jueves, 17 de noviembre de 2016

Una Virgen por Madre. 21 de noviembre.

Arte y representación se conjugan en la Catedral de Cuenca

El día 21 de noviembre celebra la comunidad cristiana la festividad de la Presentación de María en el Templo.
Esta festividad está moldeada en el estuco izquierdo del Altar Mayor de la Catedral conquense, pero no sólo ahí, también está contemplada en distintas tablas pintadas en capillas que iré mencionado a lo largo de este pequeño artículo como tributo a la conmemoración de tan feliz acontecimiento.
Presentación de María en el Templo
Catedral de Cuenca

Cuando he hablado de este tema han sido varios los que me han preguntado: ¿de donde surge esta festividad que no está contemplada en los libros sagrados?

Se cree que está basada en tres leyendas muy antiguas contempladas en los escritos apócrifos: “El Proto-evangelio de Santiago”, del siglo II; del “Evangelio del Pseudo Mateo”, del siglo IV; y del “Libro de la Natividad de María”, del siglo IX.

Hay que recordar que la consagración de niñas en los templos siempre la ha habido, incluso antes del cristianismo. Basándose en los escritos apócrifos antes mencionados y sintetizando el contenido se puede afirmar: que Joaquín y Ana, padres de María, cuando tenía tres años de edad, la condujeron al templo de Jerusalén para ser consagrada al servicio del templo, en género de vida recoleta, de igual modo que otras niñas de esa edad, antes que ella estarían allí recluidas. A su llegada es recibida por el sumo sacerdote para ser conducida al sancta sanctórum. Así viviría María toda su infancia, unos once años.
Después de este pequeño preámbulo, si combinamos los detalles descriptivos de los tres apócrifos podemos hacernos la idea de la representación realizada por los artistas medievales que contribuyeron y popularizaron este tema mariano.

Los elementos que contienen los relatos son:

1º Los protagonistas: Joaquín y Ana, los padres; María, niña de tres años y el sumo sacerdote que la recibe a la entrada del templo.

2º Comparsas: grupo de doncellas, conocidos y amigos de los padres que son invitados al evento. Las doncellas según los apócrifos, con velas encendidas acompañaban a Joaquín y Ana, posiblemente fueran las que estaban hasta ese momento dedicadas al servicio del templo y otros sacerdotes del propio templo.

3º El escenario o entorno: El exterior del Templo de Salomón, marcando las quince gradas de acceso, se materializa con cierta frecuencia el altar de los holocaustos inscrito bajo un cimborrio o baldaquino, apeado sobre cuatro columnas, es decir una especie de templete formado por cuatro columnas que sostiene una cúpula o dosel plano, destinado a cobijar el altar.

Atendiendo a estos hechos fue la iglesia de Oriente la primera en introducir esta festividad y convertirla en una de las doce grandes festividades del año litúrgico oriental. Su representación se multiplicó muy pronto en el arte bizantino.

Anterior a este episodio se atiende a la esterilidad de Ana al llevar varios años de matrimonio con Joaquín sin lograr descendencia. Esto suponía una gran desgracia porque significaba la exclusión de la familia de las promesas del Señor y ambos pertenecían a la casa de David de la que un día había de nacer el Mesías. De aquí nace la Leyenda Dorada, del Protoevangelio de Santiago y del Pseudo Mateo, que anteriormente he mencionado relata el hecho así: “Joaquín y Ana, de edad avanzada y sin hijos, sufren el desprecio de sus convecinos, y los sacerdotes del Templo de Jerusalén rechazan las ofrendas presentadas por Joaquín. Éste entonces se retira a los montes. Un ángel se le aparece y le ordena que vuelva al lado de Ana, y le dice: “Dios os va a dar una descendencia que nunca han tenido ni tendrán los santos ni los profetas”. Ambos esposos se abrazan en la puerta dorada de la ciudad. Su concebida hija María, traerá al mundo al Mesías prometido a Israel.
Abrazo ante la Puerta Dorada
Capilla de la Asunción
Catedral de Cuenca

Este hecho relatado está plasmado en el retablo de la capilla de la Asunción de la Catedral de Cuenca, fundada en 1511, pasando al Deán de la Catedral Juan Barreda quien puso el retablo, realizado en la segunda parte del siglo XVI, conteniendo entre sus pinturas la tabla que representa “El Abrazo ante la Puerta Dorada”. El retablo se atribuye a Martín Gómez el Viejo y a su cuñado Pedro de Castro. Igualmente en el retablo de la capilla de San Roque (o de la Asunción), en una de sus tablas, está representado el Abrazo ante la Puerta dorada.

La celebración litúrgica aún tardó en instituirse. La primera fecha de referencia la tenemos el 21 de noviembre del año 543, fecha en que se consagró la basílica de Santa María la Nueva en Jerusalén, construida por el emperador Justiniano I. Esta dedicatoria se convirtió en Jerusalén en una festividad local pasando la devoción a algunos enclaves del Imperio Bizantino desde el siglo VI y la Iglesia de Constantinopla la instituyo entre los siglo VII y VIII. El emperador Manuel I en el año 1143 la hizo oficial en todo el territorio del Imperio Bizantino. A Occidente pasó de la mano del Papa Gregorio XI, en el año 1372 que la estableció en Aviñón, aceptada por los Carmelitas en el año 1391 y los Cartujos en el año 1474. Su difusión fue fomentada por los papas Pio II y Sixto IV.

En la reforma del calendario litúrgico llevada a cabo por el Papa San Pío IV (1566-1572) la suprimió al ser su procedencia de los apócrifos. Volvió a restablecerse en dicho calendario por el Papa Pío V (1585-1590), a instancias de Felipe II, adaptada para toda la Iglesia Universal como fiesta menor con rito doble aprovechándose el mismo formulario litúrgico que el de la Natividad de María, gracias a los esfuerzos del padre jesuita Turriano. El oficio actual se debe a Clemente VIII que elevó esta solemnidad al rito de doble mayor que aún se conserva.

Presentación de María en el Templo
Capilla del Pozo
Catedral de Cuenca
Las representaciones artísticas que poseemos en la Catedral conquense del tema que nos ocupa son: la primera y más espectacular está en el estuco izquierdo del Altar Mayor. Fue realizado conforme a los diseños de Ventura Rodríguez, de forma clásica. Los artífices a cuyo cargo estuvo la obra fueron Pedro Ravaglio y Juan Bautista Cremona.


En la capilla de San Roque o del Pozo, en el retablo plateresco compuesto por siete tablas en las que se representa escenas alusivas a la vida de la Virgen, se encuentra entre ellas, la presentación de María en el Templo, Destaca en lo alto la Santísima Virgen en el momento de ser recibida por el Sacerdote a la puerta del Templo. Y en un plano inferior y como colocados a cierta distancia se ven las figuras de San Joaquín y Santa Ana, ella con toca blanca y él con turbante a la cabeza, los dos contemplando la escena silenciosos.

Sea esta una muestra del interesante arte que está por descubrir en nuestra magnífica Catedral conquense.

21 de noviembre de 2019
©José María Rodríguez González

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