Fue conocido
como Enrique el Santo o Enrique el Cojo. Fue emperador del Sacro Imperio de
Alemania con el nombre de Enrique II.
Hijo del duque
de Baviera, heredo el ducado a la muerte de su padre, y en el 1002, al morir sin
descendiente directos Otón III, le sucedió en el trono del Imperio Romano
Germánico; posteriormente su apoyo al Papa Benedicto VIII, que tuvo que
enfrentarse a un antipapa, le valió ser coronado en Roma.
Su política de
consolidación de la monarquía germánica y sus guerras con Polonia parte de sus
deberes imperiales, que no son del caso, y en el santoral se le recuerda por su
empeño en contribuir a la reforma del clero y sus fundaciones eclesiásticas,
entre ellas el obispado de Bamberg, en cuya catedral está enterrado.
Pero también
tales aspectos tienen que ver de forma directa o indirecta con la política, y
ésta inevitablemente determinó la aparición de ciertas leyendas piadosas (como
la de su matrimonio blanco con santa Cunegunda), que hoy los historiógrafos
tienden a rechazar.
De san Enrique
se decía por ejemplo que tenía una firme vocación de monje y que repetidas
veces intentó ingresar en un monasterio, circunstancias que están lejos de ser
probadas. De todos modos, si está en el santoral no es por ser religioso frustrado,
sino emperador reinante, con todas las adherencias legendarias-políticas que
ello significaba en aquel tiempo.
Canonizado en
el año de 1146, aun suponiéndolo una indudable piedad y un fervoroso celo por
la causa de la Iglesia, hoy se le evoca por santificarse al frente de un
imperio, haciendo política, en el altísimo puesto humano que se le asignó, sin
renunciar a sus turbiedades y peligros, santo emperador para que de todo haya.
Ejemplo de
gobierno, deberían tomar ejemplo del santo de hoy nuestros dirigentes y
anteponer las necesidades del pueblo al enriquecimiento personal.
Cuenca, 13de
julio de 2020
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J.
Madrid. 1961.
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