En agradecimiento de llevar su nombre el Instituto de Educación Secundaria de Cuenca
Entre lo abstracto y la luz
figurativa de sus obras se capta la viveza de las luces de sus dos ciudades
adoptivas: Sevilla y Cuenca, en ellas quedó atrapada la visión de un hombre
amante de la cultura, haciendo de Cuenca el foco más atractivo del arte de toda
la generación de artistas de su época. Esta ciudad le fluía por las venas como
queda reflejada en la serie Río Júcar, La vista u Orillas.
Siempre despertó en mí una gran
curiosidad sus lienzos, su limpieza en el trazo y su interioridad en su
reflexivo concepto de la pintura. No conocía nada sobre su persona hasta que el
destino me transportó al Instituto que lleva su nombre. En los años de Jefe de
Estudios me llevó a tener un contacto más directo con la familia de Fernando
Zóbel, con motivo de los funerales anuales que organiza el Centro en la ermita
de San Isidro.
Son muchas las preguntas que me
he formulado, entre ellas, de como fue el trato del Pintor con el Instituto,
algunas me quedaron resueltas por D. José Gómez Brihuega, que tuve la suerte de
conocer y disfrutar de su amistad y otras a través de D. Carlos Martínez
Morazo, siendo él Director y yo el Jefe de Estudios de su equipo directivo.
Hoy, después de más de dieciocho años de docente en este centro he tenido en
mis manos el libro de Actas del periodo de 1968 a 2001 donde se refleja el
procedimiento seguido para al cambio de nombre de INSTITUTO MIXTO a FERMANDO
ZÓBEL. En la página 21 del libro dice así: “Real
Decreto 264/1977, de 21 de Enero (B.O.E de 28 de Febrero), el claustro de
profesores del I.N.B. Mixto de Cuenca, tras consideran las muy especiales
circunstancias que concurren en Don Fernando Zóbel de Ayala, fundador y
propietario de la colección que se exhibe permanentemente en el Museo de Arte Abstracto de nuestra
ciudad y su labor desinteresada y fecunda en pro de la educación y de la
cultura en Cuenca durante largos años acuerda por unanimidad proponer al
Ministerio de Educación como nombre que individualice el centro el de “Fernando
Zóbel” y en cumplimiento de lo previsto en el citado Reglamento, aprueba por
unanimidad den traslado de este acuerdo a la Asociación de Padres de Alumnos y al Excmo. Ayuntamiento de la
Ciudad”. Días antes la Junta Directiva había visitado a D. Fernando Zóbel
para darle a conocer el acuerdo de que el Instituto Mixto llevaría su nombre y
recababa su autorización a este respecto Fernando les afirmó que se sentía muy
complacido.
La siguiente Acta donde se
refleja el cambio de nombre es la del 28 de mayo de 1981, siendo directora Dña.
Elvira Ruiz Page y Secretaria Guadalupe Medina Navarro.
Me he percatado que dos cosas me
unen con Fernando, el que le gustara aprovechar las primeras horas de la mañana
para trabajar y la cámara fotográfica, que junto con su cuaderno de apuntes
fueron sus instrumentos de observación que más utilizó.
Cuando tengo alguna hora libre me
gusta sentarme en la mesa camilla de la sala de profesores del ala Sur del
Instituto y observar sus cuadros, imitando su proceder en los años que visitaba
el Museo del Prado. Él acostumbraba a sentarse delante de una obra y observarla
tomando apuntes y dibujando bocetos sobre la obra que llamaba su atención.
La colocación de sus obras en
esta sala es caprichosa, minuciosa y personal ya que él mismo con los empleados
del Museo Abstracto fue colocando cuadro a cuadro hasta que quedó decorada la
sala. Forman figuras geométricas, principalmente triángulos, buscando un orden
y un perfecto equilibrio en las formas creadas en cada una de las paredes en
las que cuelga su obra. Es curioso observar que para la decoración de la pared Oeste de la sala a la izquierda se abre
formando un triángulo equilátero con tres cuadros cada uno de distinto tamaño;
el resto de la pared lo decoran tres obras. El primer cuadro es alargado, en su
interior, tres obras. En la parte baja del cuadro y escrito a mano del propio
autor: “La serie MELANOS consta de cuatro
heliografiados sobre Zeire estampados en Cuenca por (Welli) Rafael Pérez Madero sobre papel (firma de Zóbel)
hecho a mano en Cuenca por Segundo Santos. Las ediciones varían entre 20
ejemplares y 70. La estampación se llevó a cabo en el verano de 1970.
En el lado Este, seis cuadros formando el triángulo en ambas formaciones,
separadas por la puerta de la terraza que da al Júcar. Al Norte el espacio es reducido por las ventanas lineales que posee
por lo que optó con formar una hiera vertical de tres cuadros formando una
línea recta. Al Sur se repite la
formación triangular de la decoración.
No hay cuadro que no contenga algún
comentario suyo, como si quisiera revelarnos las claves que le interesa en cada
obra, unas veces se trata de explicaciones, otras de fragmentos o detalles,
reflejando la atmósfera de cada cuadro.
