el cuerpo de su Santo Patrono.

Ante este hecho el Cabildo nombró una comisión formada, entre otros, por los Canónigos D. Eustaquio Muñoz y el Tesorero D. Gómez Carrillo de Albornoz. En la noche del domingo, 17 de enero de 1518 procedieron a levantar la losa, separándola un palmo del sepulcro, permitiendo que todos los presentes pudieran contemplar el cuerpo del Santo Obispo perfectamente conservado y con las vestiduras intactas (hacía 311 años de su enterramiento), esa misma noche los maestros canteros Diego de Flandes y Juan Vizcaíno en unión del carpintero Alfonso de León, volvieron a colocar la lápida en el lugar que antes ocupaba.

Evidenciada la existencia del cuerpo de San Julián, el viernes, día 29 de enero de 1518 se volvió nuevamente a descubrirlo y a manifestarlo a la veneración de los fieles. El Doctor Pedrosa fue el cronista de esta manifestación quien afirmaba que parecía dormido no muerto y con las vestiduras pontificales bien conservadas; tenía a su lado la palma que le había dado la Santísima Virgen María cuando lo visitó en su agonía, conservándose tan fresca y lozana cono recién cortada de la palmera. El cuerpo quedo expuesto al público hasta el 1 de febrero que se hizo una gran procesión, saliendo de la Catedral llegó a las calles de las Tablas, Puerta del Postigo, Monjas Benitas y plazuela del Salvador, regresando a la Catedral. Terminada la procesión quedó el cuerpo, durante 60 días en un nuevo sarcófago de sabina y éste en otro de hierro con tres llaves, guardado en la Capilla Mayor, mientras se preparaba su traslado a otro sitio que ofreciera más seguridad que el altar de Santa Águeda. En el año 1518, el cuerpo se colocó en la capilla de la Reliquia.

La multitud de enfermos curados milagrosamente por la intercesión de San Julián hizo que llegaran ruegos y suplicas para que el cuerpo del Santo fuera expuesto, haciéndolo tres veces en el mes de mayo de 1518, una en junio y otra en agosto.

Al rey Felipe II le llegaron noticias de los numerosos milagros y la asombrosa incorrupción de su cuerpo, accedió a la invitación de D. Fray Bernardo de Fresneda, Obispo de Cuenca y confesor de él. El 30 de abril de 1564 llego a Cuenca, el día 1 de mayo, después de oír misa mayor, subió a la galería viendo y reverenciando el cuerpo del Santo.

El 26 de mayo de 1604 llegó a Cuenca el rey Felipe III, y sintiendo como su padre, gran devoción por San Julián, determinó visitar y admirar su cuerpo. Al efecto, al día siguiente después de la Misa Pontifical que celebró el Obispo D. Andrés Pacheco, a las nueve de la noche se manifestó el Santo Cuerpo ante el Rey, los tres Príncipes de Saboya y demás Señores que le acompañaban. En esta exhibición se notó que el cuerpo del Santo tenía hundido el ojo derecho y le faltaba algo de la ternilla de la nariz ignorándose la causa de ello.

Visto el deterioro que había experimentado el cuerpo del Santo Obispo, el Sr. Pacheco, juntamente con el Deán y el Cabildo de la Catedral promulgaron y juraron un Estatuto por el que se prohibió manifestar el Cuerpo de San Julián bajo ningún pretexto, caso, ni persona.

Abuelo ¿por ese juramento no se pudo ver más el cuerpo de San Julián? Que va, te cuento, con motivo del levantamiento de Cataluña se dirigía a Zaragoza el Rey Felipe IV pasando por Cuenca, llegando a la ciudad el 27 de mayo de 1642, alojándose en el palacio del Obispo, que era entonces D. Enrique Pimentel y encontrándose muy  a gusto en la estancia proporcionada por el Sr. Obispo, prolongó su visita treinta días. Estando en Cuenca recibió la grata noticia de la victoria alcanzada en Flandes por sus tropas sobre las francesas; todas estas noticias animaron al Monarca a solicitar con gran insistencia se le permitiera ver y reverenciar el cuerpo de San Julián a pesar del Estatuto promulgado y juramento del 11 de febrero de 1605.

