viernes, 31 de mayo de 2024

La milagrosa imagen de la Virgen de la Luz de Cuenca. 1 de junio

Dos milagros realizados por la Virgen de la Luz de Cuenca
Al alborear el mes de junio Cuenca celebra la festividad de la Virgen de la Luz. La devoción mariana se extendió por toda España desde antes del Medievo, prendiendo a las gentes sencillas. María la gran intercesora, va recibiendo en su trono los anhelos de cuantos han necesitado su intervención divina. Cuenca, como ciudad privilegiada, vio su mediación desde los comienzos como ciudad cristiana.

Virgen de la Luz de Cuenca
Entre sus gentes y poetas inicia el origen la Virgen de la Luz del Puente, “La Morenita”, la que muestra el encanto de las imágenes primitivas, destinadas a soterramientos por obra de la algara. La que en los fragorosos días del batallador Alfonso que en las Navas quebrantaría aherrojamientos por obra de sus hierros, le mostrara el camino para sortear el elevado puente, candil en mano para iluminar a los que acudían a cabezos conquenses  a realizar el ideal de San Agustín: “Arranquemos a los gentiles los vasos sagrados y piedras preciosas que no les pertenece para adornar los templos de nuestro Dios y Señor”.

No sólo la ciudad de Cuenca obtuvo el favor divino en su toma y conquista, sino que se ha visto favorecida a lo largo de los siglos por la mediación divina de la Virgen y hoy  pongo en conocimiento dos de los muchos milagros realizados a lo largo de los años.

Allá por el año 1226 llegó a Cuenca la reina Doña Beatriz de Suabia (1*), princesa alemana, muy bella y hermosa, hija del Emperador Federico, primera mujer del Rey Fernando III el Santo y el más grande de las figuras del siglo XIII.


Interior de la Parroquia de la Virgen de la Luz
Se ha investigado mucho la causa de su venida a Cuenca. Concretamente no se ha podido averiguar, pero se sospecha que fuera una misión diplomática para ayudar al Rey de Aragón Don Jaime I en su guerra contra los moros de Valencia por ser Cuenca el bastión más avanzado del Reino de Castilla. A los pocos días de su estancia en nuestra ciudad a la Reina Doña Beatriz que se encontraba en periodo muy avanzado de embarazo de su hijo el Infante Don Felipe, le sobrevino una fiebre muy alta. La consternación fue general. A toda prisa  fue traído el famoso Pedro de Montpellier, físico de la Corte. El pronóstico fue pesimista. La Reina moriría.
Su hijo Alfonso X nos recuerda tan amargo trance en una de sus Cantigas:

“E porque esto decían,

non era sin razón,

cadáver al seu fillo,

estaba en a sazón.

E havia tan gran fever,

que quen a via enten, decía,

seguramente, desta non escapara.”

Se perdió toda esperanza humana. Sólo en un milagro del cielo estaba la salud de la Reina. Día y noche se hacían rogativas en la reciente creada Catedral. En solemne procesión fue trasladada la Virgen (de La Puente), Patrona de la Ciudad a la Cámara real. La Reina (dice la Crónica General) besó devotamente las manos y los pies de Nuestra Señora de la Luz y… ¡Oh milagro!... a las pocas horas, comenzó a reanimarse, remitió la fiebre y salvó su vida.

Dicha reina murió en Toro en el año 1235. Su esposo el Rey Fernando III el Santo, premió el celo y amor manifestado por los conquenses a favor de su Reina y el 25 de septiembre de 1229 concediendo a la Ciudad de Cuenca el privilegio del sietmo (2*). Prosigueindo la construcción de la Catedral, que hasta esas fechas estaba paralizada.

Virgen de la Luz con el candil encendido
Otro de los milagros que se le atribuyen lo he encontrado en el siglo XVIII. Según datos recogidos en el Archivo Municipal, el día 30 de junio del año 1736, Cuenca se vio trágicamente asolada por un inesperado temporal de nieves y hielo, produciéndose una serie de víctimas como consecuencia del frío y hambre reinantes. Ante tal situación, la Corporación Municipal de esa época, acordó sacar en procesión a Nuestra Señora de la Luz el día 1 de julio, haciendo rogativas para que la desgracia, que asolaba Cuenca cesase. Providencialmente así sucedió y a las 24 horas del desfile penitencial de la “Morenita Conquense”, el clima cambió  completamente y a los pocos días la ciudad pudo recobrar su más completa normalidad. Desde esa fecha cada dos de julio la Corporación  Municipal venía celebrándolo, sufragando una Misa en acción de gracias, en recuerdo de aquel histórico acontecimiento, resuelto favorablemente gracias a la mediación de nuestra Patrona. Este hecho he constatado que  se fue celebrando hasta el siglo XX, al menos hasta el año 1957 que hay constancia en la hemeroteca de la época, en la actualidad desconozco que se siga haciendo.

Publicado por José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico

Publicado en Cuenca, 31 de mayo de 2014 y 31 de mayo de 2024.

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(1*) Beatriz de Suabia, fue bautizada con el nombre de Isabel (1205-1235) Noble alemana, reina consorte de Castilla y de León entre los años 1220 y 1235, casada con Fernando III de Castilla. Fue la 4ª hija de Felipe, duque de Suabia y rey de Romanos, y de Irene Ángelo, nacida ésta de Isaac II Ángelo, emperador de Constantinopla.
 (2*) Sietmo, referido a la séptima parte con que se quedaba el Concejo de todo pecho cobrado.

jueves, 30 de mayo de 2024

Regina Mundi, Festividad de 31 de mayo.

     Esta festividad nace de un milagro en Lourdes. En el año 1933 se fundó el Piadoso Movimiento Internacional a favor de la Realeza de María, que nació para agradecer a la Virgen la curación de una congregante. María Marbilelli, congregante de la parroquia de San Camilo de Roma, padecía desde un infancia tuberculosis pulmonar, ósea e intestinal.

Seis veces había ido a la gruta de Massabielle sin resultado ninguno. ¿Por qué no ir la séptima vez? En febrero de 1933 había visto en sueños a la Virgen y le había dicho: “Haced que muera o curadme”. La Virgen le había respondido: “Vuelve a mi santuario”. En el mes de agosto llegaba en el tren blanco a Lourdes por séptima vez. La bañaron varias veces en las aguas de Lourdes, pero sin resultados. Fue a la gruta para despedirse definitivamente de la Señora y coincidió con una peregrinación francesa que presidía el cardenal Feltin. Cuando el purpurado dio la bendición con el Santísimo, la joven italiana sintió en sí la fuerza de la salud. Estaba curada. Por la mente de la presidenta de su Congregación corre una idea feliz: “Para agradecer a la Inmaculada la curación de nuestra compañera. ¿Por qué no consagrar todos nuestros esfuerzos a la proclamación oficial de la Realeza de María y a la institución de una fiesta litúrgica parecida a la de Cristo Rey, la fiesta de María Reina del Mundo?”

