jueves, 18 de julio de 2013

Torre de Mangana. Latido de una ciudad

TORRE DE MANGANA. LATIDO DE UNA CIUDAD


Torre de mangana. Principios del siglo XX

La ciudad de Cuenca, una vez conquistada, no tardó en cambiar su aspecto urbano. Los musulmanes quedaron en su barriada. Los judíos se establecieron en la zona de Zapaterías. El resto de la ciudad fue ocupada por los cristianos.

Como en cualquier ciudad medieval, la vida del pueblo se desarrollaba alrededor se su Plaza Mayor y de la que partía un entramado de calles con sus casas, donde se ubicaban los talleres de artesanos y tiendas de mercaderes.

Las murallas fueron restauradas; poseían seis puertas y tres pórticos comunicándose por ellas con el exterior, en las noches seguían siendo cerradas para defender a la ciudad de posibles ataques inesperados.
La primera iglesia, levantada en el siglo XIII, que se construyo fue la de San Pantaleón, en la actual calle de San Pedro, sólo queda el arco de la puerta y algunos partes de la fachada, donde podemos encontrar algunos símbolos y elementos referentes a la Orden del Temple como un caballero alanceando a un dragón en el capitel derecho del arco de la portada.

En la misma época se construyeron las iglesias de San Miguel y la de San Juan en la parte del río Júcar. La iglesia de San Juan fue construida adosada a la muralla y cerca de ella se abría una de las puertas de la ciudad. Los musulmanes llamaban a ese acceso “Al Jara” (La esquina). Por esta puerta era costumbre que la cruzaran los rebaños que pastaban en las proximidades al río Júcar.

En la vertiente del río Huécar, nos encontramos con las iglesias de San Gil, que fue construida en el siglo XV y que a finales del XVIII el obispo Flórez de Osorio decidió hundirla al considerar su mal estado. Pegado a la iglesia existió un hospital y un colegio, llamado, de Santa Catalina. Fue una de las primeras iglesias conquenses.
Torre de Mangana. Siglo XVII

La iglesia de la Santa Cruz, se sabe que a mediados del siglo XVI, Juanes de Mendizábal el Viejo, inició la reforma del templo en el año 1568 y dos años después realizó el ábside y la sacristía.

Otra de las iglesias que hubo, fue la iglesia de San Martín, que da nombre al barrio. Era una iglesia de estilo románico. Quedan resto de la transformación que sufrió en el siglo XVI al estilo plateresco.

En el centro de la ciudad estaban las iglesias del Salvador y San Andrés. La iglesia de San Andrés fue construida en el siglo XVI y la del Salvador en el XVIII sobre una antigua parroquia del arrabal del mismo nombre, construida tras la conquista de Cuenca. De su exterior destaca la torre y la portada barroca.

Con relación a las habitantes de la ciudad hay que destacar las contiendas entre bandos nobiliarios entre las familias de Lope Vázquez de Acuña y la de Diego Hurtado de Mendoza. 
Entre los siglos XIV y XV, se configura la parte de extramuros de la ciudad, dando lugar a la aparición de los barrios de San Antón y el de los Tiradores.

Con todo esto el aspecto de la ciudad de Cuenca fue de una ciudad con muchas iglesias, una muralla que circunda la ciudad y un conjunto de casas que se van adosando a esas murallas. Con todo ello, Cuenca el siglo XVI, se convirtió en una ciudad pujante e industrial atribuido, sobre todo, a la producción textil y ganadera, con la transformación de la materia prima, aparecen los lavaderos, tintorerías y tejedores; todo esto da lugar a la producción de alfombras y al comercio de paños.

Es en este siglo XVI cuando sufre una transformación la torre de Mangana, convirtiéndola en el reloj de la ciudad. El 11 de julio de 1585 murió quien mandó construir la torre para el reloj de Mangana que fue D. Hernando de Montemayor. En un documentos sobre las sinagoga de Cuenca ubicada en el llamado barrio del Alcázar, puede comprobar que el reloj estaba situado, primeramente en la parte alta de una casa, que en el siglo XVI era propiedad de Hernando de Montemayor, regidor de la ciudad, el cual cansado de soportar sobre su cabeza el constante ruido de la máquina, hizo construir la torre. La obra fue ejecutada por Juan Andrea Rodi.

