Posiblemente
nació en la Galia sobre el año 380. Fue uno de los más reputados teólogos y
escritores latinos de aquella época. Sus escritos apologéticos constituyen un
importante calibre para valorar la evolución de la ortodoxa católica desde los
postulados de los Padres de la Iglesia hasta su completa recepción en la Alta
Edad Media. La iglesia celebra su festividad el día 24 de mayo.
Poco se sabe
de este Vicente, quizá natural del norte de Francia, que fue una de las
luminarias intelectuales del famoso monasterio de Lérins, fundado por san
Honorato; un gran sabio que se hizo religioso una vez “ahuyentados los vientos
de la vanidad y de la soberbia, aplacando a Dios con el sacrificio de la
humildad cristiana”.
¿Tuvo un
pasado borrascoso, como parece deducirse de cierta alusión que hace en uno de
sus libros? No es seguro, posiblemente el énfasis que pone en sus palabras hay
que cargarlo a cuenta de la severidad con que los santos acostumbran a juzgarse
a sí mismo.
Lo que sí es
indudable es que fue un hombre muy docto en las Escrituras y con profundos
conocimientos de las letras clásicas. Un temible polemista cuando se lanza al
fragor de la discusión teológica, oponiéndose a san Agustín, con quien
intercambia vehementes latines y complicados argumentos (su tan leído Commonitoerium es más o menos del 434)
sobre el delicadísimo problema de armonizar gracia divina y libertad.
En la querella
del semipelagianismo parece que san Vicente se inclinó por soluciones que más
tarde el magisterio había de rechazar, pero ahí está en la lista de los santos,
apaciguado por el amor de Dios, que está más allá de las polémicas de los
teólogos.
El contenido
doctrinal que contiene su obra Commonitoerium
es sencillo, sin tapujos, intentando ponerse al nivel del lector,
explicando con gran candidez los secretos de la recta vía de la ortodoxia
católica, acudiendo para mejor comprensión a ejemplos patrísticos. Está
catalogado como una de las obras cumbres de la literatura teológica del Medievo,
pero hay que decir que fue en la Edad Moderna cuando se dio mayor difusión por
su fácil comprensión.
Publicado en Cuenca, 24 de
mayo de 2020.
Por: José María
Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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