Entonces ¿no pudo ver el rey el cuerpo del Santo? Pues mira Josemari, creo que tanto al Obispo como al Deán les temblaron las piernas por la insistencia del Monarca y al final accedieron a su petición. Después de desfilar en la procesión del Corpus el jueves, 19 de junio de 1642 el propio Monarca, El Obispo y el deán solicitaron la dispensa del juramento, obteniendo el beneplácito el día 20 de junio y se abrió la caja de hierro y la caja de sabina en el Altar Mayor estando presentes, el Rey, el Cardenal Spinola, el Embajador de Alemania, el Conde duque de Olivares, el Obispo de Cuenca y el de Málaga y también se le entregó al Rey una reliquia.

Abuelo, ¿la caja de hierro cuando la cambiaron? Si Josemari, mira en septiembre de 1695 se tributaron solemnes y extraordinarios cultos con motivo del traslado del cuerpo de San Julián desde la caja de sabina a la valiosa y artística caja de plata, exponiéndose a la veneración del pueblo por espacio de dos días el cuerpo de San Julián, es decir los días 2 y 3 de septiembre de 1695 y en 1760 fueron trasladados a la capilla del Trasparente donde están ahora.

Pero no fueron éstas las únicas veces en que se quebrantó el juramento de no manifestar el cuerpo de San Julián. Sin pensar y saliéndome del alma, dije: ¡Como dice la abuela, quien hace un cesto, hace cientos! Así es Josemari, quien incumple una vez no le cuesta volver a incumplir una vez y mil veces más al ver que no hay castigo.

Con motivo de la venida a la ciudad del Rey D. Fernando VII, el 30 de julio de 1816 se volvió a exponer al público el cuerpo del Santo. En esta ocasión vino con el Rey el infante de España D. Antonio de Borbón, el Duque de Alagón y D. Pedro Cevallos, Ministro de Estado y demás personas de la comitiva regia estuvieron viendo el cuerpo del Santo. En 1850 la Reina Dña. María Cristina vino a Cuenca y el día 5 de septiembre, después de la Misa Pontifical se hizo otra manifestación del Cuerpo del Santo, siendo Obispo D. Fray Fermín Sánchez Artesero.

Desde esta fecha no se registra ninguna manifestación más del Santo, hasta el 5 de mayo de 1905, que vino a esta ciudad el Rey D. Alfonso XIII, que después de su coronación proyectó la visita a todas las capitales de su reino. Componía la comitiva regia el Presidente del Consejo de Ministros, Sr. Fernández Villaverde; el Ministro de la Guerra, Vicente Martitegui; el Sr. Conde de Grave; el grande de España, Sr. Santillana; el Doctor Alabar; el Presidente del Tribunal de Cuentas, D. Mariano Catalina y los Senadores y Diputados a cortes por la provincia de Cuenca.

¿Qué es lo que hay actualmente dentro de la urna? Mira Josemari, durante la Guerra Civil, Cuenca quedó en el lado republicano y los primeros días aquí reinó el caos produciéndose los mayores destrozos y saqueos, entre ellos el de la Catedral y el Palacio Episcopal, donde se quemaron los restos de San Julián, un día de octubre de 1936. Así que dentro de la urna están los huesos que se recogieron y fueron enviados a la Escuela de Medicina Legal de la Universidad de Madrid en 1944, que fueron los encargados de analizar los huesos y certificar los que eran realmente de San Julián, huesos que están depositados en su interior. El decreto de autenticidad de los restos fue firmado el 19 de octubre de 1945.

El sol entraba por el rosetón de la fachada principal cuando abandonamos la Catedral, esa tarde comprendí que en este mundo no se respeta ni a los vivos ni a los muertos y que San Julián fue Santo en vida, y después de muerto, teniendo más paciencia que el Santo Job.