Empezaron las oraciones y los trabajos, ya en el año 1946 el obispo de Todi acepta la presidencia del piadoso movimiento. Toma como vicepresidente al ilustre mariólogo el padre Gabriel Roschini, O.S.M. En diciembre del mismo año se presentan a Pío XII cuatro volúmenes de adhesiones. El movimiento  “pro Regina Mundi” sigue avanzando. En el año 1953 ya de habían adherido todos los obispos del mundo. Ocupa el primer puesto Italia, va el segundo lugar Canadá y la tercero España. El 11 de octubre de 1954 el Papa proclama solemnemente la fiesta de María Reina.

Publicado en Cuenca, 31 de mayo de 2021 y el 31 de mayo de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:

-Año Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.

-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.

-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.

 

miércoles, 29 de mayo de 2024

CORPUS CHISTI


Origen e institución de la festividad


Año tras año las ciudades y pueblos se asocian en un magnífico arranque de fervor y tributan a Jesús Sacramentado el homenaje anual  de tan tradicional abolengo.

Siempre pensé que fui un niño privilegiado al poder disfrutar de todos los acontecimientos que se realizaban en la parte antigua de la ciudad, como era el poder ver desde el balcón, de la casa de mis abuelos, los desfiles procesionales que discurrían por la calle de Alfonso VIII. 
Una de las procesiones que más me impresionaron de niño fue la del Corpus Chisti con ese sin fin de seminaristas y feligreses que acompañaban a la procesión de la Custodia con la Hostia consagrada en el centro.
Mucha debe ser la Fe que uno profese para la creencia de que Jesús se halle en ese círculo. Ese comentario inocente que puede darse en cualquier niño o adulto, fue lo que hizo que mi Abuelo Sabino me sacara de la duda y hoy vísperas de este acontecimiento festivo quiero trasmitiros.

Esperando el discurrir del cortejo procesional por la calle de Alfonso VIII y viendo mi abuela que estaba jugueteando con los faldones de la mesa camilla que había en la habitación, llamó a Sabino para que me entretuviera y así hacer tiempo hasta su llegada.

¿Qué pasa Josemari que me dice tu abuela que estás dando guerra? ¿Sabes que procesión vas a ver? Sí, contesté muy ligeramente, pero no entiendo porque llevan la hostia consagrada en una casita de plata con campanillas. Sin dejar de mirarme y poniéndome su mano en mi hombro me dijo:

La festividad del Corpus Christi es tan antigua como la Iglesia, a decir verdad fue el mismo Jesucristo quien instituyó la fiesta del Santísimo Sacramento, la tarde de la última Cena, vísperas de su muerte. Eso ya lo sabía. Pero ¿no sabes alguna historia sobre esta procesión?

Bien Josemari, te contaré la historia de la monja Juliana. – Abuelo, ¿te has inventado ese nombre para que coincida con el nombre de mi padre? No, es que se llamaba realmente así; prosiguiendo su explicación:

En los albores del siglo XIII, en el monasterio de Monte Cornillón, cerca de Lieja (Francia) estaba de priora la monja Juliana que era una monja humilde, piadosa, inocente y llena de virtudes, se caracterizaba por su amor al Santísimo Sacramento. Cuando comulgaba quedaba como arrobada en éxtasis, la comunión era para ella un manantial de gracias y consuelos. Desde los dieciséis años tenía una visión  que se le repetía continuamente, creía ver una luna llena que brillaba esplendorosamente, pero tenía un ligero entrante en su circunferencia, como si le hubieran dado un “bocao”. Dos años estuvo intentado quitársela de su cabeza, pero el esfuerzo era en balde. Cierto día que estaba Juliana rezando en la capilla del convento oyó una voz interior que le dijo: “Juliana, la luna que ves representa a la Iglesia y el entrante señalado en el círculo significa que falta una solemnidad en el ciclo litúrgico, la del Santísimo Sacramento” pidiéndole que se encargara ella de hacer que se instituyera la festividad del Cuerpo y Sangre de Jesús.

Ella no sabía cómo llevar a cabo tal petición, pasaron más de veinte años  silenciándola  hasta que habló con Juan de Lausana, canónigo de San Martín y este comunicó a varios teólogos las visiones de Juliana, entre ellos al arcediano de Lieja, Santiago Pantaleón y más tarde al mismo Papa  Urbano IV y todos decidieron celebrar la festividad del Santísimo Sacramento con mayor lustre y pompa.

En el año 1246, Roberto de Torote, Obispo de Lieja, mandó que en su diócesis se celebrara una fiesta del Santísimo Sacramento el jueves siguiente a la octava de Pentecostés, pero murió ese mismo año sin llevar lo acabo. Al año siguiente en 1247, los canónigos de Lieja determinaron  celebrar por primera vez esta solemnidad el jueves señalado por el difunto prelado. Por más de medio siglo se celebró la fiesta del Santísimo Sacramento únicamente en la diócesis de Lieja.

La monja Juliana murió sin terminar la misión encomendada, pasando el testigo a su compañera de convento llamada Eva, que también conocía a Urbano IV, cuando fue arcediano de Lieja.

Realmente fue el milagro de Bolsena, localidad de Italia, quien hizo entrar al Pontífice de lleno en la idea de la institución de la festividad.
El milagro Eucarístico de Bolsena (Italia) 

Estaba un sacerdote celebrando misa en la iglesia de Santa Cristina de Bolsena, cuando de pronto le asaltaron dudas sobre la presencia real de Jesús en la sagrada Hostia. Al romperla antes de la comunión, quedó maravillado viendo que se mudaba en sus manos en carne viva de la que goteaba abundante sangre. El corporal quedó pronto empapado en ella; varios purificadores con los cuales quiso el sacerdote secar y contener aquel misterioso derramamiento, se llenaron también de manchas de sangre.

Desvaneciéndose con esto las dudas del celebrante, el cual quedó tan sobrecogido de espanto, que no pudo terminar el santo sacrificio. Envolvió en el corporal la Hostia transformada en carne, bajó del altar y se fue a la sacristía. En el camino y a la vista de los fieles cayeron al suelo grandes gotas de sangre que todavía salía de los corporales.

Hallábase a la sazón el Sumo Pontífice Urbano IV en Orvieto a seis millas de Bolsena. El sacerdote corrió a echarse a sus pies y le declaró sus dudas y el insigne milagro que las había desvanecido. El Papa envió inmediatamente a Bolsena para cerciorarse del suceso a dos grandes de la Iglesia como eran Tomás de Aquino y  Buenaventura que llegarían a ser santos.