En 1531, el Ayuntamiento le encarga el cuidado del reloj, que estaba en el barrio del Alcázar, a Esteban Limosín. Este importante maestro, era francés de Lomoges. Tras una corta estancia en Sevilla y Burgos, se estableció en Cuenca en el año 1523. En 1527, contrajo matrimonio con Ana García de Torremocha. El Concejo de la ciudad le estableció un salario de ocho ducados al año por la conservación y cuidado del reloj de la ciudad. El Concejo, el 19 de diciembre decidió alquilarle la casa que Julián de Guadalajara tenía al lado de la torre, en la cual se instaló, siendo necesario pasar por ella, para acceder al reloj.

El 6 de febrero de 1532, el Ayuntamiento de Cuenca pagó cuatro ducados por la cruz y veleta de hierro con las que coronó la torre en la que estaba el reloj de la ciudad (AMC Actas del Concejo 1532 (leg. 244. fol. 33v). Otro dato importante sobre la torre nos la da el libro de Actas del Concejo de este mismo año, adjudicando al carpintero, Alonso de León, la obra del chapitel de la torre del reloj, según se estipula en las condiciones, tendría que ser hecha “a contentamiento” de Limosín (AMC leg. 1495, exp. 20).

Tres años más tardes en día 16 de octubre de 1534, los señores del Concejo acuerdan designar un nuevo relojero pues el que había, se supone que aluden a Esteban Limosín, “no sabía lo que hacía”, y para justificar su decisión recurren a la Providencia Real, según la cual el nombramiento de relojero sólo se podía tener durante un año. (AMC, Actas del Concejo, 1534 (leg. 245), fol.127).

El siguiente relojero que aparece en las Actas del Concejo de 1535, es Alonso Beltrán (El viejo) al que se le da un salario de 2000 maravedíes.


Mangana con cúpula de chapa

El 3 de marzo de 1575, Juan Alonso de Valdés, en nombre del Ayuntamiento de Cuenca, le comunica a Francisco Beltrán, que han acordado que su padre siga teniendo el nombramiento de relojero de la ciudad y por tanto que también continúe cobrando su salario pues “ha servido mucho tiempo y es muy viejo” aunque realmente quien se encargará de todo el trabajo, relativo al cuidado del reloj, será él.

El 8 de marzo de 1575, se informa a los Sres. del Concejo de la muerte de Alonso Beltrán y estos proceden a nombrar nuevo relojero a su hijo Francisco Beltrán, que cobrará 3000 maravedíes y 18 fanegas de trigo al año.

El 20 de octubre de 1589, los Sres. del Concejo fijan el salario del relojero de la ciudad en 20 ducados al año.

El arquitecto Juan Andrea Rodi realiza unas obras de mantenimiento en el siglo XVI y pasa inalterable hasta el siglo XVIII que con la caída de un rayo debe de ser de nuevo reparada encargándose de ello el
arquitecto Mateo López, reparando los importantes daños sufridos en la torre.

En el siglo XIX el Ayuntamiento decide cambiar el remate de la torre ya que en 1862, el chapitel se encontraba en muy mal estado.
Torre Mangana. Aspecto actual

Ya en el siglo XX el aspecto de la torre cambia notablemente con la reforma del arquitecto Fernando Alcántara, inclinándose a un estilo neo-mudéjar. Suprime el chapitel por completo y en su lugar realiza una pequeña construcción para albergar las campanas, de planta cuadrada que cubre con una pequeña cúpula. Las paredes fueron decoradas con motivos islámicos y las almenas escalonadas nos recuerdan a la mezquita de Córdoba.

En 1968 se robustece la torre, encargando el proyecto a Víctor Caballero, que le da un carácter fortificado y de arquitectura militar. Dotó a la construcción con un matacán y lo remató sin tejado.

La última remodelación que sufre la torre es en 1970. El proyecto pretendía dignificar la torre, al haberse convertido, en estos tiempo, en un monumento artístico y uno de los símbolos de la ciudad de Cuenca.

18 de julio de 2013

José María Rodríguez González

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