El día de todos los Santos
Los mercados se cubren de
vendedores de flores en estos días y la gente se afana en acudir a los
cementerios para adecentar las tumbas de sus familiares fallecidos. Los
conquense no somos diferentes del resto de los humanos y la costumbre
tradicional aflora en cada familia en este día.
Hoy me he acercado por la Plaza
de España de Cuenca donde el número de vendedores de flores es elevado estos
días y he preguntado a uno de ellos: ¿Cómo se cultivan estas flores que vende
en estos días? –Se plantan en marzo, después se hace el primer riego; más tarde
se escardan tres o cuatro veces y se vuelven a regar otras tantas. -¿Es mucha
la cantidad que recogen de ellas y el terreno que ocupan? –Casi siempre, unos
cien haces en una extensión de dos mil metros cuadrados -¿El gasto? –En
realidad, no es muy elevado y con lo que se saca ahora, se compensa. -¿Cuantas
clases de flores cultivan? –Crisantemos, dalias, cresta de gallo o amaranto y
claveles variados. – ¿Las flores que más se venden? – Las blancas y los
claveles. - ¿Cuál es el día de más venta? La víspera del día de todos los
Santos. -¿Les han hecho alguna vez encargos especiales? – Casualmente hoy nos
han encargado para llevárselo a la sepultura de una chica joven que murió, se
nos exigió claveles y que fueran blancos, porque antes de morir no le gustaban
los crisantemos y la flor preferida de la chica eran los claveles blancos, pero
por lo general predomina el crisantemo en sus distintas variedades de color.
El otoño ha entrado de lleno en
nuestras Hoces y una alfombra de hojas hace más vistoso el camino. Una mezcla
de sentimiento recorre mi ser viendo el azul del cielo y el amarillo ocre de
las hojas y pienso: ¿Y si nuestras máquinas modernas de fotos pudieran obtener
una instantánea del Cielo? Hoy sorprendería el regocijo de la Gloria de los que
nos han precedido. Hoy es la fiesta mayor allá donde todos aspiramos a ir y
donde siempre se nos espera. Todos los Santos celebran hoy su fiesta. Su
santidad les concede el estar en presencia de Dios, llenos de la alegría de
haber conseguido el fin para el que fueron creados y que supieron andar el
camino de la virtud mientras estuvieron en la tierra.
Año tras año se desdibuja la
realidad de esta fiesta, olvidamos que todavía seguimos el camino de la
eternidad sin haber llegado a cruzar la puerta. Como en tantas otras cosas
vamos cambiando nuestras costumbres por otras profanas y llegando estos días
convertimos esta fiesta en un carnaval anticipado que no es realmente el sentir
espiritual de esta gran fiesta cristiana.
Como decía Goethe, “El alma del hombre es como el agua.
Viene del cielo y vuelve después a la tierra en un eterno ciclo”.
La muerte no nos roba los seres amados. al contrario, nos
los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo.
Cuenca, 1 de noviembre de 2016
José María Rodríguez González.
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