Confirmada ya la veracidad del milagro, mandó el Pontífice al Obispo de Orvieto que fuese a buscar solemnemente a la iglesia de Santa Cristina la Hostia adorable, las corporales y demás ropas empapadas en la preciosa Sangre. El mismo Urbano IV con su corte de cardenales, prelados y una inmensa muchedumbre de fieles salieron a recibir al Santísimo Sacramento hasta una distancia como de un cuarto de milla de la ciudad. Los niños y jóvenes llevaban palmas y ramos de olivo; todos cantaban himnos y cánticos; el Papa recibió de rodillas aquel tesoro y lo llevó triunfantemente hasta la catedral de Santa María de Orvieto. Esa fue la primera procesión solemne del Santísimo Sacramento.

Al año de publicar la Bula  murió Urbano IV. Transcurrieron cuatro años y Clemente V, elegido Papa en el año 1305, infundió nueva vida a la Bula de Urbano IV y confirmó la institución de la festividad de Corpus. Su sucesor Juan XXII, puso todo el empeño en hacer cumplir los decretos de Clemente V: Martín V y Eugenio IV completaron la obra, enriqueciendo con indulgencias la nueva festividad.

Se oían las trompetas y los tambores que anunciaban la proximidad del cortejo procesional cuando nos asomamos al balcón para verlos pasar. Ese año comprendí por vez primera la gran suerte que tenemos los cristianos de tener entre nosotros al mismo Cristo en la celebración de la Santa Misa.

Cuenca, 20 de mayo de 2016 y el 30 de mayo de 2024.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.


San Fernando. Festividad del 30 de mayo.

   La Iglesia de España celebra hoy la fiesta de san Fernando III el Santo, una de las más puras glorias de España y al que le tengo gran aprecio por mis estudios e investigaciones (recordemos a Beatriz de Suabia, primera mujer de Fernando III y a quien le debemos las tres naves de la Catedral conquense 1*). Es llamado el Montesino porque nació en un monte entre Zaragoza y Salamanca, cuando viajaban sus padres don Alfonso IX y doña Berenguela. Allí rodeado de grandes y soldados, en una tienda de campaña, bajo el cielo estrellado de la tierra leonesa, nace el Santo conquistador de Andalucía el año 1199.
San Fernando. Trascoro de la Catedral de Cuenca.

El niño creció entre los esplendores de la corte leonesa y entre las caricias y cuidados de su santa madre. A los diez años la muerte acechaba en torno a su vida. Cuando los médicos perdieron las esperanzas, su madre lo llevó hasta el monasterio de Oña, rezó, lloró durante una noche entera ante la imagen de la Virgen, “y el meninno empieza a dormir  et depois que foi esperto, luego de comer podía”.

La fortuna acompaña a este santo príncipe. Por la muerte de su tío Enrique I y renuncia de su madre doña Berenguela, queda como rey de Castilla. A los dieciocho años es armado caballero en el monasterio de Santa María de las Huelgas, junto a Burgos. Desde entonces siente que su misión es la de dilatar el reino cristiano. Su espada sólo puede desenvainarla contra los enemigos de la fe. Al morir su padre Alfonso IX de León, el año 1230, entra pacíficamente en la posesión de un segundo reino, León, sin derramar una sola gota de sangre cristiana. En León, lo mismo que en Castilla, todas las gentes le aman. Tiene la obsesión de la justicia, una profunda piedad, un dominio perfecto de sí y de los hombres. El  ideal de todos sus actos fue siempre la restauración de la España cristiana.

A los veinticinco cabalga muy gentilmente sobre un brioso corcel y se acerca por vez primera a las orillas del Guadalquivir, el gran río, inaugurando aquella gesta gloriosa de treinta años que sólo la muerte podía interrumpir.

La victoria vuela sobre su yelmo de oro. No tiene nunca un revés porque es “el caballero de Dios”, “el siervo de Santa María” y “alférez de Santiago”.

Aún se conserva una pequeña estatua de marfil que llevaba siempre consigo en el arzón del caballo, que colocaba a la cabecera de su cama, mientras dormía, y delante de la cual pasaba largas horas arrodillado en los momentos más apurados de su vida llena de azares y peligros.

Grandes mercedes e honras e bienandanzas nos fizo et mostró aquel que es comienzo e fuente de todos los bienes y esto non por los nuestros merecimientos, más por la su gran bondad e por la su gran misericordia, e por los ruegos e merecimientos de  Cristo, cuyo caballero somos, e por los ruegos de Santa María, cuyo siervo nos somos, e por los merecimientos de Santiago, cuyo alférez nos somos, e cuya enseña traemos e que nos ayudó siempre a vencer”.

 Así es como fue recobrando palmo a palmo las tierras andaluzas, que la morisma cruel nos había arrebatado. En 1224 toma Quesada con seis castillos más; en 1226, Iznatoraf; en 1233, Úbeda; en 1236, Córdoba; en 1243, Murcia; en 1244 llega hasta las puertas de Granada, y al final de 1245 entra en Jaén y proyecta la conquista de Sevilla, donde había de descansar después de muerto.

Empezó el cerco de Sevilla en 1247 y duró más de un año. La enseña de San Fernando tremoló en el Alcázar el día de San Clemente del año 1248. La entrada no fue el triunfo del conquistador, sino el de Santa María. La Virgen entró victoriosa sobre un carro triunfal, adornado de joyas, tapices y brillantes.

Desde el año 1248 ya no salió San Fernando de Andalucía. Mientras su primo San Luis caminaba al cielo por la adversidad, Dios le llevó a él por el camino de las aventuras. Dios le bendecía siempre y la misma naturaleza parecía ser su esclava. “ca en el su tiempo anno malo nin fuerte en toda Espanha nin vino, et señaladamente en la su tierra”.
San Fernando. Imagen de la Parroquia conquense que lleva su nombre.

Esta protección visible de Dios acrecentaba su fe y su amor. Derramaba lágrimas de agradecimiento y ansiaba llevar la bandera de la cruz por todo el mundo.

A los cincuenta y dos años, cuando pensaba pasar a África, le sorprende la última enfermedad, que su hijo, el Rey Sabio, nos ha contado en su “Historia general de España”.

Entra el Señor en su alcoba regia, los caballeros lloran, el rey salta de su lecho, se postra en tierra, coge una soga y se la echa al cuello. Después empieza a besar una cruz. “ferinedo en los sus pechos muy grandes feridas, llorando muy fuerte de los oios et culpándose mucho de los sus pecados”.

Cuando le preguntan cual quiere que sea la inscripción que pongan en su sepulcro, responde que no necesita ninguna, pues sus obras son el mejor epitafio. Su última oración nos la ha copiado su hijo:

Sennor, graicas te do, et entrégote el reyno que me diste, con aquel aprovechamiento que yo en él facer, et afréscote mi alma para que la recibas entre companna de los tus siervos”.

Después bajo las manos, adoró el cirio como símbolo de fe católica, y, mientras los clérigos cantaban el Te Deum, él “muy simplemente et muy paso inclino los oios et dio el espíritu a Dios”.