Cuenca, 25 enero de 2015

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

miércoles, 13 de enero de 2021

Efemérides conquenses del 15 de enero. Muerte del LV obispo de Cuenca, D. Isidro Carvajal y Lancáster (1760-1771).

     El día 15 de 1771 moría en esta ciudad, el LV obispo de Cuenca, D. Isidro Carvajal y Lancáster. Éste era el sexto nieto por línea paterna de Motezuma último emperador de Méjico, y descendiente por su madre de D. Enrique II, rey de Castilla, y de D. Fernando y D. Juan II, reyes de Portugal; este pariente del Sr. obispo de Cuenca duque de Abrantes, hijo de D. Bernardino de Carbajal, Sande, Vibero y Motezuma, conde de Lanjarada y señor de San Juan de las Encinillas, y de su legítima mujer doña Josefa de Lancastes, Noriña, Castro y Silva, nació en Toledo el 15 de mayo de 1703 y fue bautizado en la parroquia de San Antolín de la ciudad imperial.

Retablo de San Felipe Neri de Cuenca.

Comenzó sus estudios en la Universidad de Alcalá de Henares y de ella pasó a concluirlos a la de Salamanca, donde fue colegial mayor en el colegio de San Bartolomé en 1724, obteniendo la licenciatura y el doctorado en Derecho Canónico.

En 1728, su tío el duque de Abrantes, le agració en esta catedral con un canonicato; y siendo su hermano D. Álvaro también canónigo de Cuenca, entre ambos fundaron a sus expensas en 1738 el oratorio de San Felipe Neri de esta ciudad.

En 1734 le ofreció al D. Isidro el rey Felipe V la mitra de Barcelona, que no aceptó como tampoco el deanato de esta santa iglesia, y en enero de 1760 le presentó para obispo de Cuenca S. M. D. Carlos III.

Le consagró en esta catedral el Ilmo. Sr. D. Francisco Rodríguez Chico, obispo de Teruel, tomando posesión el día 24 de enero de 1760 y pocos días después se hizo el solemne traslado de los restos de San Julián al altar del Transparente.

Este prelado fue muy asiduo en visitar su obispado, sin omitir pueblo alguno de lo más penoso de la serranía, y humildísimo no gustaba en las visitas de aparato no de grandes acompañamientos, y a pesar de la molesta topografía de esta ciudad ni en ella ni en otra parte gastó coche.

Fue un varón tan ejemplar, prudente y justificado y sobre todo tan caritativo, que no solo dio a los pobres de su obispado las rentas de la mitra, si que también grandes sumas de sus bienes heredados, y afabilísimo en su trato, su mesa era el modelo de la sobriedad y modestia.

Murió nuestro insigne Obispo el 15 de enero de 1771, y su cuerpo se depositó en esta catedral, de donde fue trasladado a una tribuna del oratorio de San Felipe Neri, en que también se halla el de su hermano D. Álvaro, varón tan justo que entrando de congregante y no reputándose digno del nombre de padre, tomó el de hermano.

Según D. Felipe de Castro, prefecto que fue de esta congregación, en tiempo de la guerra de la Independencia, las tropas francesas, buscando alhajas y dinero, descubrieron los cadáveres de ambos hermanos.

Cuenca, 15 de enero de 2021.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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Fuentes documentales:

-Descripción e historia política, eclesiástica y monumental de España. Provincia de Cuenca. Madrid. 1897.

-Noticias de todos los Ilmos. Sr. Obispos que han regido la diócesis de Cuenca. D. Trifón Muñoz y Soliva. 1860

 

jueves, 7 de enero de 2021

Santa Gúdula (Siglo VII). Festividad del 8 de enero.

     Si habéis estado en Bruselas es de suponer que habréis visitado su catedral. Es de estilo gótico y pertenece a la Archidiócesis de Malinas-Bruselas. Está dedicada a la santa que celebramos hoy, Santa Gúdula y también a San Miguel. Para que nos demos una idea, se comenzó su construcción en 1226, tardando 274 años en terminarla, es decir que se concluyó en el año 1500.

