El nuevo código secreto de la Biblia y la Catedral de Cuenca.
Desde Michel de Nostradamus (siglo XVI) no había conocido otro personaje, de importancia, que navegara por los secretos y predicciones proféticas que pueden haber sucedido o podrán suceder en el mundo.
Las mayorías de las fuentes académicas rechazaron la idea que Nostradamus poseyera esas habilidades y sus cuartetas pudieran ser el resultado de una mala interpretación, pudiéndose aplicar a cualquier cosa.
Estos días cayó en mis manos el libro escrito por Michael Brosnin “El nuevo código secreto de la Biblia”. Este escritor en 1997 consiguió un bestseller mundial con “El código secreto de la Biblia”. Este código fue descubierto por el famoso matemático israelí doctor Eliyana Rips y comprobado por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que resultó ser válido.
Usando este código se predijo el asesinato de Itzhak Rabin (político y militar israelí) un año antes de que sucediera y ahora vuelve a utilizarse esta herramienta de análisis matemático del texto de la Biblia para descifrar lo que nos puede deparar el futuro.
Icono de la Regeneración. Iconografía Catedral de Cuenca. Siglo XV La figura del dragón mordiéndose la cola representa la regeneración y del paso de lo que es contingente a lo que es eterno. |
Este trabajo muestra cómo los atentados del 11 de septiembre de 2001 estaban ya codificados en la Biblia. El código revela detalles de hechos que tuvieron lugar miles de años después de que se escribiera la Biblia.
Según Rips, existe un término matemático llamado recombinación que consiste en tomar cierta cantidad de palabras y se las recombinan en todas sus posibles composiciones y con ello se encuentra un grado de correlación entre las palabras.
Hemos de empezar por saber que el idioma en el que fue escrita la Biblia y con ello el Pentateuco, que corresponde a los cinco primeros libros de la Biblia, fueron escritos en hebreo y tendremos que tener este idioma como base de las consultas que se pudieran realizar. Una práctica habitual en la antigüedad era la escritura invertida (de espejo) y el primero de los profetas, Isaías dijo al respecto, “Para ver el futuro debes mirar hacia atrás”. En hebreo, esta frase significa también “lee inversamente las letras”, por lo que una manera de hallar su contenido sería emplear este procedimiento.
El hecho de que en 1947 fuera encontrado un ejemplar de la Biblia intacto por casualidad da respuesta a todo ésto. Un pastor lanzó una piedra al interior de las cuevas de Qumrán y oyó un crujido de cerámica. Interesándose por ello pasó a la cueva y encontró dentro de la vasija rota un ejemplar de la Biblia, con ciertas peculiaridades, que había resistido intacto el paso del tiempo.
Este ejemplar podría ser algo así como la piedra Roseta, la tabla encontrada en la desembocadura del río Nilo hace 200 años que permitió a los arqueólogos descifrar los jeroglíficos egipcios, la escritura pictórica de pirámides y obeliscos desde los tiempos de los faraones. Esa piedra contenía varias versiones de un mismo texto, una con jeroglíficos y otra en griego, lo cual reveló que aquellos misteriosos dibujos era la expresión de un lenguaje.
Ateniéndonos a que el código de la Biblia está escrito en nuestro propio lenguaje y que el código es, por tanto, accesible a todos. No se necesita poseer un conocimiento o habilidad superior a lo humano para encontrar entre sus páginas interesantes hallazgos que pudieran servir para esclarecer y corregir el futuro próximo.
Fue D. Rodrigo de Luz Lamarca quien relacionó, en su libro “El misterio de la Catedral de Cuenca” la mitología de los diferentes ciclos de las sagas del Grial, junto con el impulso medieval que la edificó. Es sumamente interesante una atenta lectura de la recapitulación que, de cada uno de estas leyendas, hizo el especialista Julius Évola en su obra “El Misterio del Grial”, ya que las afinidades que se observan son muy esclarecedoras. Algunas de ellas son debidas a la indudable conexión de conocimiento directo, convenientemente fabulado bajo la simbología iniciática del mito, pero otras no pueden tener más explicaciones para su entronque que un subterráneo enlace intuitivo o irracional, sin relación lógica de causa efecto, en que el símbolo tiene una fuerte carga de premonición o anticipación, probablemente inducida por un inconsciente colectivo o por corrientes análogas, capaces de generar resultados de tan sorprendente aproximación.
El Grial, como tantos otros mitos, encierra, en suma, toda una teoría metafísica de la historia de la existencia del hombre, que se ve inmersa en el ciclo vital de la Humanidad.
Así exponía su teoría D. Rodrigo de Luz sobre el santo Grial y la Catedral conquense en su libro “El misterio de la Catedral de Cuenca”. Leído y estudiado ambas teorías podía resultar una tercera con la Iconografía marginalista de los arcos góticos del siglo XV, donde se ven reflejados pasajes bíblicos completos del Pentateuco.
La Torah está integrada por los primeros libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Instrucción, enseñanza y doctrina, este es el conjunto que contiene la ley y el patrimonio identitario del pueblo judío. Constituyendo la base y el fundamento del judaísmo y también forma parte del Antiguo Testamento de la Biblia cristiana. Es en esta parte donde se afirma y ha demostrado el famoso matemático israelí, doctor Eliyana Rips, y atestiguado por el trabajo publicado por Michael Brosnin en su obra: “El nuevo código secreto de la Biblia”, donde se encuentran, entre sus versículos, los secretos del código de la Biblia.
Ante todos estos acontecimientos, me pregunto: ¿No seremos poseedores de parte de esos secretos de predicción futurista, en los pasajes bíblicos que D. Lope Barrientos nos dejó escritos en piedra?
Cuenca, 7 de marzo de 2022.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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Fuentes
documentales:
- El nuevo
código secreto de la Biblia”. Michael Brosnin. Planeta. 2003
- El Misterio
de la Catedral de Cuenca. El santo Grial. Su Sede y su significado. Rodrigo de
Luz Lamarca.1988.
- Iconografía
e iconología de la Catedral de Santa María de Cuenca. José María Rodríguez
González. Cuenca. 2013.
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