En 1671 el Papa Clemente X lo colocó entre el número de los Santos.

Publicado en Cuenca, 30 de mayo de 2020 y el 30 de mayo 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:
(1*) Arcángeles del siglo XIII –Catedral de Santa María de Cuenca. José María Rodríguez González. Cuenca.2017.
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.


martes, 28 de mayo de 2024

Santa María Magdalena de Pazzi (1556-1607). Festividad del 29 de mayo.

   Esta Santa carmelita nació en Florencia el 2 de abril de 1556 y murió en el convento de Santa María de los Ángeles el 25 de mayo de 1607. Su nombre de pila fue el de Catalina, pero al vestir el hábito del Carmen, el 30 de enero de 1583, tomó el nombre de María Magdalena.
Santa María Magdalena de Pazzi.

Ya de niña odiaba los juegos, las aguas perfumadas, los jabones de olor, las cintas y las peinetas. Cuando salió del colegio, su madre quiso darle una sorpresa, mostrándole un traje blanco, que debía ser la admiración de toda la buena sociedad florentina; pero nada más verlo, la niña se echó a llorar.

El palacio de Pizzi, en la mejor vía de la ciudad, era para ella una ermita. A los cinco años conocía por el olfato cuándo comulgaba su madre; a los siete años hacía la meditación según el método de san Ignacio; a los diez se consagró a Dios con voto su virginidad, y a los quince entró en el Carmelo.

Su vida religiosa es uno de los casos sorprendentes de misticismo cristiano. Por oren de sus superiores dictó a otras religiosas todos los hechos sobrenaturales que en ella tenían lugar. Y se formó un extenso volumen de sus revelaciones, que fue, tras largo examen, aprobado por la autoridad eclesiástica.

Jesús le trazó el plan de vida y la sujetó a las exigencias del divino amor. Un día le dice: “Vas a vivir a pan y agua”. Otro día le pide que ande descalza. En una ocasión le enseña una caverna espantosa. De ella salen rugidos de leones, silbidos de serpientes, aullidos de perros, graznidos, olor de azufre, humo y lamentos. Era preciso que entrase en aquella madriguera y viviese en ella cinco años. Así le revelaba Dios el período de terribles tentaciones con que la quería purificar, como el oro en el crisol. Las tentaciones vinieron. Del fondo de su alma se levantaban voces amenazadoras contra la existencia de Dios, la providencia de los Santos, la presencia real de Cristo en la Eucaristía, blasfemias horribles, asaltos de la sensualidad, de la gula. Parecía como envuelta en una oscuridad infernal, y un torbellino de desesperación le atormentaba sin cesar.

Las tentaciones pasaron y la nube descargó en forma de lluvia bienhechora de cinco gracias extraordinarias; los estigmas espirituales, la corona de espinas, los desposorios místicos, la entrega del Corazón de Jesús y la participación de la pureza divina. Los éxtasis eran continuos: durante largas horas, y a veces días enteros. Le sorprendían orando, lavando, comiendo o levantando el vaso para beber. Le bastaba oler una flor, ver una estrella, oír el nombre de Jesús o pronunciar la palabra amor. Muchas veces le vinieron los éxtasis mientras pintaba, pues era aficionada a pintar imágenes devotas, o pulverizaba el oro y bordaba o cosía.

Objeto de las predilecciones divinas, era la monja más humilde del convento: “Creedme, hermanas mías, solía decir, si la gracia de Dios no me hubiese traído al convento, habría terminado en un presidio”. Y besaba los muros de su reclusión, se postraba a la entrada de la iglesia para que todas pasasen por encima de ella, caminaba de rodillas en el refectorio pidiendo limosna.

El dolor era placer. La máxima de Santa Teresa “o padecer o morir”, la cambió ella en esta otra: “No morir, sino padecer”. Había comprendido perfectamente que la vida no tiene otro valor que le de sufrir por Jesús y que nuestra gloria eterna estará en función de los sufrimientos padecidos acá abajo en unión con el Salvador.

Fue beatificada el 8 de mayo de 1626 por Urbano VIII y canonizada el 28 de abril de 1669 por Clemente IX. Su fiesta se celebraba primeramente el 27 de mayo, hasta que León XIII la trasladó al 29 de mayo, cuando se hizo universal la fiesta de san Beda.

Publicado en Cuenca, 29 de mayo de 2020 y el 29 de mayo de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.




lunes, 27 de mayo de 2024

La evangelización de Inglaterra

Hoy 28 de mayo celebramos la festividad de San Agustín de  Cantorbery que mucho tuvo que ver con la evangelización de Inglaterra.
La historia nos la cuenta el monje benedictino llamado Beta el Venerable que vivió entre los años 672 y 735, fue escritor y erudito. Su obra más conocida fue “Historia eclesiástica del pueblo de los Anglos”  donde nos relata la evangelización de Inglaterra.
San Agustín de  Cantorbery

Cuenta que paseaba en el foro romano el abad de Monte Celia, que  se llamaba Gregorio, entre la muchedumbre de esclavos vio a unos jóvenes que le llamaron la atención por su belleza, la blancura de su tez y la largura de sus cabellos rubios. Preguntando de dónde eran estos esclavos, al mercader; éste le contestó que de la isla de Bretaña, donde aún no se conocía a Cristo.
Desde ese momento Gregorio se interesó por su evangelización pero el pueblo romano no le dejó al aclamarlo poco después como su obispo.

Poco después Gregorio fue elevado a Sumo Pontífice y no olvidando sus deseos de evangelizar a los ingleses, al no poder ir él personalmente pensó entonces en Agustín, que era el prior del monasterio de Monte Celio.
Salió San Agustín de Roma con otros cuarenta compañeros el año 596 y desembarcó a principio del año siguiente en la región de Thanet, en el mismo lugar donde había desembarcado Julio César. Lo que éste no había logrado con sus legiones lo iba a lograr ahora Agustín con sus cuarenta compañeros: la conquista de Inglaterra para Cristo.

Autorizados por el rey Etelberto, hicieron los monjes su entrada triunfal en la capital de Kent, Cantorbery. Iban procesionalmente precedidos por San Agustín, alto y de prestancia patricia. Justo a él un monje llevaba la cruz de plata y otro un estandarte era coa imagen de Cristo. Todos cantaban la oración de las Rogativas: “Conjurámoste, Señor, por tu misericordia, que apartes tu ira de esta ciudad y de tu santa casa, porque hemos pecado. Alleluia”.
Así empezó la conquista espiritual de Inglaterra para el imperio de Cristo, al mismo tiempo que los bárbaros invadían Italia y arruinaban la civilización de Roma. El pacífico escuadrón de Agustín domina pronto en toda la Isla, donde las águilas romanas no habían podido posar su vuelo. No hay en la historia una conquista más pacífica y grandiosa.

