La Iglesia española y el martirologio de la Compañía de Jesús se honran hoy con la memoria de San Pedro Claver, el apóstol y esclavo de los esclavos.
Nació en Verdú de Cataluña, en junio de 1580, de humildes y cristianos padres, estudió las primeras letras al lado de su tío, canónigo de la catedral de Solsona, pasando luego al colegio de la Compañía de Jesús en Barcelona. Había recibido ya la tonsura clerical cuando ingresó en el colegio; a los 22 años lo encontramos en el noviciado de Tarragona, en busca de la perfección y de las almas. En 1605 fue destinado al colegio de Mallorca para estudiar filosofía. Los tres años que pasó en la isla fueron decisivos en la orientación de su vida.
San Pedro Claver. |
Era entonces portero de aquel colegio de Montesión el hermano coadjutor San Alonso Rodríguez, venerable anciano tan ilustrado en los misterios de Dios que aun los más doctos sacerdotes acudían a él en busca de consejo. Las dos almas se entendieron desde el primer encuentro. Pedro se entregó a la dirección espiritual del hermano Alonso, el cual había conocido por luz sobrenatural que estaba tratando con un Santo. Un día contempló en el cielo una serie de tronos; entre ellos había uno, más bello, pero vacío: “¿Ves aquel trono? – le dijo su Ángel de su Guarda-. Está reservado para Claver, tu discípulo, quien lo ha de merecer con las heroicas virtudes y celo extraordinario que desplegará en las Indias Occidentales, llevando muchas almas a Dios Nuestro Señor”.
En Cartagena de Indias, en lo que hoy es Colombia, fue “esclavo de los esclavos”, dedicó 32 años de servicio a los seres más desheredados, los esclavos negros que traían de África, ignorantes, enfermos, moribundos, cuidándoles y evangelizándoles con una solicitud heroica que con frecuencia provocaba el asombro incomprensivo.
Pero él estaba enamorado de aquella pobre humanidad, todo le parecía poco para socorrer a los negros, a los presos de la Inquisición, a los extranjeros que capturaban las naves españolas, y cuando no se desvivía por los demás rezaba y adoraba por la noche al Santísimo Sacramento.
En sus últimos años el hombre más activo de América está condenado por el mal a no moverse de un rincón, y le cuida un esclavo negro que le maltrata. Es hora de que la imitación de Cristo se convierta en paciencia y sonrisa, hasta que muere desvivido por el afán de ser como el Señor, el día 8 de septiembre de 1654, los 64 años de edad.
“La vida que más me ha impresionado después de la Cristo”, dijo el papa León XIII cuando lo canonizó el 15 de enero de 1888 junto a san Alonso Rodríguez.
Publicado en Cuenca, 9 de septiembre de 2020 y el 9 de septiembre de 2023.
Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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