Campanas erigidas en honor al Santo Patrón
La tercera campana dedicada a San Julián estaba ubicada en la ermita de la aldea de Verdelpino de Cuenca y sus particularidades eran las siguientes: Una cruz latina immissa sobre pedestal y una inscripción en forma cuadrada que decía: “CAMPANA DE Sª JULIÁN FUNDADA POR GARGOLLO AÑO D 1829 A BENEFICIO DE Dº MANUEL FELIPE ARIAS RACIONERO DE ESTA STA IGLE C.D.L.C.D. CUENCA”. Su altura era de 0,22 metros, de diámetro 0,18 metros y de sección 1,40 metros; con forma española, clase de cimbalillos. Su peso era de 8 arrobas. Existe la creencia que esta campana estuvo colocada en el Santuario del Tranquilo, no he podido comprobar su veracidad pero son muchos los que por tradición lo afirman.
Hoy recorro la ciudad buscando la
musicalidad de las campanas que un día sonaron en lo alto de las torres de las
capillas e iglesias circundantes de nuestra ciudad y en la sublime Catedral.
Oigo un lejano tintineo, quizá de algún claustro de monjas que toca a oración,
campanillas humanas que recuerdan al mundo la necesidad de orar a su Creador.
Una campana gritona adolescente y despierta llama con premura por la Puerta de
Valencia y su cantar despierta a otras traviesas como las de Salvador que llama
a sus feligreses y la de San Felipe Neri despereza las sombras del barrio y
nuevamente Cuenca queda silenciosa y sus calles desiertas; lejos, muy lejos el
murmullo del río. El severo reloj de Mangana, ojo vigilante de la ciudad, deja
caer los sones en la mansedumbre del amanecer con las primeras luces del astro
rey, rasgadas luces en horizonte que despierta en mi imaginación el toque de
las campanas de la inexistente torre del Giraldo de la Catedral, que un día
marcó el ritmo religioso y festivo de esta ciudad embrujada. San Julián en lo
alto de su fachada me recuerda las campanas erigidas en su honor buscando la
protección contra el rayo.
Fueron tres las campanas fundidas
bajo la advocación del Santo Obispo y las notas de su existencia y sus
particularidades fueron las siguientes. Comenzando por la Catedral diré que
existió una cuyo peso fue de 34 quintales, de forma española, y tenía las
dimensiones de 1,17 metros de altura, 1,52 metros de diámetro y 5 metros de
sección. Estaba grabada la imagen de San Julián con ropaje de pontifical (Capa
pluvial, báculo y mitra) y una cesta a sus pies; una cruz latina de forma
immissa, adornada con dos clavos pasionarios en los ángulos de los brazos, con
la cabeza y dos escudos con el jarro de azucenas (escudo de armas de la Catedral);
cuyos grabados estaban espaciados a distancias iguales en todo el campo del
vaso.
Inscripciones escrita en latín,
que tenía en la parte superior, era: “REPELLATUR * ET AEREARUM * DISCEDAT *
MALIGNITAS * TEMPESTATUM * A DOMO * TUA * QUAESUMUS * DOMINE *”, que expresaba
en castellano: Te rogamos, Señor que se ahuyente y aparte de tu Casa la
malignidad de las tempestades aéreas.
Debajo de la imagen de San Julián
y de la cruz, existían las siguientes inscripciones en forma cuadrada: “ SANCTE
JUL * IANE ORA P * RO NOBIS. A F * VLGVRE ET * VLGVRE ET * TEMPESTAT * E
LIBERANO ¨E DOMINE * ANNP 1773* · que traducido dice_ San Julián ruega por
nosotros. Del rayo y tempestad líbranos Señor, Año 1773 .
Otra de las inscripciones era:
“JHS. MARIA y JHP. – CRISTUS REX VENIT * IN PACE. ECCE CRUCEM * DOMMINI. FUGITE
PARTES * ADVERSAE *, que traducido afirma: Jesús, María y José, Cristo rey,
viene en paz. He aquí la cruz del Señor. Huid fuerzas adversas.
Hoy nos parecerán extrañas las
inscripciones que portaban las campanas, aunque podamos pensar que una campana
es un instrumento sonoro simplemente, en realidad sería más exacto decir que es
un receptáculo mágico. La historia de la campana se pierde en la noche de los
tiempos. Tienen la forma de una copa invertida (copa de cáliz), es una alegoría
de lo femenino, como un útero universal creador de la vida, la fuerza y la
energía.
A la largo de la historia se han
empleado para eliminar a los malos espíritus de los caminos. En el Medievo era
frecuente hacer sonar campanas en la encrucijada de los caminos para alejar a
los espíritus burlescos, a los fantasmas y a las ánimas en pena.
Otra de las iglesias que poseía
una campana con inscripciones, haciendo mención a San Julián, fue la iglesia de
San Pedro Apóstol, la campana procedía de la desaparecida parroquia de Santa
María de Gracia con la advocación a San Julián. Esta campana es de las llamadas
esquillones, que es una campana pequeña con la que se dan los toques de llamada.
Su peso era de 10 arrobas, con forma española y que medía 0,56 metros de altura, 0,68 metros de
diámetro y 2,10 de sección. Te nía grabada una cruz latina de forma immissa y
el monograma. En la parte superior del vaso en su circular la inscripción:
“SANCTE JULIANE ORA PRO NOBIS. AÑO 1817”. En su frente y formando un cuadro lo
siguiente: “Siendo cura y Mayordomo de
esta Iglesia el Señor D. Vicente Collado Recuenco, por los maestros Maiores de
este Obispado Pedro del Corral y Gregorio Gargollo”.
La tradición y las creencias
supersticiosas de la gente siempre han estado ligadas a las campanas, cuando se
escuchaba el tañido de una sin esperarlo podría ser un aviso del más allá. Si
se oía campanas en la calle, cuando justo estabas pensando en una persona,
seguro que pronto sabrías de ella. Si tenías un problema sin solucionar y
tocaban a difuntos, auguraba que no se iba a resolver a tu favor, pero si
repicaban a misa que habría que volver a replantearlo y si tocaban a gloria tus
proyectos serían un éxito.
Pero hoy día del Patrón de Cuenca
diré que las campanas también hablaban de amor, de amistad, de ternura. Sigamos
el sonido de la campana que no se pueda decir que “oímos campanas y no sabemos dónde”.
Cuenca, 8 de enero de 2015
José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
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