El rey Etelberto recibió pronto el bautismo con todos los grandes de su corte. Un año, en el día de Navidad, bautizó en el Jorch varios millares. Los enfermos sanaban al mismo tiempo de sus dolencias corporales.
San Agustín volvió a Francia para ser consagrado obispo. Y luego él consagró a otros varios en Inglaterra, que envió por diversas regiones, mientras la sede principal fue establecida en Cantorbery.

La predicación de San Agustín estuvo acompañada, como la de los Apóstoles, con multitud de milagros y gracias extraordinarias. San Gregorio, sabiendo estas maravillas, le escribió desde Roma recomendándole la virtud de la humildad.
El apostolado de San Agustín duró solamente siete años. Su muerte acaeció el 26 de mayo del año 609. Su fiesta la introdujo en el Misal Romano el Papa León XIII, con el deseo de atraerse a los ingleses hacia la Iglesia Madre.
Cuenca, 28 de mayo de 2019 y el 28 de mayo de 2024.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

San Agustín de Cantorbery. Festividad del 28 de mayo.

   San Beda el Venerable nos cuenta cómo nació la idea de evangelizar Inglaterra. Paseaba en el foro romano el abad de Monta Celio, que se llamaba Gregorio, y entre la muchedumbre de esclavos vio a unos jóvenes que la llamaron la atención por su belleza, la blancura de su te y la largura de sus cabellos rubios.

-¿De  dónde son estos esclavos? –preguntó al mercader.

-De la Isla de Bretaña, donde aún no se conoce a Cristo.

-¡Qué lástima que la gracia de sus frentes –exclamó Gregorio- coincida con un alma vacía de la gracia interior!
San Agustín de Cantorbery.

Y desde entonces concibió el propósito de predicar el Evangelio en Inglaterra. Pero el pueblo romano no le dejó, al aclamarlo poco después por su obispo.

Elevado al Sumo Pontificado, Gregorio no olvidó sus deseos de evangelizar a los ingleses. El no podía hacerlo personalmente y pensó entonces en Agustín, que era prior del monasterio de Monte Celio.

Salió san Agustín de Roma con otros cuarenta compañeros el año 596 y desembarcó a principios del año siguiente en la región de Thanet, en el mismo lugar donde había desembarcado Julio César. Lo que éste no había logrado con sus legines lo iba a lograr Agustín con sus cuarenta compañeros: la conquista de Inglaterra para Cristo.

Autorizados por el rey Etelberto, hicieron los monjes su entrada triunfal en la capital de Kent, Cantorbery. Iban procesionalmente precedidos por san Agustín, alto y de prestancia patricia. Junto a él un monje llevaba la cruz de plata y otro un estandarte de madera con la imagen de Cristo. Todos cantaban la oración de las Rogativas: “Conjurámoste Señor, por tu misericordia, que aparte tu ira de esta ciudad y de tu santa casa, porque hemos pecado. Alleluia”.

Así empezó la conquista espíritu de Inglaterra, para el imperio de Cristo, al mismo tiempo en que los barbaros invadían Italia y arruinaban la civilización de Roma. El pacífico escuadrón de Agustín domina pronto en toda la isla, donde las águilas romanas no habían podido posar su vuelo. No hay en la historia una conquista más pacífica y grandiosa.

El rey Etelberto recibió pronto el bautismo con todos los grandes de su corte. Un año, en el día de Navidad, bautizó en el río Jorch varios millares. Los enfermos sanaban al mismo tiempo de sus dolencias corporales.

San Agustín volvió a Francia para ser consagrado obispo. Y luego él consagró a otros varios en Inglaterra, que envió por diversas regiones, mientras fijaba la sede primacial en Cantorbery.

La predicación  de san Agustín estuvo acompañada, como la de los Apóstoles, con multitud de milagros y gracias extraordinarias. San Gregorio, sabedor de estas maravillas, le escribe desde Roma recomendándole la virtud de la humildad.

El apostolado de san Agustín duró solamente siete años. Su muerte acaeció el 26 de mayo del año 609. Su fiesta la introdujo en el Romano León XIII, con el deseo de atraerse a los ingleses hacia la Iglesia Madre. Oremos por la conversión de la que fue un tiempo isla fecunda de Santos y Mártires.

Publicado en Cuenca, 28 de mayo de 2020 y el 28 de mayo de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.




domingo, 26 de mayo de 2024

San Beda el Venerable, confesor y doctor de la Iglesia. 27 de mayo.

   San Beda, apodado el Venerable, desde la edad de siete años fue confiado a san Benito Biscopio para que él lo educara.

La fiesta de este viejo monje inglés entró en el Misal Romano en tiempos de León XIII. Sus contemporáneos, no pudieron honrarlo con el título de Santo, lo llamaban “el presbítero venerable”, y así ha pasado a la historia. En la última página de su historia, él mismo nos ha dejado una breve autobiografía.

“Yo, Beda, siervo de Cristo y sacerdote del monasterio de san Pedro y san Pablo de Wearmouth y Yarroy, he compuesto con la ayuda de Dios esta historia, aprovechando en ello los documentos antiguos, las tradiciones de los ancianos y lo que he podido ver con mis ojos, Nací en el pueblo de dicho monasterio (675), y cuando no tenía más de siete años, mis padres me pusieron bajo la dirección del abad Benito.

Desde entonces he pasado mi vida toda dentro del claustro, repartiendo el tiempo entre el estudio y las Sagradas Escrituras, la observancia de la disciplina monástica y la carga diaria de cantar en la iglesia. Todas mis delicias eran aprender, enseñar y escribir.

A los diecinueve años fui ordenado de diácono, y a los treinta, de sacerdote. Ambas órdenes las recibí del obispo Juan Beverleg. Desde mi admisión al sacerdocio hasta el año presente en que cuanto cincuenta y nueve de edad, me he ocupado en redactar para mi uso y el de mis hermanos algunas notas sobre la Sagrada Escritura, sacadas de los Santos Padres o en conformidad con su espíritu e interpretación”.

Este breve párrafo nos revela las aficiones del Santo y su amor al trabajo. Entre sus libros hay de teología, de filosofía, historia, hagiografía, meteorología, física, aritmética, retórica, gramática, música y versificación. Y en todo muestra un conocimiento nada común de los autores cristianos y paganos.

Por un gran número de pasajes se ve que ni aún de noche descansaba. Cuando no leía o meditaba sobre un antiguo manuscrito, estaba rodeado de un ejército en cuyas filas, además de los seiscientos monjes de Wearmouth y Yarrou, había otros muchos venidos de Inglaterra, de Flandes y de Francia. Estuvo componiendo hasta su última enfermedad, la única de sí mismo: “Todo lo hago, dicto, redacto y transcribo”.

