La controversia de los Pecados Capitales en nuestro tiempo.
Hace unos días recibí un email en el que me decía:
“Soy …, habitual invitado en actividades en la Universidad “José Saramago” en Cuenca, … El próximo jueves 3 de marzo, vamos a hablar en dicha Universidad para mayores, sobre alguna iconografía en la Catedral referente a los pecados capitales como punto de inicio para abordar ese tema, a través de las cualidades humanas que uno puede trabajar sobre dichos pecados capitales y de ahí la importancia de su aparición en un edificio de las características como es la Catedral. Para ello quería pedirte permiso, nombrándote y exponiendo tu trabajo sobre la “Iconografía e iconología en la Catedral de Santa María de Cuenca”, proponiendo tus interpretaciones sobre iconos relacionados con los pecados capitales y a partir de esos iconos como hilos conductores, poder abordar el pecado capital que representan”.
Naturalmente le di mi autorización para que pudiera utilizar mi trabajo de investigación iconográfica en su conferencia.
Al surgir esta petición he pensado que estaría bien traer a la actualidad ese trocito del trabajo icográfico que me llevo siete años el descifrar su contenido y que en la actualidad sigo pues, es como el pintor artístico en un cuadro que nunca ve su finalización.
Quiero en este tiempo de Cuaresma, que arrancamos hoy, dar con vosotros un repaso o reflexionar sobre estos pecados que la sociedad actual, consciente o inconscientemente, antepone a la Ley de Dios.
De los vicios y pecados se puede hablar mucho y más en estos tiempos que nos ha tocado vivir. Como sabemos son siete los pecados que lo integra.
En la Catedral, la iconografía de los Pecados Capitales está situada en la parte superior del arco del lado Sur del Presbiterio.
Comenzaremos por La Soberbia. Este vicio es un apetito desordenado de la propia excelencia; tal fue que el que dominó a Lucifer, al revelarse contra su Dios y creador. ¡Quién como Dios! Porque Lucifer en cierto modo pretendió ser igual al Altísimo, y le salió tan al revés su orgullo pretensión, que de ángel hermoso quedó convertido en feísimo demonio; de lo más alto del cielo fue precipitado a lo más profundo del infierno.
La Soberbia es comparada al pavo real, el cual, viéndose tan hermoso, se envanece y engríe, formando al efecto un abanico de las plumas de la cola; pero dicen que aplaca el orgullo cuando ve la fealdad de sus patas.
Arpía masculina. Representa la Soberbia. Iconografía marginalista de la Catedral de Cuenca. |
Está representada en la Catedral como una Arpía o sirena-pájaro, con la particularidad que las arpías eran representadas con figura femenina y nosotros lo que tenemos es una arpía masculina. Todo su cuerpo está lleno de plumas, con garras de ave de rapiña.
En segundo lugar podemos hablar de La Avaricia, que es un apetito desordenado de riqueza temporal. El avaro es comparado al buitre, porque este animal es insaciable de la sangre humana y devora las entrañas de las persona.
La Avaricia, esta representa por un perro con trompa enroscada, representando el perro la inmundicia, lo rastrero; y la trompa, el querer absorber todo cuanto se le presenta, sin hartura. El avaro comete las mayores felonías, extorsiones e injusticias para enriquecerse a costa de la miseria de sus semejantes, sin que jamás se sacie.
La Lujuria, este vicio es un apetito desordenado de torpes deleites. Decía, D. Antonio Claret en su Catecismo de la Doctrina Cristian, que este vicio es tan terrible que por él Dios envió los mayores castigos sobre la Tierra: envió el diluvio, del que se salvó Noé y ocho personas únicamente de cuantas gentes poblaban el mundo, también envió fuego abrasador a las ciudades de Sodoma y Gomorra, y por el mismo fueron muertos los de Sique. Las personas lujuriosas son comparadas a un bruto lascivo, este pecado convierte en bruto al que lo comete.
Mono-mujer. Representa la Lujuria. Iconografía marginalista de la Catedral de Cuenca. |
Está representa la Lujuria en nuestra Catedral por la figura híbrida de mono-mujer. Con esta composición une a la vez la vanidad, codicia e impudicia que asociándolo a la mujer, tenida en aquella época como la incitadora del hombre al pecado, la convierte en la representación de la lujuria.
