Desde la antigüedad, todas las
civilizaciones en diversas épocas, sufrieron el azote de las enfermedades
epidémicas y todas ellas abordaron el problema a partir de tres elementos. En
primer lugar se puso en marcha algunas medidas de carácter religioso-mágico,
con el fin de aplacar a los dioses y fuerzas naturales. En segundo lugar, desde
donde alcanza la documentación, se trató de utilizar el conocimiento científico
a través de la actuación profesional de los médicos (1*) y también fue
constante la implicación de los poderes públicos en la lucha para vencer la
pandemia al ser un ataque a la convivencia social de un pueblo.
La peste de Azoth |
En el conocimiento sobre este tipo
de enfermedades se encuentran algunas de las emblemáticas plagas de Egipto, que
fueron impactantes en los relatos bíblicos (2*). Más adelante destaca la
epidemia que afectó a los filisteos (peste Azoth, la gente enfermaba y moría de
repente, nadie sabía la causa), que los hebreos interpretaron como el castigo
divino por haberse apoderado del Arca de la Alianza. “Los que no murieron
fueron atacados con tumores y los alaridos de angustia de la ciudad subieron hasta
el cielo” (1 Samuel 5,12). Es curioso
que esta pandemia manara de los efluvios que surgieron de la apertura del arca
sagrada y relacionado con la violación del espacio Sacro. A ésta siguió otra
que fue atribuido a los pecados cometidos por el rey David (3*) y es un hecho,
en los escritos proféticos, la amenaza divina del castigo a través del hambre y
la peste. Por el influjo bíblico en las civilizaciones occidentales han tenido
cierto impacto icónico. Muchas veces estas enfermedades contagiosas mencionadas
por la Biblia, se han interpretado como castigo divino.
Cuenca no se vió libre de ellas.
La peste castellana de 1422 no es muy conocida y afectó principalmente a
Cuenca, Ocaña, Alcalá de Henares y Sevilla. No faltan testimonios literarios
que nos ayuden a establecer el panorama histórico de este brote de peste. Va a
ser la crónica de Alvar García de Santa María la que nos suministra noticias
sobre la propagación de ésta en el reino de Castilla: “Esto fizo el Rey, sin llamar sobre ello á Cortes, según se solía
acostumbrar, por cuanto muchas partes del reino había pestilencia é era
peligroso que á la corte viniesen gentes de estos tales lugares”. Y con
relación a la situación de Cuenca nos lo relata la catástrofe Juan Fernández de Valera “servidor
e húmil fechrura” de D. Enrique, tras excusar su tardanza se dirige a su
señor de esta manera: «... a duras penas so guarido de la
landre, de la qual ha açerca de quatro meses que so pasionado. E en este
comedio finó mi mujer e una fija mía, e toda mi familia, e Garçi Sánchez mi
padre, e mis abuelos lo han Fernandes e su muger, e dos hermanos míos, e otros
sobrinos e parientes e amigos muchos, tanto e en tal manera, señor, que
fablando verdat a vuestra alteza, yo me siento muy solo e desabrigado en esta çibdat»
(4*).
Parte del retablo de la Virgen de las Nieves en la Catedral de Cuenca. Inscripción sobre las petes acaecidas |
Y así tenemos escritos en el
retablo de la Virgen de las Nieves, que acredita la intervención divina para
las acaecidas de 1492 y 1717 y anteriormente a éstas, la peste sufrida en el
primer años del pontificado de San Julián, representada en los cuadros de Bartolomé
Mataranas (1573-1605), actualmente expuestos en la Capilla Honda de la Catedral
de Cuenca. Éste pintor dedicó, allá por el 1595, diversos cuadros a la vida de
San Julián. Es en uno de ellos, en el que representa “el Milagro de la Peste”, donde
elige como escenario el fondo de nuestra Catedral, concretamente en el
margen izquierdo representa una parte de la fachada con dos de sus tres puertas
principales y las escaleras de acceso.
La peste en Cuenca. Milagro de San Julián. |
Nuevamente y en nuestra época, un
mundo globalizado, surge otro principio de pandemia, el ébola. Según el
Coordinador de la ONU para el ébola, David
Nabarro: “la aparición de nuevos
casos fuera del continente propagador (África) no queda descartada ni en Europa
ni en ningún continente”. Según
Nabarro, se trata de la peor emergencia sanitaria de todos los tiempos porque
se ha declarado en un mundo globalizado, donde las distancias no existen: “con la hoja de ruta de la OMS estamos en el camino
de controlar la epidemia y frenar los contagios gracias al despliegue logístico
y a la formación de miles de personas para atender a los enfermos”. Según
el último boletín de la OMS la epidemia persiste y las victimas aumentan. No
hay ningún índice que permita concluir que está bajo control. La situación
continúa deteriorándose y ya hay contabilizadas unas 8.399 víctimas de las
cuales 4.033 son mortales. Por ahora la prevención y el aislamiento son las
únicas armas contra el virus, porque para la vacuna habrá que esperar hasta
mediados de 2015.
Todo esta intranquilidad social
que estamos viviendo nos lleva a la desconfianza, tal vez, como en aquella
época anterior que relato, la gente se olvida de lo que es un virus y deposita
la causa de lo sucedido a la malevolencia de agentes humanos enemistados con el
resto del mundo, ya no a los dioses. No hay que ponerse trágicos, en nuestros
días se resuelve gracias al mecanismo infalible de la víctima propiciatoria o
chivo expiatorio que consiste en designar aleatoriamente un culpable y dirigir
contra él toda la agresividad social. Podría haberse escogido entre enfermeras,
médicos, celadores pero estamos acostumbrados a elegir políticos. Hemos de
pensar que ni en la actual epidemia de ébola ni las pestes de otros tiempos,
que he expuesto, tiene ni tuvieron propagadores conscientes y voluntarios ni
gente que quieran ser portadores de la infección ni de su contagio, seamos
conscientes y civilizados y esperemos que esta pandemia sea controlada
adecuadamente por quien tenga el poder de hacerlo.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador históricoOctubre de 2014
_________________
(1*) La bibliografía sobre medicina en la antigüedad es
particularmente numerosa y existen monográficos dedicados a la medicina de las
civilizaciones – NUTTON, V. Ancient. Medicine. Nueva York. 2005. Historia
universal de la Medicina. Barcelona. 1972.
(2*) The Plagues
of Egypt. Archaeology, History and Science look at ehe Bible, New Jerey, 205.
(3*) “Yahveh envió la peste a Israel desde la mañana hasta el
tiempo señalado y murieron 70.000
hombres del pueblo” (1 Crónicas 21,14) y (2 Samuel 24,15).
(4*) Alvar García de Santa María. Cronista de Juan II.
CODOIN, XCIX, p. 310.
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