La ciencia y el trabajo le llevó siempre a amar a Dios, según aquella máxima de san Agustín: “En lo temporal busco lo eterno, y en lo visible aquello que está sobre nosotros”. Al fin de uno de sus libros se encuentra esta reveladora plegaria: “Oh Jesús amante, que te has dignado abrevar mi alma en las ondas suaves de la ciencia, concédeme la gracia de hacerme llegar un dúa hasta Ti, que eres la fuente de la sabiduría, y no permitas me vea defraudado para siempre de tu divino rostro”.

A una ciencia verdaderamente enciclopédica unió la santidad del monje austero y observante. En él se cumple a la letra la máxima de todo buen religioso: ora et labore, oración y trabajo. San Bonifacio, el apóstol de Alemania, lo llamó luminar de la Iglesia y el Concilio de Aquisgrán doctor admirable.

San Beda murió anciano el 27 de mayo de 735 y su última oración fue la antífona del Oficio de la Ascensión: “Oh rey de la gloria, envíanos el Espíritu Santo de verdad que nos has prometido”. A las palabras “huérfanos” se deshacía en lágrimas. También repetía con san Ambrosio: “No he vivido de una manera tal que tenga que avergonzarme de estar entre vosotros; pero tampoco tango miedo a morir, porque tenemos un Señor muy bueno”.

Publicado en Cuenca, 27 de mayo de 2020 y el 27 de mayo de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.

sábado, 25 de mayo de 2024

La Santísima Trinidad. Celebración litúrgica del domingo 26 de mayo de 2024.


Fiesta y su representación iconográfica a través del tiempo

Este año la fiesta de la Santísima Trinidad se celebra el domingo 26 de mayo, corresponde al octavo domingo después de Pascua. Este misterio que se refiere a que Dios es la vez Padre, Hijo y Espíritu Santo, misterio difícil de asimilar por nuestra mente humana.

    Se cuenta que San Agustín, uno de los grandes pensadores de la Iglesia cuando intentaba descifrar este misterio, una tarde paseando por la orilla del mar se encontró a un niño que habiendo cavado un hoyo en la arena intentaba meter el mar en él, llevando agua con una concha. El Santo le dijo que eso era imposible, respondiéndole en niño que igual no podría meter esa agua allí él tampoco con su mente podría llegar a comprender el gran misterio de la Santísima Trinidad.
Anónimo del siglo XV, Volto trifronte della Trinità,
iglesia de Santa Ágata de Perugia.

    Fue instituida esta festividad por el Papa Juan XXII el año de 1320, se celebra por todo el mundo en el día octavo de la Pascua de Pentecostés.

    Hay un milagro que confirma este Misterio. Cuenta la historia que Gregorio, obispo neo-cesariense, estando en oración, se le apareció la Virgen y con ella Juan Evangelista, el cual, por mandato de la Señora, le dio la fórmula de la fe que había de tener y predicar y en ella expresamente se contenía el misterio de la Trinidad, como lo escribe en su vida San Gregorio Niceno, hermano de San Basilio. Habiendo sido desterrado San Hilario de su Iglesia porque confesaba el misterio de la Trinidad, libró por virtud de la misma Trinidad a una isla de innumerables serpientes que la infestaban, y resucitó a un muerto, como lo escribe Fortunato en su vida. Estos milagros y muchos otros son relatados por San Gregorio Papa, como el de la ciudad de Espoleto, o los realizados en los tiempos de las persecuciones por otros santos obispos católicos, que hicieron muchos milagros en confirmación de la fe de la Santísima Trinidad, que ellos predicaban.

    Como estudioso de la iconografía diré que la referente a la Santísima Trinidad es una de las partes muy importantes en el arte cristiano. Representar artísticamente el dogma de la Santísima Trinidad no fue fácil. Una imagen de Dios como “uno y trino” fue una idea que a lo largo de la historia del arte dio lugar a numerosas controversias en su forma de representación.

    Una representación que ha perdurado a través del tiempo ha sido el representar a Dios Padre por medio de una mano que aparece en el cielo. Al Dios Hijo se le ha venido representando en forma de cordero “Agnus Dei”, ateniéndose a las palabras de San Juan Bautista (Jn 1,29-36). Al Espíritu Santo siempre se le ha representado en forma de paloma, fórmula derivada del Evangelio de San Mateo que describe el bautismo de Jesús (Mt. 3, 16).
Pórtico occidental de la Basílica de Saint Denis - Francia

    Según se iban surgiendo distintos pensamientos sobre el Misterio surgió la representación de forma abstracta, sobre el siglo V y VI, llegando a ser representada por medio de un triángulo equilátero incluyendo en su interior un ojo, también fue representado por tres círculos entrelazados.

    También surgió la idea de la representación utilizando tres personas iguales y distintas, como se puede encontrar en el manuscrito de San Dunstán, arzobispo de Canterbury a comienzos del siglo X, idea que proviene del Gnénesis (Gn 18,1-3).

    En el siglo XII se divulgó una imagen de la Trinidad inspirada en la respuesta de Jesús da al Sumo Sacerdote en el Sanedrín (Mt. 26, 64). El padre se representa como un anciano, frecuentemente como nimbo triangular, con un cedro, una esfera o ambos elementos en las manos y sentado en un trono; a su derecha, el hijo entronizado, acompañado de los símbolos de la Pasión; y entre ellos la paloma que representa al Espíritu Santo.

    Una forma muy representada fue con tres ángeles, procedente de la tabla de Antonello de Messina, donde los tres ángeles representan la hipóstasis de Dios. La escena se suele representar como una prefiguración de la eucaristía. Es verosímil que la tradición iconográfica de los tres huéspedes de Abraham en la mesa de Mamra fuera la que inspiró la representación del Misterio de la Santísima Trinidad, era representado por tres figuras iguales y distintas, cada una de ellas con el aspecto convencional de Jesucristo, sentadas en la mesa con el cáliz eucarístico, así fue realizado en el siglo XVI.
Iglesia abacial de Nuestra Señora de Guebwiller, 1768-1785.

    La Trinidad con la esfera celeste se difundió cobre todo en el siglo XVII. La esfera celeste se sitúa entre las figuras de Padre, Hijo y Espíritu Santo rodeado de nubes. La esfera suele ser transparente con aspecto de cristal, representa a todo el universo, sobre el que la Trinidad impone su poner divino, lo que a veces se indica poniendo los cetros de Padre e Hijo sobre ella.

    Y para no cansaros más os diré que otra solución que tomaron para su representación fue por el siglo XII, empleando una figura tricéfala o tres cabezas constituidas por un solo cuerpo. Este tipo de iconografía terminó por suscitar recelos por lo que se mando su destrucción en el Concilio de Trento.         Supervivientes a esta destrucción tenemos ejemplos en la iglesia parroquial de la Asunción de María en el pueblo italiano de Armeno, pero no hay que ir a Italia para poder ver este tipo de representación, tenemos las dos formas de representación que menciono en dos ménsulas del crucero de la Catedral de Cuenca. 

