lunes, 24 de enero de 2022

La Ermita de San Julián “El Tranquilo”

Un lugar de encanto y recogimiento

Se aproxima la festividad de nuestro Santo Patrón San Julián y hoy voy a hablaros de un lugar emblemático para todas las generaciones de conquenses, la Ermita de San Julián. Sabido es que a este paraje o sitio iba con frecuencia San Julián para entregarse a la oración, y donde, lejos del mundanal ruido de la ciudad, hacía el Santo vida ascética y se entregaba a Dios por la soledad y penitencia.

Este sitio es un lugar de veneración sagrada para los conquenses por haber sido honrado y enaltecido por su Protector y Patrono. En este sitio, se edificó una ermita en honor a San Julián, en la cual se veneraba una imagen suya, tallada en madera, con ropaje de paseo, arrodillada y en actitud orante; también existía sobre la puerta de la Ermita otra imagen del Santo tallada en piedra, que lo representaba de pie. Otra de igual material y posición hubo en una cueva contigua al santuario; la cual debió utilizar nuestro Patrón, como primitivo albergue en su retiro ascético.

Adosada a la Ermita y formando un todo con ésta, hay una casa con amplias y cómodas habitaciones, que se utilizó como vivienda para el santero.

Fue esta Ermita donde en tiempos de fe más viva, se inició el culto a San Julián, después de la Catedral, como más característico y peculiar culto que, además del ordinario, por encargo y a expensas del Ilmo. Cabildo Catedral (a quien pertenece la Ermita), se dedicaba al Santo en los días 28 de enero y 5 de septiembre. Se ha venido celebrando el extraordinario por el vecindario de Cuenca y pueblos cercanos que tributaban a San Julián. En esos años existía la costumbre de acudir al santuario para dar gracias al Santo por haberlos sanado de sus dolencias durante el año.

Otra costumbre era la de coger agua en la fuente que existe en la puerta de la Ermita para suministrarla a los enfermos y hacer Vigilias en el Santuario para cumplir promesas en honor del Patrón de Cuenca. Habiendo oído decir a personas ancianas, con relación a sus predecesores, que en las paredes de la Ermita hubo numerosos exvotos como ofrendas de enfermos agradecidos al Santo Obispo, cuyos testimonios de piedad debieron desaparecer en alguna de las reparaciones hechas en la Ermita.

Entre los cultos tributados a San Julián en la Ermita de El Tranquilo, son dignos de especial mención los celebrados en los siglos XVII y en los años siguientes; 1798, 1825, 1873 y en 1908 por revestir un carácter extraordinario.

Consta en documentos del siglo XVII, sin que se pueda precisar el año, que el canónigo de esta Catedral Don Francisco del Pozo, edificó a sus expensas en el sitio de El Tranquilo, una Ermita en honor a San Julián, cuya bendición se hizo en medio de las aclamaciones y júbilo más entusiasta del pueblo de Cuenca.

En el año 1798, Don. Juan Bautista Loperraez, canónigo y protector del Santuario mandó realizar a sus expensas una imagen de San Julián y otra de San Lesmes, talladas por Juan Manuel Bort, maestro cantero.

Fueron los franceses quienes destruyeron la Ermita en 1809 así como las imágenes de piedra de Manuel Bort.

En el año 1825 se reedifica tal como lo podemos ver en la actualidad. Para celebrarlo se hizo una solemne función el 7 de octubre de ese mismo año.

Después de estos acontecimientos merece mencionar los del 24 de junio de 1873. A estas alturas del siglo XIX la Ermita tenía un lamentable aspecto de dejadez y fueron a los vecinos de la parroquia de San Juan Bautista, en cuya jurisdicción estaba enclavada la Ermita, fueron los que realizaron la reparación y Don Francisco María Martínez Marín fue quien sufragó parte de los gastos de la restauración y el Obispo Sr. Miguel Payá, organizó una Junta de Damas que recorrían la ciudad en demanda de una limosna para la restauración de El Tranquilo.

Para su celebración y puesta en servicio de nuevo, se realizó a las cinco de la  mañana una Misa rezada, celebrada por D. Cirilo de la Peña, y otra Misa cantada, a las seis, con sermón.

Por último, de los años consignados anteriormente sería el 6 de septiembre de 1908, con motivo de las fiestas del VII Centenario del Tranquilo, culto que consistió en una procesión-romería con una imagen del Santo Obispo por la Ermita, celebrándose una Misa de Campaña, con sermón en la explanada existente delante de la Ermita por la gran cantidad de fieles conquenses que asistieron.

Éste es un pequeño resumen de su historia y de la devoción que existió y que en la actualidad sigue existiendo en los corazones de los conquenses, que año tras año seguimos celebrando a nuestro Patrón el 28 de enero.

Feliz día de San Julián a todos.

Publicado en 25 de enero de 2019

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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