El Convento de San
Pablo convertido en Parador Nacional
Parador Nacional Convento de San Pablo |
El convento de “San Pablo” fue mandado
construir por el Canónigo Don Juan del Pozo y Pino en la primera mitad del
siglo XVI. En la ciudad vivía en la casa de su propiedad situada en la actual
calle de “San Pedro”, donde posteriormente se fundaría el convento de los
Jesuitas. En la Catedral es poseedor de la capilla actual de “San Roque” donde
luce su escudo formado por el brocal de un pozo y sobre él un pino, rodeados de
cuatro pares de conchas, símbolos que recuerdan a sus apellidos.
Claustro del Convento de San Pablo con la roca "La Muela" al fondo |
El lugar me trae al recuerdo los
años de mi niñez cuando, desafiando al peligro nos encaramábamos con los amigos
a la muela rocosa que culmina los terrenos pertenecientes al Convento y sus
pistas de baloncesto y frontón como lugar de recreo y esparcimiento. El
convento es construido sobre formaciones rocosas del Cretácico Superior de la
Era Secundaria formaciones debidas a la composición caliza de las rocas
conquenses que ricas en su parte superior de carbonato magnésico o dolomita
sufre menos desgaste que la parte inferior formada por carbonato cálcico,
fácilmente soluble en contacto con el agua de lluvia y el anhídrido carbónico
del aire, esculpiendo, cual escultor natural, las formaciones caprichosas que
circundan la “Ciudad en volandas” que cantara su poeta, Federico Muelas.
Escudo de Don Juan del Pozo |
¿Cómo fue el construir el
convento en este lugar? Cuenta la leyenda que Don Juan tenía un criado negro,
excautivo de los moros, al que sus anteriores amos le habían cortado la lengua.
En una noche cerrada unos amigos de lo ajeno entraron en la casa del Canónigo
apoderándose de las bolsas del dinero que poseía en la estancia, el criado percatándose
de los hechos y no pudiendo pedir auxilio, siguió sus pasos siendo testigo de
donde depositaban las talegas de monedas robadas a su amo. A la mañana siguiente
informó con señas de lo sucedido y llevó a Don Juan al sitio donde estaba el
dinero. Recuperada la fortuna su dueño vislumbró que la Providencia le exigía
invertir ese dinero en la realización de un convento. Escogiendo el lado
izquierdo de la hoz del río Huécar donde fue escondido el peculio, realizando a
la par, para su comunicación con la ciudad, el puente que llevaría el mismo nombre
del convento: “San Pablo”.
Las obras se iniciaron en 1523. Los
arquitectos encargados de la obra fueron los hermanos Juan y Pedro de Albiz, personas
de gran prestigio en la arquitectura local. El edificio inicialmente se realizó
de una sola planta. Las maderas utilizadas en su construcción fueron cortadas
del paraje de Mirabueno y de las lomas del Cerro del Socorro hasta la fuente
del Canto.
Portada Capilla del Convento de San Pablo |
El primer morador del convento
fue la orden de los Dominicos, monjes que se caracterizaban por la pobreza y la
humildad, del estilo de vida de Domingo de Guzmán, a quien el Papa Honorio III
confirmó bajo estatuto a principios del siglo XIII. Su lema era: “alabar,
bendecir y predicar”. Durante el reinado de Carlos IV fue decretada en
septiembre de 1798 la “Desamortización de Godoy”, afectando al convento. Les
fue indicado a sus moradores el desalojo, no obstante siguieron habitándolo hasta
1830.
Cuentan las malas lenguas que en las
cuevas-bodegas de los frailes se criaban los mejores caldos de la localidad,
recibiendo por nombre: “Los infiernos de San Pablo y la Gloria de San Agustín”.
En el año de 1885 fue trasformado
en hospital. En 1922 se le otorga el uso a la Congregación Misionera de los
Padres Paúles, llegando de Madrid el 7 de julio para hacerse cargo de las
instalaciones, siendo Obispo de la diócesis Don Cruz La Plana y Laguna.
Puerta de acceso al claustro con escudo |
Con la llegada de la República
(1931) prácticamente no sufre alteraciones, sólo en el verano del 1931, se
acorta el curso y los estudiantes salen del convento, pero el inicio del nuevo
curso se hace con toda normalidad. Durante la guerra civil del 1936 al 1939 es
utilizado como albergue y guardería, especialmente como refugio de gente
desplazada.
En septiembre de 1939, con la paz
vuelven los seminaristas a “San Pablo”, desmantelado y falto de enseres en su
interior. Por esas fechas se contabilizan más de cincuenta seminaristas.
Derrumbamiento rocoso en el año 1947 |
En 1947 se produce un
derrumbamiento de rocas a la subida al seminario cortándose el paso al
convento. El abastecimiento y suministros deben hacerse por el puente
colaborando los mismos seminaristas.
En el año 1962, siendo Visitador
el Padre Domingo García, se aprueba el elevar el edificio un piso por el gran
número de solicitudes. Así podría recibir hasta 200 seminaristas. El 8 de
septiembre de 1965, siendo director el Padre Félix García Tejero, se termina la
ampliación del edificio regresando los seminaristas al convento. Ese mismo
verano se hacen cargo de todos los servicios de cocina, enfermería y lavandería
las Hijas de la Caridad. En el año 1966 el Obispo Don Inocencio Rodríguez firma
con La Orden un nuevo contrato de usufructo para que siguieran disfrutando del
edificio durante treinta años más.
Puerta acceso habitaciones con el escudo |
En el año 1970, la división de la
Provincia de las Comunidades Misioneras de Madrid de los PP Paúles y el nuevo
orden establecido por la Comunidad hicieron que en Cuenca solo quedaran los
alumnos del “Mysterium Salutis” pertenecientes a la provincia de Zaragoza y al
año siguiente un nuevo recorte a “San
Pablo” hacen que la comunidad llegue a su mínima expresión: tres padres, un
hermano y menos de cuarenta alumnos.
El 27 de enero de 1973 el Senado
Provincial de la Orden toma la decisión de cerrar el seminario siendo Visitador
el Padre Jaime Corera. En el verano de 1975, siendo Obispo Monseñor Guerra
Campos, se procede a hacer efectiva la entrega de la iglesia y del Seminario.
Escudo de armas de Don Juan del Pozo |
En 1992 el Convento de San Pablo
se convierte en Parador Nacional. En diciembre de 2005 la iglesia de San Pablo
es transformada en el “Espacio Torner” con la exposición permanente de cuarenta
esculturas y pinturas del artista Gustavo Torner, estado que perdura hasta el
día de hoy.
El insigne canónigo Juan del Pozo
y Pino, fundador del convento, murió en 1559. Su memoria sigue patente en sus
muros. Al pasear por el claustro del Parador nos damos cuenta que en la mayoría
de sus puertas de acceso luce el célebre escudo de armas del brocal del pozo y
el pino y en su lápida se lee la
inscripción: “Aquí está sepultado el
indigno canónigo Juan del Pozo y Pino, primer fundador de esta iglesia y
convento; pido y ruego por reverencia de Nuestro Señor Dios le supliquen y
hagan misericordia de su ánima”.
José María Rodríguez González
Profesor e investigador histórico
Cuenca, 2 de abril de 2014
Te agradezco de veras el estudio es muy interesante e ilustrativo.
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