Publicado en Cuenca, 11 de junio de 2017 y 26 de mayo de 2024.

Por: José María Rodríguez González

San Gregorio VII. Festividad del 25 de mayo.

  La historia de este Papa tiene parecido con la se san Atanasio. Si san Atanasio fue en el siglo IV el campeón invencible de la divinidad del Verbo, san Gregorio fue en el siglo IX el gran defensor de la moral cristiana y de la autoridad pontifical.

El mundo no le había dado nada, ni dinero, ni nobleza, ni potencia, ni hermosura. Era hijo de un pobre cabrero de Savona. Su padre le llamó Hildebrando, que quiere decir espada que relumbra. Un tío suyo le sacó de entre las cabras y le vistió de cogulla benedictina en el monasterio de santa María de Roma.

Hombre de lucha, tuvo que vencer primero su carne, y lo hizo con el estudio y la fatiga. Cuando tenía 25 años fue elegido Papa su maestro Graciano, con el nombre de Gregorio VI. Desde un principio tomó a Hildebrando como su brazo derecho. León IX no quiso tampoco prescindir de la fuerza y rectitud de Hildebrando.

En 1073 moría Alejandro. Como arcediano que era, Hildebrando tuvo que presidir los funerales del Papa. En medio de la ceremonia, la multitud, clero y pueblo prorrumpió en grito unánime: “Hildebrando Papa”. El pueblo se apoderó de él y lo entronizó casi a la fuerza. Se llamó Gregorio VII, en memoria de su maestro Gregorio VI, cuya campaña de reforma iba a continuar.

En el Sínodo cuaresmal de 1074 renovó los decretos de Nicolás II, “para desarraigar la herejía y restablecer la castidad sacerdotal”.

Numerosas cartas y mensajes de Roma con este fin. Particularmente en Alemania, se levantó una gran tempestad entre los clérigos interesados.

El Papa no cedió y mandó una Encíclica a los alemanes, exigiendo al pueblo que negara la obediencia a los obispos que no corrigiesen los excesos de sus clérigos.

El Sínodo cuaresmal de 1075 prohibió las investiduras de los legos y excomulgó a cinco consejeros del emperador que habían intervenido en la coalición simoníaca de los eclesiásticos. Mandó también un aviso al monarca, reprendiéndole sus injusticias y vicios. Enrique IV no se corregía, y el Papa tuvo que apelar a la excomunión y a la deposición. Era la primera vez que el Papa excomulgaba y deponía a un rey.

El efecto fue desastroso para el emperador de Alemania: los grandes le amenazaron con nombrar otro emperador si, en el término de un año, no era absuelto de la excomunión.

Enrique tuvo que humillarse, y en el rigor del invierno se dirigió a Italia, con muy pequeña escolta, y fue a Canosa, donde estaba Gregorio VII, para pedirle perdón. El Papa, que desconfiaba de su sinceridad, se negó a recibirlo. El emperador apareció entonces tres días, del 25 al 28 de enero de 1077, ante el castillo con los pies desnudos y en hábito de penitente, pidiendo misericordia. El Papa otorgó al fin la absolución.

Pero, como se temía, el rey no cumplió sus promesas. Siguieron los abusos. En el Sínodo cuaresmal de 1080 promulgó una segunda excomunión y la deposición. El emperador reunió un ejército y se dirigió a Italia para imponer por la fuerza su voluntad. Entró en Roma en el año 1084, a tercer día del haberlo sitiado. El Papa se había refugiado en el castillo de Sanct´ Angelo. Más tarde tuvo que huir a Nápoles, y el 25 de mayo de 1085 le sorprendió la muerte en Salermo, donde se conserva su cuerpo. Sus últimas palabras fueron célebres: “He amado la justicia y aborrecido la iniquidad. Por esto muero en el destierro”.

Moría vencido por la fuerza bruta, pero con el consuelo del justo que ha amado siempre la verdad y obrado la justicia.

Publicado en Cuenca, 25 de mayo de 2020 y el 25 de mayo de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.

San Felipe Neri. Festividad el 26 de mayo.

    En Cuenca tenemos la suerte de tener en nuestra ciudad un Oratorio de San Felipe Neri, en la calle Alfonso VIII, que fue fundado por el Obispo Don Isidro de Carbajal y Lancaster y su hermano D. Álvaro, canónigo de Cuenca, lo fundaron a sus expensas en el año 1738.
    Muy poco sabemos de este Santo, es por ello que me he decidido a contaros un poco sobre él.
Nació un 21 de julio de 1515 en Florencia. Su padre era notario, estudió humanidades y con 16 años lo enviaron cerca de la abadía benedictina de Montecassino, a trabajar en negocios de la familia. Allí acudía a meditar a una ermita de la orden, sintiendo la vocación religiosa. Decidió irse a Roma y mientras daba clases, estudió filosofía y teología. La ciudad estaba sumida en el libertinaje tras el saqueo de Roma en 1527 por las tropas de Carlos V. El Santo se dedicaba a la oración y comenzó a predicar la necesidad de volver a una vida más cristiana. Por este motivo se le conoce como el apóstol de Roma, porque volvió a evangelizar la ciudad.
San Felipe Neri
    Se afirma que un día de Pentecostés del año 1544, mientras rezaba, se le apareció el Espíritu Santo para entregarle el amor divino en forma de bola de fuego, que penetrando por su boca, le dilató tanto el corazón que le rompió dos costillas para que pudiese caber dentro de su pecho, por eso se le representa con un corazón llameante. Esta herida nunca se le cerró. Los latidos del corazón eran tan fuertes que la gente era capaz de oírlos y también podía ver el resplandor que emanaba de su pecho, sobre todo cuando decía misa.

    En 1551 es ordenado sacerdote, y aunque aceptó el cargo de párroco de una iglesia romana, vivía de la caridad junto a varios compañeros. Organizó conversaciones espirituales durante las cuales rezaban, hablaban y leían textos religiosos.
    Poco a poco fue aumentando el número de simpatizantes y la gente los empezó a llamar oratorianos porque tocaban la campana e invitaban a orar a los fieles. En 1575 el Papa Gregorio XIII aprobó la congregación del Oratorio, cuyos miembros son religiosos seculares que viven en comunidad pero sin prometer votos y que tienen como principal objetivo orar, predicar ministrar los sacramentos. Entre los simpatizantes se encontraba el músico Giovanni Palestrina, que compuso e interpretó para ellos varias piezas musicales. De esta manera nació el oratorio como género musical.

