Nació en el
año 1384. En el seno de una familia de la nobleza romana, hija de Paulo Busa di
Leoni. Se sintió desde la infancia atraída por la pureza. Por orden de su
confesor tuvo que condescender con los deseo de su padre, que la casó a los
doce años con el joven aristócrata Lorenzo de Ponziani. De su matrimonio tuvo
tres hijos: Inés y Juan Evangelista que murieron muy jóvenes y Juan Bautista,
destinado a perpetuar la familia. Tras muchas penurias debidas a la guerra con
Nápoles (destierro del marido, confiscación de sus bienes) fundó la
congregación de las oblatas de Tor`de`Specchi, la Torre de los Espejos,
agrupando a unas piadosas mujeres que se consagraban a Dios sin abandonar del
todo el mundo.
Santa Francisca Romana |
Singular
experiencia la suya, la vida monástica dentro del matrimonio, siguiendo la
regla benedictina; permaneció casada durante cuarenta años y enviudó poco antes
de su muerte, pero sus rigores ascéticos de los que hay fiel constancia gracias
a sus confesores.
Fue una Santa
de visiones, éxtasis, prodigios y contemplativa que ejerció influencia sobre el
Papa Eugenio IV. La vemos aureolada por maravillas recorriendo las calles de la
Roma medieval, con su hábito negro y el velo blanco, junto a un ángel de la
guarda visible que despedía tanta luz que ella podía leer en la oscuridad.
La visión más
alta fue la del Ser de la creación de los ángeles. Era un círculo espléndido e
inmenso, que sólo en sí mismo descansaba. Bajo el círculo infinito, el desierto
de la nada, y dentro de él como columna deslumbrante que se reflejaba la
divinidad. Allí unos caracteres; principio sin principio y fin sin fin. Luego
aparecieron los ángeles a semejanza de los copos de nieve que cubren las
montañas. Y Cristo dijo a Francisca: “Yo
soy la profundidad del poder divino. Yo he creado el cielo, la tierra, los ríos
y los mares. Yo soy la sabiduría divina. Yo soy la altura y la profundidad; la
esfera inmensa, la altura del amor, la caridad inestimable. Por mi obediencia,
fundada en la humildad, he redimido al mundo”.
El proceso de
canonización se inició el mismo año que murió la Santa, pero hasta el 29 de
mayo de 1608 no pudo ser. El Papa Paulo V fue quien la canonizó en San Pedro de
Roma.
Se publicó en Cuenca, 9 de marzo de 2020.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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