Centrándonos en su vida, Santa Gúdula nació en 650 en Brabante (Pagus Brachatenses), región sitiada en la parte central de la actual Bélgica, en el seno de una familia aristocrática franca, su padre era duque de Lorena, llamado Witger, y su madre santa Amalberga.

Santa Gúdula

He de destacar que esta santa mujer nació en medio de una constelación familiar de santos, Así tenemos: fue hija de santa Amalberga, como he dicho anteriormente; ahijada de santa Gertrudis de Nivelle y hermana de san Aldeberto y santa Reinalda; se educó en el convento de Nivelle y luego vivió con sus padres en Ham, cerca de Alost, enteramente dedicada a la piedad y a las buenas obras.

El antiguo cronista de Lobbes, Hubert, nos la describe como una mujer consagrada en cuerpo y alma a socorrer al prójimo. Colaboró con su hermano en las misiones de éste por el Brabante, y se la atribuyen infinidad de milagros, como el del niño que recobró el habla en sus brazos y la curación de una leprosa.

Una de las historias que se le atribuyen sus biógrafos nos dice que a santa Gúdula a media moche se levantaba para hacer sus devociones alumbrándose con una linterna o farol y saliendo de su casa se dirigía a una capilla de madera dedicada a San Salvador en Moorsel y que siempre el diablo le apagaba la luz con un rabioso soplido, pero con la salvedad que se la volvía a encender un ángel.

También se cuenta que un día volviendo de la capilla de Moorsel encontró a una mujer que llevaba en brazos a un niño de no más de 10 años, estaba paralítico de pies y manos. Tomándole Gúdula la mano, lo acarició y rogándole a Dios por el niño, repitió las palabras del Evangelio de San Juan: “Todo lo que pidiereis a mi Padre en mi nombre os lo concederá” (Jn. 14, 13), y al momento el niño se sintió curado y comenzó a dar saltos de alegría.

Por último os cuento otro de su milagros más conocidos: Esta vez vino a su encuentro una mujer que estaba enferme de lepra llamada Emenfreda. Gúdula le examinó las llagas, la consoló y después de hablar con ella se curó.

Catedral de San Miguel y Santa Gúdula. Bruselas.

Santa Gúdula murió un 8 de enero del año 712, tras una breve enfermedad. Fue enterrada en Vilvorde. Después de unos años su cuerpo fue trasladado a Morsel, donde se estableció un monasterio de religiosas. Durante unos sesenta años el cuerpo de santa Gúdula reposó en la iglesia de San Géry en Bruselas y por último, el conde de Lovaina, Lamberto II, hizo trasladarlo en 1047 a la iglesia de Molenberg, llamada de San Miguel Arcángel, cambiando el nombre por el de Santa Gúdula.

La Catedral de Bruselas se inicio su construcción en el siglo XIII por encargo del Duque de Brabante y no fue considerada catedral hasta el siglo XX, por la década de los sesenta. En sus orígenes se la conocía con el nombre de Iglesia de San Miguel, en honor al Arcángel, pero en el siglo XI al depositarse el cuerpo de Santa Gúdula en ella, se le cambió el nombre, pasándose a llamar Catedral de San Miguel y Santa Gudula.

Publicado en Cuenca, 8 de enero de 2021.

   Por:  José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:

-Año Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.

-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.

-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.

 

martes, 5 de enero de 2021

A mi madre en el séptimo aniversario de su muerte.

El amor a una madre permanece eternamente en el corazón de sus hijos.


En nuestra vida comprobamos cómo las amistades que creíamos más fuertes se van perdiendo con el paso del tiempo. Eso no significa que el amor verdadero no exista ni que podamos establecer una amistad de amor con otro persona. Pero existe un ser que siempre va a estar a nuestro lado, que nos acompañará durante la vida y nos seguirá acompañando más allá de la muerte, esa persona que nos profesa un amor verdadero, que nos envuelve en cariño, apoyo y protección,  esa persona es nuestra madre.