El siguiente Pecado Capital es la Ira. Este vicio es un apetito desordenado de venganza. Para explicarlo acudo al pasaje bíblico de Saúl que persigue a David (1 Samuel, 18), de quien no había recibido sino favores; pero empezó a tener celos y envidia por sus prosperidades y proezas, y siempre andaba discurriendo para matarle. Esta pasión es comparada al tigre, que mata y destroza por solo el placer de dañar.
León con aletas de pez. Representa la Ira. Iconografía marginalista de la Catedral de Cuenca. |
Pues bien en la iconografía catedralicia está representado por un tetrápodo, es decir un león con aletas de pez. El león tiene la zarpa levantada en plan de ataque y la boca abierta, patas de aletas de pez para huir con rapidez. “Como rugido de león es la indignación del rey, su favor, como rocío sobre hierba” (Pr. 19,12).
La Gula es otro de estos pecados. Es un apetito desordenado de comer y beber. ¡Ay del que se entrega a los excesos de la gula! Su Dios, según el Apóstol, es un vientre: se olvida de su Creador, de su prójimo, de sí mismo, y por último se halla condenado en la hora en que menos piensa, como le pasó al rico Epulón de que nos habla el Evangelio, que comía y bebía espléndidamente, y dejó morir de miseria a sus puertas al pobre Lázaro. El glotón es comparado al cerdo, que como la bellota sin pararse a mirar la encina de donde cae; así él devora y traga sin levantar los ojos al cielo para dar gracias a Dios que le ha creado.
Dodo comiendo hoja de col. Representa a la Gula Iconografía marginalista. Catedral de Cuenca |
Se representó en el siglo XV este pecado de la gula con un dodo comiendo una hoja ce col. Este animal es natural de la isla de Mauricio y perdía la facultad de volar por su afán en comer, fue exterminado por los portugueses y españoles al abastecerse de ellos en los barcos como alimento para la tripulación por lo fácil que era su captura.
La Envidia en la penúltima de las siete que compone el serial de los Pecados Capitales. Este vicio es un pesar del bien ajeno, o un disgusto de la felicidad o buena suerte del prójimo. Si volvemos a acudir a la Biblia encontramos el pasaje de la venta de José por sus hermanos (Gn. 37). Comenzaron por tenerle envidia porque lo veían más apreciado de su padre Jacob, y porque había tenido unos sueños o visiones que daban a entender que vendría un día en que sería más que ellos: y por último vendieron por esclavo a unos mercaderes extranjeros. El envidioso es comparado con un perro, que si ve que echan un hueso o comida a otros, llevado de la envidia, corre al momento a quitárselo, y riñe con todos.
Águila y serpiente. Representa la Envidia. Iconografía marginalista de la Catedral de Cuenca. |
La representación iconográfica la toma de una fábula del águila y la serpiente. El águila envidia a la serpiente porque domina la tierra y la serpiente envidia al águila porque domina el cielo, ambos desprecias lo que Dios les ha otorgado a cada una. Tal vez merezca una reflexión de nuestro comportamiento que no vemos lo mucho bueno que poseemos y envidiamos lo poco que tiene el otro al que deseamos.
Llegamos al último de los Pecados Capitales, la Pereza.
Este vicio es una flojedad o caimiento del ánimo en el bien obrar, y lleva consigo cierta tristeza de las cosas espirituales y ejercicios de las virtudes. El maligno espíritu se aprovecha siempre de las ocasiones que le proporciona el perezoso, para apoderarse de su alma; imitando al ladrón, que asalta la casa cuando el amo está más descuidado. El perezoso es comparado al asno que no anda sin el palo. Así pues la iconografía lo elige a él el onagro (asno salvaje) (Job 11,12).
Asno u onagro. Representa la Pereza. Iconografía marginalista de la Catedral de Cuenca. |
Todo esto podemos encauzarlo en la justicia divina, representada por una mujer, con una espada en su mano derecha y una balanza en su mano izquierda. Ella dará el premio o castigo según el bien o el mal que se realice. En uno de los platillos estarán las buenas obras y en el otro un ramo de laurel, para dar a entender que si obras bien, entraras triunfante en la eterna gloria; pero si al contrario obras el mal, te aguarda el rigor de la divina Justicia de ahí la espada.
Cuenca, 3 de marzo de 2022.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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Fuentes
documentales:
-Catecismo
de la Doctrina Cristiana. D. Antonio Claret. Barcelona. 1860.
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Iconografía e iconología de la Catedral de Santa María de Cuenca. José María
Rodríguez González. Cuenca. 2013.
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