Patrono de los predicadores y
humoristas.
Nuestra ciudad de Cuenca tiene una iglesia dedicada
en su honor. Pero realmente sabemos muy poco de la vida de este santo, aunque
hay mucho escrito sobre él.
En Roma le conocía todo el mundo, era el
conversador más simpático, afable y bromista del viejo barrio de los
peregrinos, charlaba alegremente con los jóvenes de las tiendas, y su humor
excéntrico y bondadoso era como un imán. De noche se dedicaba a la vida
contemplativa, pasaba largas horas rezando en la catacumba de san Sebastián, y
tenía éxtasis, trepidaciones y reacciones cardíacas tan violentas que en una
ocasión se le rompieron dos costillas, hecho comprobado en su autopsia.
Le llamaban “Pippo Buono”, Felipe el Bueno, su
piedad era proverbial, pero no se creía digno de ser sacerdote. Era de
Florencia, hijo de un notario, y estaba destinado a heredar a un rico tendero
tío suyo, pero a los dieciocho años, atraído por la espiritualidad dominica,
marchó a Roma, de donde ya no se iba a mover. Su gran ilusión era ser
misionero, pero una vos le avisó: “Tus Indias están en Roma”.
A los 36 años recibió las órdenes sagradas, afluyen
los discípulos que se reúnen en una especie de desván, el “Oratorio” de san Girolamo
della Carità, habilitado para rezos, cánticos e instrucciones religiosa.
Años después, Felipe va a fundar su obra visible más perdurable, una
congregación de sacerdotes regulares, los oratorianos, para vivir en comunidad
sin votos especiales.
Los papas quieren hacerlo obispo y cardenal, él no
acepta, su ejemplo y sus milagros hacen que el pueblo le venere en vida, y él
reacciona con chanzas y estrafalarias ocurrencias que aparecen impropias del
aire solemne que, no se sabe por qué, atribuimos a los santos. Será hasta que
muera el hombre más alegre de la ciudad, que se sirve del humor como arma de
mortificación personal y como medio de sabotear las tentaciones del orgullo: la
risa a costa de uno mismo que libera de la hinchazón vanidosa y atrae
divertidamente a todos hacia Dios.
Con la paz de los justos moría en mayo de 1595,
rodeado de sus discípulos. Pocos hombres han influido tanto en Roma como él.
Durante medio siglo fue oráculo de Pontífices, cardenales y los más insignes
personajes de la época. Amigo de san Carlos Borromeo y del cardenal Federico
Borromeo, confesor de san Camilo y de san Ignacio, director espiritual del
cardenal Baronio. La humildad era su virtud predilecta. Un día puso dos dedos
sobre la frente de uno de sus discípulos, diciendo que la santidad estaba en
aquel breve espacio, pues todo consiste en mortificar la parte racional. Con lo
que quería ponderar la importancia que tiene la humildad del espíritu.
Interior de la iglesia de san Felipe Neri en Cuenca. |
En Cuenca, el convento de San Felipe Neri fue
construido en el año 1739. La traza o diseño fue de Felipe Bernardo Mateo,
maestro mayor de la diócesis y la obra la dirigió José Martín de Aldehuela. La
obra fue sufragada por el arcediano de Moya D. Álvaro Carvajal y Lancáster. La
iglesia es de una sola nave con planta de cruz latina, su estilo es rococó y se
restauró en 1989.
Cuenca, 26 de
mayo de 2020 y el 26 de mayo de 2024.
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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