El domingo día 13 de diciembre,
el Sr. Obispo D. José María Yanguas Sanz dio inicio al Año Santo de la
Misericordia, será un año de gran perdón para toda la humanidad. Apenas cinco
días después de que el Papa Francisco abriera la Puerta Santa de la Basílica de
San Pedro en Roma, nuestro Obispo se une al gesto de las diócesis del mundo que
han abierto sus Puertas Santas para el Año Jubilar.
Este domingo se ha empleado la
puerta de de la Piedad de la Catedral y no la del Perdón hasta nuestra época.
El ritual fue modificado en la Navidad de 1975, cambiándose el rito de apertura
y cierre del Año Santo.
En las fotografías que se
disponen de nuestra catedral de principio de siglo XX, se puede apreciar como
está tapiada parte de la puerta del Perdón porque era la empleada para este
fin. Sobre el parteluz de la puerta existía un cartel con el nombre PORTA
SANCTA.
Déjenme explicarles la historia
de cómo era este interesante rito de apertura del Año Santo:
Me basaré en la descripción
realizada por Giovanni Rucellai de Viterbo del año 1450. La primera vez que se
realizó fue en el año de 1423 por el papa Martín V, y fue la Puerta Santa de la
Basílica de San Juan de Letrán. Los años de Jubileos se celebraban cada 33
años. El Vaticano abrió su Puerta Santa por primera vez en el año 1499, siendo
Papa Alejando VI, quien quiso dar una mayor participación al jubileo
permitiendo que se abrieran las puertas de las basílicas mayores de Roma. Este
Papa quiso dejar bien definidas las normas del ceremonial del Año Santo, en
especial el rito de apertura y clausura de la Puerta Santa, encargándole la
elaboración de los ritos al famoso Johannes Burckard, maestro de las ceremonias
pontificias. La Puerta Santa del año jubilar del año 1500 fue abierta la noche
de Navidad de 1499 y fue cerrada en la solemnidad de la Epifanía del año 1501.
Según la tradición, la apertura de la Puerta Santa se preparaba mediante el
rito llamado “Recognitio”. En el desarrollo de la ceremonia, se quitaba el muro
de ladrillos que cerraba la Puerta Santa de la Basílica.
El ritual preparado por Burckard
y aprobado por el Papa, fue realizado sustancialmente en todos los jubileos,
introduciéndose algunos retoques en el año 1525 por el maestro Biagio de Cesena,
permaneciendo inalterados hasta 1950.
Estos ritos se caracterizaron por
las siguientes particularidades:
La puerta de los templos donde se
había designado una Puerta Santa estaba cerrada en el exterior por un muro y no
por una puerta. En el momento de su apertura se derribaba el muro.
Desde el siglo XV se usó el
ladrillo para la construcción de la pared. El cronista del jubileo de 1423
escribe que “es tan grande la devoción de
las personas por los ladrillos y escombros, que apenas es derribada la puerta,
se lanzan con ímpetu a recogerlos y llevárselo como su fueron reliquias
sagradas”(L. Bargellini, L’Anno Santo, 66).
El Papa tiraba una parte y los
albañiles completaban el trabajo de demolición. En las Navidades de 1499, el
Papa usó un martillo para golpear tres veces el muro. Pronto se vió que el
martillo no era simbólico por lo que se convirtió en un objeto artístico y en
1525 el martillo usado era de oro. En 1575, de plata dorada con mango de ébano.
En el rito de clausura se usaba
la paleta de albañil, desde 1525 hasta el Papa Pio XII, que fue el último en
utilizarla en el Año Santo de 1950. Según el rito de clausura la Epifanía de
1501 se prevé que dos cardenales pusieran en el muro dos ladrillitos: uno de
oro y otro de plata.
En las Navidades de 1975 se
modificó el rito. El Papa no usó ya ni el martillo, ni la paleta, ni los
ladrillos simplemente abrió y cerró respectivamente la puerta de bronce. Fue
Juan Pablo II quien no usó por primera vez el martillo, pues ya no había que
derribar muros, solamente empujó la puerta para que se abriera.
La ceremonia se enriqueció con un profundo sentido bíblico, teológico y
litúrgico pastoral que tiene la puerta de la historia de la salvación y de la
Iglesia.
Cuenca 13 de diciembre de
2015-12-13
José María Rodríguez. Profesor e
investigador histórico
No hay comentarios:
Publicar un comentario