Hoy me he vuelto a sentar en la
mesa camilla de la sala como queriendo descubrir el pensamiento de Fernando
cuando sentado daba las instrucciones pertinentes a los trabajadores para
ubicar cada obra donada a este Instituto que lleva orgulloso su nombre. Mi
imaginación vuela al antiguo Egipto en la acción de “tender la cuerda entre dos piquetas”, esa acción era una de las más
importantes operaciones sagradas en la construcción de un templo, después de
observar las estrellas circumpolares, después de medir el tiempo con la
clepsidra a fin de fijar la orientación del templo, se tensaba la cuerda sobre
el emplazamiento de los muros y se determinaban cuatro ángulos sobre el
emplazamiento de los mismos determinándose los cuatro ángulos picando el rey
sobre las estacas con un mazo de oro mientras se recitaban los textos sagrados.
Algo así tuvo que pasar por la cabeza de Zóbel al determinar la posición de sus
obras en los cuatro puntos cardinales que conforman las paredes de la sala y él
como el Faraón consagraba la posición definitiva y así ha perdurado a través
del tiempo sin tocar ni cambiar una escarpia bendecida por su autor.
Y me vuelvo a preguntar: ¿Por qué eligió la formación en
triángulo para las salas de profesores? Probablemente porque en la cultura
china el triángulo equilátero significa la reunión, la armonía y el bien
supremo del hombre, o tal vez sería porque el triángulo constituye el símbolo
capital del ternario. Se dice que tres es un número triangular porque tres
puntos dispuestos al azar forman un triángulo y sólo uno.
El tres es considerado el número
perfecto porque es el primer impar y porque es igual a la suma de los números
que le preceden y porque es preciso para formar y establecer cualquier
relación. Tal vez por eso eligiera de esta forma la colocación de las 11 filas
de tres fotos que forman armoniosamente la serie de fotografías de la colección
personal del pintor, en la biblioteca del Centro. Cada una comentada
minuciosamente en su contenido, fotografías de la Cuenca gloriosa y de sus
gentes. Tres horizontales, tres verticales, formando una línea recta perfecta
en su altura para dejar como colgadas la serie en su parte baja, posiblemente
imitando al símbolo por excelencia de esta ciudad, las Casas Colgadas.
Compone
la serie doce filas y cada fila con tres fotos a excepción de una que posee una sola foto (las series se han visto mermadas en alguna ocasión por la desaparición de alguna de ellas). Un número simbólico es aquel que no indica una cantidad,
sino que expresa una idea, un mensaje. El número doce está unido con la
medición del tiempo heredado de los babilonios, quienes crearon el zodiaco y el
cálculo del tiempo. El doce significa elección, la posibilidad de poder elegir
y descubrir el contenido de cada libro. Cada libro que
contiene la biblioteca no deja de ser un mundo donde queda reflejada la
sabiduría y el talento de su autor, es como una nueva oportunidad de aprender a
descubrir el pasado para crear un futuro en los jóvenes que pasan a diario por
ella. La serie continúa con un solo cuadro para terminar a continuación en otro
conjunto de tres que forman la llave que abre y cierra la más interesante
colección de imágenes originales de un pasado glorioso de la ciudad de Cuenca.
Una sola fotografía rompe la armonía y el ritmo, preguntándome ante este hecho
si realmente la unidad, la imagen más sencilla es capaz de hacer visible que la
dualidad sea resuelta por la unidad. El mismo Zóbel decía: “Soy una persona que paso mi vida entre
libros y museos”.
¡El color de sus paredes¡ ¿Qué
puedo decir del color? Días paso Fernando Zóbel haciendo pruebas de color con
el pintor, para encontrar ese amarillo tirando a verdoso que lo hace peculiar
como ninguno. ¿Qué deseaba que trasmitiera a los visitantes del lugar? Sabemos
que Fernando meditaba muy bien cada paso que seguía y como buen conocedor de la
gama de colores las pautas seguidas con éste no fue aleatoria. En este lugar
quiso dejar su pensamiento no con palabras sino como él bien sabía, con la
imagen y con el color.
El color amarillo simboliza la
luz del sol, estimula la actividad mental, representa la alegría, la felicidad,
la inteligencia y la energía. ¿Qué mejor color que éste para una biblioteca?
El instituto siempre estará agradecido a este gran hombre
que desbordó generosidad con las gentes de Cuenca. Año tras año el instituto
organiza en su honor el Certamen de Artes Plásticas desde el año 1987. Este año
de 2016 será su 28 edición. Cada año son más los jóvenes artistas que
participan. Las nuevas generaciones vienen pisando con fuerza e ilusión y este
Instituto quiere contribuir a que el nombre del pintor permanezca y sea
conocido.
No puedo terminar este artículo sin expresar mi admiración y
mi respeto hacia un hombre que supo dejar una huella imborrable de su hacer y
de su persona.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador
histórico
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