Hoy es el séptimo aniversario de la muerte de mi madre, en la noche de Reyes nos dejó. Por muchos años que pasen siempre vivirás en mi corazón, sabiendo que el amor de una madre es infinito y porque a pesar de que haya pasado el tiempo siempre seguiré teniéndolo en donde quiera que estés.

Hoy quiero dejaros el relato que escribí sobre el momento de su muerte, coincidiendo con la noche mágica de Reyes. Espero que os guste y al terminar de leerlo os ruego que recéis un padrenuestro por su alma. Gracias.


Esperanza González Vega

La Noche Mágica de Reyes de un alma en su tránsito.

 Sentado al calor de la estufa, un abuelo contaba a su nieto un cuento, que él aprendió hace ya muchos años en este mismo hogar de oírselo contar a otro que entonces era su abuelo. Contando los últimos minutos del año y nevando, la lumbre se iba consumiendo poco a poco igual que la noche que tenía el suelo cubierto de nieve y el cielo incansable seguía enviando su aguinaldo de copos blancos.

Pasadas las fiestas navideñas el frío viento de enero se hacía notar entre las rendijas que dejaba la puerta del balcón que daba al barrio de San Martín, poniendo cerco a una casa humildemente vieja desde donde se divisaba a lo lejos, entre la blancura de la nieve, el Corazón de Jesús en lo más alto del cerro. Nada humano se apreciaba, parecía que todo se hubiera apartado del mundo, noche abandonada entre la blancura de la nieve como expiación a sus culpas y a modo de túnica nazarena, con cilio de hielo, se vistió la tierra en sus ansias de elevarse hasta Dios.

Aquella casa donde Esperanza se había criado se tornaba en la sala de urgencias del hospital. Esa noche del cinco de enero, noche de Reyes, en una cama anónima yacía la hija, convertida en madre y abuela con los años. El hijo pensaba que el fin de ella se acercaba sin que él lo pudiera evitar; con cara sonriente preguntaba a su hijo ¿vendrán los Reyes? pues ya lo creo, pero intenta dormir que los Reyes no vendrán hasta que estés dormida como me decías cuando era pequeño. Así ella se iba olvidando de su dolor al hacer efecto el medicamento. Cerré los ojos y a mi mente vino la imagen de mi abuelo, su padre, al que le preguntaba ¿Y que se sueña la noche de Reyes? Se sueña que por un camino empedrado  de estrellas, tendido sobre el cielo de azul, tres Reyes envueltos en un gran resplandor, sobre tres camellos muy blancos, avanzaban precedidos de una estrella que les guiaba hacia la ilusión creada en la mente de los niños; las nubes se apartan para dejarles pasar y sobre ellos muchísimos ángeles cantaban unas cosas tan bellas que la madre convertida en niña sin dejar de dormir sonreía.

Los Reyes andaban despacio, pero por fin los Reyes llegaron a las primeras casas de la ciudad de Cuenca, un ángel que en una mano llevaba una lista decía lo que en cada ventana había que dejar. Terminaron y ya se marchaban y la madre-niña pensaba ¿Se olvidarán de venir a mí? No, no se olvidaban que ya habían cogido el camino que conducía hasta allí. Uno de los tres Reyes hablo: “has sufrido mucho y has seguido siendo buena, tu sitio no lo tienes en la tierra ¿por qué no vienes con nosotros al cielo? los ángeles así también lo querían”. Ella se sonreía estaba contenta porque ya se veía marchar por aquel camino alumbrado por la luz del amor más Divino. Como había de marchar quiso despertar para despedirse de los suyos, pero ya era tarde, el alba venía y el tiempo apremiaba; sobre una estrella le hicieron un lecho y partió con la caravana de Dios. Al acercarse sus hijos hicieron notar que en el rosto de su madre una sonrisa tenía. (Nació para morir el 12 de junio de 1922, murió para vivir el 6 de enero de 2014)

Cuenca, 5 de enero de 2021.

José María Rodríguez González.