    Era conocido por su buen humor y su alegría, que contagiaba a todos, aunque en los últimos años de su vida tuvo numerosos achaques y enfermedades. Cuentan que una vez la Virgen María se le apareció, le curó una inflamación vesicular y le dio un maternal abrazo. Eran frecuentes sus arrebatos de éxtasis, como atestiguaban los asistentes a sus misas y oficios.
    Es representado iconográficamente con capelo cardenalicio, otras veces con corazón llameante, con libro abierto donde se lee Dilatasti cor meum (Salmo 118) que traducido del latín quiere decir “Ensanchaste mi corazón”.

Publicado en Cuenca, 26 de mayo de 2019 y el 26 de mayo de 2024.
Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

San Felipe Neri (1515-1595) Festividad del día 26 de mayo.

Patrono de los predicadores y humoristas.

Nuestra ciudad de Cuenca tiene una iglesia dedicada en su honor. Pero realmente sabemos muy poco de la vida de este santo, aunque hay mucho escrito sobre él.

En Roma le conocía todo el mundo, era el conversador más simpático, afable y bromista del viejo barrio de los peregrinos, charlaba alegremente con los jóvenes de las tiendas, y su humor excéntrico y bondadoso era como un imán. De noche se dedicaba a la vida contemplativa, pasaba largas horas rezando en la catacumba de san Sebastián, y tenía éxtasis, trepidaciones y reacciones cardíacas tan violentas que en una ocasión se le rompieron dos costillas, hecho comprobado en su autopsia.

Le llamaban “Pippo Buono”, Felipe el Bueno, su piedad era proverbial, pero no se creía digno de ser sacerdote. Era de Florencia, hijo de un notario, y estaba destinado a heredar a un rico tendero tío suyo, pero a los dieciocho años, atraído por la espiritualidad dominica, marchó a Roma, de donde ya no se iba a mover. Su gran ilusión era ser misionero, pero una vos le avisó: “Tus Indias están en Roma”.

A los 36 años recibió las órdenes sagradas, afluyen los discípulos que se reúnen en una especie de desván, el “Oratorio” de san Girolamo della Carità, habilitado para rezos, cánticos e instrucciones religiosa. Años después, Felipe va a fundar su obra visible más perdurable, una congregación de sacerdotes regulares, los oratorianos, para vivir en comunidad sin votos especiales.

Los papas quieren hacerlo obispo y cardenal, él no acepta, su ejemplo y sus milagros hacen que el pueblo le venere en vida, y él reacciona con chanzas y estrafalarias ocurrencias que aparecen impropias del aire solemne que, no se sabe por qué, atribuimos a los santos. Será hasta que muera el hombre más alegre de la ciudad, que se sirve del humor como arma de mortificación personal y como medio de sabotear las tentaciones del orgullo: la risa a costa de uno mismo que libera de la hinchazón vanidosa y atrae divertidamente a todos hacia Dios.

Con la paz de los justos moría en mayo de 1595, rodeado de sus discípulos. Pocos hombres han influido tanto en Roma como él. Durante medio siglo fue oráculo de Pontífices, cardenales y los más insignes personajes de la época. Amigo de san Carlos Borromeo y del cardenal Federico Borromeo, confesor de san Camilo y de san Ignacio, director espiritual del cardenal Baronio. La humildad era su virtud predilecta. Un día puso dos dedos sobre la frente de uno de sus discípulos, diciendo que la santidad estaba en aquel breve espacio, pues todo consiste en mortificar la parte racional. Con lo que quería ponderar la importancia que tiene la humildad del espíritu.
Interior de la iglesia de san Felipe Neri en Cuenca.

En Cuenca, el convento de San Felipe Neri fue construido en el año 1739. La traza o diseño fue de Felipe Bernardo Mateo, maestro mayor de la diócesis y la obra la dirigió José Martín de Aldehuela. La obra fue sufragada por el arcediano de Moya D. Álvaro Carvajal y Lancáster. La iglesia es de una sola nave con planta de cruz latina, su estilo es rococó y se restauró en 1989.

Cuenca, 26 de mayo de 2020 y el 26 de mayo de 2024.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.


viernes, 24 de mayo de 2024

Efemérides conquenses. Toma de Posesión del obispo D. Gómez Zapata. Fundador del seminario de San Julián.

     El 15 de mayo de 1584 toma posesión como obispo de Cuenca, D. Gómez Zapata, que sería el XLII obispo de esta diócesis.

Natural de la villa de Madrid, hijo de D. Juan Zapata, señor de Barajas y de Doña Isabel Osorio y Coello. Desde Niño D. Gómez manifestó su verdadera vocación al sacerdocio en su gran honestidad, y entrando de colegial en el mayor del arzobispado de Salamanca, por sus costumbres puras se distinguió de sus condiscípulos. Cursó estudios eclesiásticos cánones y leyes, recibió con gran lucimiento los grados académicos de licenciado y doctor en ambos derechos. Fue nombrado arcediano de Madrid y canónigo de Toledo y agraciado con la plaza de consejero en el supremo de Indias.

Libro de la Reforma de la Universidad de Alcalá de Henares de D. Gómez Zapata.

Fue presentado para la mitra de Cartagena el 10 de febrero de 1573. Celosísimo el Rey Felipe II de la pureza de la doctrina católica en España, al ver que  D. Constantino Pontius de la Fuente y otros habían acogido los errores de Lutero y que algunos por orgullo, ambición  y liviandad querían introducir en la católica España la malamente llamada Reforma, causa de tantos males, temiendo que el luteranismo entrase en las universidades, encargó la visita de la de Alcalá de Henares al sabio y católico obispo D. Gómez Zapata. El cumplimiento de esta gravísima misión fue cual se podía esperar y en premio de su trabajo, y de la vigilancia, celo y caridad que D. Gómez desplegó por un decenio en Cartagena, el rey Felipe II le promovió al obispado de Cuenca, de que tomó posesión en su nombre su previsor el licenciado Alonso Jiménez Reinoso el 13 de enero de 1583. D. Gómez Zapata entró en esta ciudad de Cuenca el 15 de Mayo.

D. Gómez imitó el perfecto modelo de prelados de San Julián, en cada una de las pascuas daba doce fanegas de trigo a cada convento; distribuía limosnas según su calidad a los pobres que, conforme a su mandato, le designaban los párrocos, y a más era paño de lágrimas de cuantos indigentes a él  acudían. Visitó muchas veces y principalmente aquellos pueblos donde más necesidad había de su presencia.

Deseando D. Gómez Zapata que su clero fuese igualmente piadoso que instruido, en virtud de lo mandado por el santo Concilio de Trento, fundó el 7 de enero de 1584 el Seminario Conciliar de San Julián, dotándole con algunos beneficios en esta obispado.

Publicado en Cuenca, 15 de mayo de 2021. Actualizado el 15 de mayo de 2024.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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Fuentes documentales:

-Noticias de todos los Ilmos. Srs. Que han regido la diócesis de Cuenca. Trifón y Soliva. 1860

-Noticias y tributo a San Julián D. Rogelio Sanchiz Catalán. Cuenca. 1909.