Un lugar de encanto y recogimiento
Se aproxima la festividad de
nuestro Santo Patrón San Julián y hoy voy a hablaros de un lugar emblemático
para todas las generaciones de conquenses, la Ermita de San Julián. Sabido es
que a este paraje o sitio iba con frecuencia San Julián para entregarse a la
oración, y donde, lejos del mundanal ruido de la ciudad, hacía el Santo vida
ascética y se entregaba a Dios por la soledad y penitencia.
Este sitio es un lugar de
veneración sagrada para los conquenses por haber sido honrado y enaltecido por
su Protector y Patrono. En este sitio, se edificó una ermita en honor a San
Julián, en la cual se veneraba una imagen suya, tallada en madera, con ropaje
de paseo, arrodillada y en actitud orante; también existía sobre la puerta de
la Ermita otra imagen del Santo tallada en piedra, que lo representaba de pie.
Otra de igual material y posición hubo en una cueva contigua al santuario; la
cual debió utilizar nuestro Patrón, como primitivo albergue en su retiro
ascético.
Adosada a la Ermita y formando un
todo con ésta, hay una casa con amplias y cómodas habitaciones, que se utilizó
como vivienda para el santero.
Fue esta Ermita donde en tiempos
de fe más viva, se inició el culto a San Julián, después de la Catedral, como
más característico y peculiar culto que, además del ordinario, por encargo y a
expensas del Ilmo. Cabildo Catedral (a quien pertenece la Ermita), se dedicaba
al Santo en los días 28 de enero y 5 de septiembre. Se ha venido celebrando el
extraordinario por el vecindario de Cuenca y pueblos cercanos que tributaban a
San Julián. En esos años existía la costumbre de acudir al santuario para dar
gracias al Santo por haberlos sanado de sus dolencias durante el año.
Otra costumbre era la de coger
agua en la fuente que existe en la puerta de la Ermita para suministrarla a los
enfermos y hacer Vigilias en el Santuario para cumplir promesas en honor del
Patrón de Cuenca. Habiendo oído decir a personas ancianas, con relación a sus
predecesores, que en las paredes de la Ermita hubo numerosos exvotos como
ofrendas de enfermos agradecidos al Santo Obispo, cuyos testimonios de piedad
debieron desaparecer en alguna de las reparaciones hechas en la Ermita.
Entre los cultos tributados a San
Julián en la Ermita de El Tranquilo,
son dignos de especial mención los celebrados en los siglos XVII y en los años
siguientes; 1798, 1825, 1873 y en 1908 por revestir un carácter extraordinario.
Consta en documentos del siglo
XVII, sin que se pueda precisar el año, que el canónigo de esta Catedral Don
Francisco del Pozo, edificó a sus expensas en el sitio de El Tranquilo, una Ermita en honor a San Julián, cuya bendición se
hizo en medio de las aclamaciones y júbilo más entusiasta del pueblo de Cuenca.
En el año 1798, Don. Juan
Bautista Loperraez, canónigo y protector del Santuario mandó realizar a sus
expensas una imagen de San Julián y otra de San Lesmes, talladas por Juan
Manuel Bort, maestro cantero.
Fueron los franceses quienes
destruyeron la Ermita en 1809 así como las imágenes de piedra de Manuel Bort.
En el año 1825 se reedifica tal
como lo podemos ver en la actualidad. Para celebrarlo se hizo una solemne
función el 7 de octubre de ese mismo año.
Después de estos acontecimientos
merece mencionar los del 24 de junio de 1873. A estas alturas del siglo XIX la
Ermita tenía un lamentable aspecto de dejadez y fueron a los vecinos de la
parroquia de San Juan Bautista, en cuya jurisdicción estaba enclavada la
Ermita, fueron los que realizaron la reparación y Don Francisco María Martínez
Marín fue quien sufragó parte de los gastos de la restauración y el Obispo Sr.
Miguel Payá, organizó una Junta de Damas que recorrían la ciudad en demanda de
una limosna para la restauración de El
Tranquilo.
Para su celebración y puesta en
servicio de nuevo, se realizó a las cinco de la
mañana una Misa rezada, celebrada por D. Cirilo de la Peña, y otra Misa
cantada, a las seis, con sermón.
Por último, de los años
consignados anteriormente sería el 6 de septiembre de 1908, con motivo de las
fiestas del VII Centenario del Tranquilo,
culto que consistió en una procesión-romería con una imagen del Santo Obispo
por la Ermita, celebrándose una Misa de Campaña, con sermón en la explanada
existente delante de la Ermita por la gran cantidad de fieles conquenses que
asistieron.
Éste es un pequeño resumen de su
historia y de la devoción que existió y que en la actualidad sigue existiendo
en los corazones de los conquenses, que año tras año seguimos celebrando a
nuestro Patrón el 28 de enero.
Feliz día de San Julián a todos.
Publicado en 25 de enero de 2019
Por: José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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