San Evaristo sucedió en el Pontificado
romano a San Clemente a fines del siglo I o a principio del siglo II. El libro
Pontifical pondera su espíritu organizador y la conciencia que tiene la
dignidad y autoridad del Papa. Por eso estableció que en la cátedra del Papa
hubiese siempre siete diáconos, para realzar su carácter de maestro de la
verdad.
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San Evaristo |
San Evaristo
fue sepultado junto al sepulcro de San Pedro. El arte popular lo representa con
una espada y la cuna. La espada, símbolo de su glorioso martirio. La cuna hace alusión
a su origen. La tradición dice que había nacido en Grecia de padre judío, natural
de Belén.
San Frutos
confesor, Patrón de Segovia.
La ciudad de
Segovia cuenta entre sus glorias la de haber sido patria del muy esclarecido
confesor san Frutos. Nació en el año 642. Educado por sus padres en el temor de
Dios, dándole ellos buen ejemplo en sus vida. Frutos tenía dos hermanos
llamados Valentín y Engracia.
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San Frutos.
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Sentía cierta
inclinación a vivir en soledad porque veía que en la ciudad y en medio de los
cuidados de su familia no podía conservar la paz y sosiego interior a que Dios
le llamaba y determinó romper con todo eso. Habló con sus hermanos y estos le siguieron
en aquella empresa. Repartieron su hacienda entre los pobres salieron para el
desierto sin volver los rostros atrás.
Anduvieron
unas nueve o diez leguas al norte de Segovia, y atravesando e río Duraton,
tomaron su camino ribera abajo, y a poco más de media legua de donde está ahora
el monasterio de Ntra. Sra. de la Hoz, que es de la orden de San Francisco,
hicieron morada y asiento. Hicieron sus chozas y cabañas entre los riscos, en
lo alto del monte edificaron un oratorio y ermita a Ntra. Sra., donde pudieron
juntarse a hacer oración. Dicen también que con el dedo tocó Frutos en una peña
y de ella brotó un chorro de agua que mana aún en nuestros días y se le llamó
la fuente de San Frutos.
Hacía
bastantes años que Frutos y sus hermanos hacían vida retirada cuando vino sobre
España la invasión de los moros. Estaban los siervos de Dios con esta calamidad
afligidos, sin saber qué hacer si quedarse o marcha a otro lugar con los
cristianos que se refugiaban en los montes de Asturias. Frutos alentó a sus
hermanos a que permanecieran en el lugar, fiados de la protección de Dios.
No paso pucho
tiempo cuando acudieron un gran número de moros que iban a tropel hacia su
ermita. No se turbó ni tuvo miedo, antes cobró ánimo y poniendo su esperanza en
Dios, invocando también a la Virgen, les salió al encuentro determinado a morir
por la fe. Acercándose los moros, hizo él con el báculo una raya en el suelo,
mandándoles que no pasaran de allí; y al punto se hundió la peña y se hizo una
gran abertura separando las dos partes, no pudiendo pasar. Esto así ocurrió por
estar documentado por aquella Iglesia. Aun hoy en día se mantiene dividida la
pena a la que llaman la cachillada de San
Frutos.
Cansado ya de
vivir en este mundo tan lleno de pecados, y deseoso de estar con su Creador y
Salvador en la vida eterna, pidió el partir ya de este mundo. Recibió el
Viático con gran devoción y entregó su espíritu al Señor el día 25 de octubre del
año 715, a los setenta y tres años de edad.
Los santos
hermanos depositaron su cuerpo en el hueco de la pared de la ermita, y ellos se
retiraron a otro junto a Caballer, pueblo que estaba cinco leguas de Segovia
entre norte y oriente, donde fueron finalmente degollados por los moros en odio
de nuestra santa fe. De estos santos sólo quedan las memorias que hay en la
vida de San Frutos.
El papa Sixto
IV, en una bula dada en el amo 1476, a favor del priorato de San Frutos, los
llama mártires.
Los restos de
san Frutos fueron descubiertos hacia el año 1466, siendo obispo de aquella
Iglesia D. Juan Arias de Ávila. Por entonces los trasladaron al Altar mayor,
mientras se labraba una capilla con la advocación de san Frutos. En el año 1558
fueron colocados en la nueva catedral.
Cuenca, 26 de
octubre de 2020 y elb26 de octubre de 2024.
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J.
Madrid. 1961.