Hace años, a los niños, después de enseñarles a rezar a Dios y a la Virgen María, se les enseñaba a invocar todas las noches al ángel de la Guarda, hermano mayor espiritual, compañero aventajado por la visión de Dios, tutor, guía, centinela, escudo, discretísimo e invisible maestro en los peligros.
La fiesta de hoy nos trae a la memoria una de las verdades más consoladoras para el alma cristiana, que peregrina por el desierto de la vida. No va sola en su ascender y luchar por la conquista de la tierra prometida. Lleva a su lado al Ángel del Señor, como guía experimentado, consejero prudente y defensa fortísima.
En el sínodo de Nicea se habló de los seres invisibles, en oposición a los visibles. En el Concilio de Letrán (1215), al hablar de las criaturas salidas directamente de la mano de Dios, distingue espíritus y cuerpos, ángeles, material corporal o terrestre.
Como criaturas espirituales, los ángeles tienen un poderoso entendimiento, superior al humano, una voluntad libre y un poder y fuerza muy superior al nuestro, por mucho que nos gloriemos de los progresos de la ciencia. Como espíritus puros, son inmortales, invisibles y carecen de partes y sentidos corporales.
En el año 1608 el Papa Paulo V decretó que la fiesta de los Ángeles Custodios se separase de la de San Miguel y se celebrase el primer día libre, después del 29 de septiembre. Clemente X estableció definitivamente la festividad el 2 de octubre. En España por tradición inmemorial se celebrará el 1 de marzo la fiesta del Santo Ángel de la Guarda. La primera Iglesia de que tiene noticia que la celebrara fue la de Toledo, de donde pasó a las demás de nuestra Península y aun a Francia y los Países Bajos.
San Bernardo resume en tres palabras nuestra conducta al par del Ángel de nuestra Guarda: respeto, gratitud y confianza. El respeto de los ángeles inspira en San Pablo la orden que da a las mujeres de que se cubran en el templo. San Juan, en su Apocalipsis, dirige sus cartas a los ángeles de las siete Iglesias, puestos por Dios al frente de aquellas jóvenes cristiandades.
Desde que nacemos hasta que morimos nuestra vida es una trama de innumerables beneficios recibidos de nuestro Ángel. Nuestro corazón ha de ser agradecido a estos espíritus invisibles que dejan los cielos gustosos para hacerse compañeros de nuestra peregrinación.
Publicado en Cuenca, 2 de octubre de 2020.
Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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FUENTES
CONSULTADAS:
-Año
Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.
-La
casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.
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