En el Sinaí el
recuerdo de Santa Catalina casi ha eclipsado el de Moisés, y el antiquísimo
monasterio ortodoxo de esta región que lleva el nombre de la santa, cuyas reliquias
se veneran allí. Nada de ello es obstáculo para que catalina no haya existido
jamás, o al menos eso dicen los sabios hagiógrafos, que atribuyen su historia a
un tardío relato de fines edificantes.
Martirio de Santa Catalina. Retablo de la capilla que lleva su nombre.
Catedral de Cuenca.
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Es posible que
no haya pruebas históricas de que existiera nuestra Catalina, a la que hay
dedicada una capilla en nuestra Catedral conquense, pero es una de las santas
que más hondo ha calado en la sensibilidad religiosa tanto de Oriente como de
Occidente. En Occidente su culto no empezó hasta el siglo XI y fueron los
Cruzados los que popularizaron tanto su nombre que fue una de las Santas más
celebradas en la última parte de la Edad Media.
En su vida,
popularizada por ingenuos pormenores como el de la rueda en que sufrió tormento
y cuyas cuchillas acabaron hiriendo a los verdugos, (la rueda Catalina que ha
pasado al lenguaje moderno) hay el testimonio valiente de la verdad que culmina
en el martirio, cuando el mártir se hace etimológicamente testigo.
Pero tal vez
lo más atrayente del personaje, según lo describe su pasión, no es tanto la muerte
a manos de infames sicarios, sino su ansiosa búsqueda de la verdad en el
ambiente blando y cosmopolita, corrompido y ecléctico de la Alejandría de su
época. Catalina, cuya verdad histórica se pone en duda, fue en su leyenda una
apasionada e incansable buscadora de
verdades.
Si Catalina no
existió, hubiera debido de existir entonces y ahora, sin conformarse con la mezcla
impura de casi todos dan por buena, y pagar con su vida la proclamada Verdad.
El historiador
Eusebio habla de una mártir célebre en Alejandría, pero no da su nombre. Rufino
nos dice que se llamaba Dorotea. Todos los datos ciertos sobre nuestra Santa se
pueden reducir a éstos; existió ciertamente en Alejandría una virgen joven, por
nombre Catalina, que fue decapitada por la fe en 25 de noviembre del año 305.
Cuenca, 25 de noviembre
de 2021.
José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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