San Paulino nació
en Burdeos el año 353 de una familia romana muy noble y rica. Fue discípulo de
Ausonio, retórico y poeta, que le enseñó las letras y el arte de la
versificación. También estudió la jurisprudencia, que ningún romano de alta
alcurnia podía ignorar.
Paulino conoce
ya el cristianismo, pero él no se ha bautizado aún, porque si vida está más
orientada hacia el mundo, a la gloria de las letras y de la política. A los 20
años es heredero de una fortuna casi regia. Se traslada a Roma, donde entra en
el Senado, brilla por su elocuencia y su fastuosidad. El año 378 es nombrado cónsul,
el sueño dorado de todos los patricios romanos.
Cuando, al
dejar las fasces, recibió el gobierno de la Campania, Paulino sintió los
primeros toques de la vanidad humana. Como gobernador no residió en Capua,
capital de la provincia, son en Nola, pequeña ciudad de su patrimonio. Aquí
empezó a sentirse cristiano, sin serlo todavía.
Justo al
sepulcro del mártir san Félix, que allí se veneraba, sintió que su alma “se
volví hacia la fe, que una luz nueva abría su corazón al amor de Cristo”.
Fue acusado de
haber dado muerte a su hermano y pudo defenderse y salvar su inocencia, por la
intercesión del glorioso san Félix, como él siempre pensó. Por esto, al acabar
su gobierno, hizo ofrenda al Santo mártir de su barba primera, como Nerón había
consagrado la suya a Júpiter Capitolino. Era el principio de su conversión.
Aunque el
mundo había empezado a margarle, todavía tenía mucho que gozar y no pensaba en
el bautismo. Decidió volver a su ciudad de Burdeos, y al pasar por España,
encontró una joven de gran familia y rara virtud llamada Terasia, con quien se
casó.
·Extranjero
llegué, guiado por Ti, al país de los iberos; allí tomé una esposa, según las
leyes humanas; ganaste dos vidas al mismo tiempo”. Su mujer debió influir mucho
en él. Muy pronto recibió el bautismo, en el año 390, en la tranquilidad de
Burdeos. Vivían como cristianos modelos pero distaban mucho aún de la suprema
inmolación a Dios.
Por este
tiempo conoció a san Martín de Tours y trabó una correspondencia muy íntima y
frecuente con san Ambrosio de Milán, que consideró como su padre espiritual.
No sabemos si
fue la mujer la que influyó en el traslado a España. Fijaron su residencia en
las cercanías de Zaragoza. Dios los bendijo con un niño, que perdieron pronto. “Largo tiempo lo habían
deseado, pero se apresuró a marchar a las moradas celestiales. En otro tiempo
yo fui pecador; tal vez esta pequeña gota de mi sangre sea mi luz”.
Dios iba
preparando el alma de los dos esposos para el sacrificio y la entrega total.
Pensaban ya en consagrarse a Dios como religiosos y vivían como dos hermanos.
San Jerónimo, a quien habían consultado, les escribe: “No dudéis un momento,
romped el cable que sujeta la barca a la orilla, no perdáis tiempo en desatarle”.
Paulino empezó
a practicar el consejo del Evangelio, vendiendo todo lo que tenía y dándolo a
los pobres: “Aunque poseyese el mundo entero, ¿valdría todo ello algo comparado
con el Señor Jesús?”
En el año 392
fue ordenado sacerdote. Dos años más tarde tomaba el camino de Italia
juntamente con su mujer. En Roma el pueblo vio en hábito de monje al que años
antes había admirado como cónsul.
Roma era
camino para el retiro y soledad de Nola, donde Paulino tenía su corazón, desde
que aquí por primera vez sintió los toques de la gracia. Vivía como un monje
desde el año 395, cuando el 409 fue elegido obispo de Nola. A su muerte, en el año
431, escribía uno de los contemporáneos: “Hemos presenciado la muerte de un
justo; la hemos presenciado con lagrimas y sollozos, y al mismo tiempo con
alegría; hemos visto a los hombres lamentándose por la pérdida del más
bondadoso de todos los sacerdotes; y hemos oído a los judíos, a los paganos,
que decían entre sollozos; también nosotros hemos perdido un padre; también
nosotros hemos perdido un protector”.
Publicado en Cuenca, 22 de
junio de 2020. Actualizado el 22 de 2024.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J.
Madrid. 1961.