domingo, 29 de noviembre de 2020

Luna llena del Castor. Plenilunio del mes de noviembre.

   Coincidiendo con el último día del mes de noviembre nos encontramos con el Plenilunio, al que se la llama "Luna del Castor", también “Luna del Luto”.

El primer nombre es el más extendido: “Luna del Castor”, le viene en relación al momento en que los castores suelen preparar el alimento y la madrigueras para refugiarse durante el invierno. Hay que tener en cuenta que estos animales no hibernan, pero se vuelven menos activos en el invierno, por lo que tienen mucho que preparar antes de que las temperaturas se  desplomen.

También se le llama así, por la costumbre que tenían los cazadores, que aprovechaban la actividad del castor  para capturarlos y sus pieles les servían para confeccionar prendas de abrigos con las que poder soportar las bajas temperaturas que se avecinaban.

La tradición Celta la denomina, al Plenilunio del mes de noviembre: “Luna llena del Luto”, celebrándose el fin de año, a esta noche la llamaban Samhain o Samaín.

Esta tradición se celebraba en la luna llena del mes de noviembre, en épocas más cercanas a nosotros se estableció fecha fija, dejándola el 31 de octubre. Samhain o Samaín, era el momento de agradecer todo lo recibido de la naturaleza, de manera que se sacrificaban animales y se comían en familia, de esta manera se demostraba la gratitud de lo recibido y se ofrecía comida a los necesitados.

En las calles se encendían hogueras y se ponían velas en las ventanas de las casas, para poner luz y paz en el mundo de los espíritus alejando las malas energías. Para proteger las velas del viento y la lluvia se colocaban dentro de calabazas agujereadas.

Cuenca, 29 de noviembre de 2020.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

La medalla milagrosa, día 27 de noviembre.

Dicen que no hay corazón cristiano que no ostente esta bendita y salvadora enseña, por lo que me ha dado por buscar tal digna medalla, que me sonaba que tenía una, posiblemente perteneció a mi madre o a mi abuela. El asunto es que después de rebuscar entre mis cosas. ¡Eureka! La encontré. Está un poco deteriorada pero es posible su reparación, así que con las herramientas adecuadas lo he arreglado y listo para ser expuesta.


Por decreto del Sumo Pontífice León XIII, fechado el 23 de julio de 1894, se establece en honra de la Medalla Milagrosa una fiesta particular a semejanza de las que existían ya en honor del Santo Rosario y del Escapulario. Si se quedan conmigo y me acompañan les cuento la historia.


Corría el año de 1830. En el noviciado de las Hermanas de San Vicente de Paúl de París, profesaba en él la joven Catalina Labouré. Allí transcurrían los días de la piadosa novicia sin llamar la atención siendo humilde y dócil. Descansaba una noche al igual que sus compañeras en un vasto dormitorio, cuando oyó una suave voz que insistentemente le decía al oído: “Levántate”.

Ante la insistente voz despertó, corrió la cortina por el lado donde oía la voz y vio a un niño de unos cuatro o cinco años con rubios cabellos y todo su cuerpo desprendía rayos luminosos alumbrando la estancia: “Ven, -le dice la voz , ven a la capilla; la Santísima Virgen te espera”, “Pero me van a oír” –pensaba Catalina. Y lo verán…” “Nada temas –repuso el niño contestando al pensamiento de Catalina- son las once y media y todos duermen, yo te acompañaré”. Al oír estas palabras y no pudiendo resistir a la invitación del cariñoso guía, se vistió a toda prisa y acompañada por el niño que irradiaba claridad por sus destellos de luz por donde pasaba fueron a la capilla.

Subió de punto su admiración al ver abrirse la puerta en cuanto la hubo tocado el niño y al ver que toda la capilla estaba iluminada, “lo cual –añade ella- me recordó la Misa del Gallo de Navidad”. Acompañada del niño hasta la barandilla del comulgatorio donde la dejó arrodillada. Tras breves instantes exclamó el niño: “Mira a la Santísima Virgen”; una señora de sin igual belleza se presentaba ante su vista cubierta de blanco con velo azul. Siguiendo los impulsos de su corazón, se arrojó a los pies de María Santísima. Tras breves indicaciones la Virgen le agregó: “Hija mía voy a encargarte una misión; muchas penas tendrás que sufrir en ella, pero gustosa las sobrellevarás prensando que van dirigidas a la mayor gloria de Dios; muchas contradicciones te sobrevendrán, pero la gracia te ayudará; nada temas, refiere todo lo que te suceda con sencillez y confianza a tu director espiritual”. Cuando se le pregunto a Catalina no acertó a decir el tiempo que permaneció con la Virgen. Cuando desapareció la visión  se levantó, sor Catalina y vio nuevamente al niño en el sitio en que le había dejado al acercarse ella a la Virgen. Diciéndole ¡Ya se fue! Y la volvió acompañar al dormitorio. Se cree que este niño era el ángel de la guarda que Catalina tenía designado. Oyó dar las dos  de la madrugada en la cama pero esa noche ya ni pudo dormir más.


Este relato es una parte de la misión de sor Catalina. Es su director espiritual el señor Aladel quien nos cuenta lo ocurrido el 27 de noviembre de 1830. Esto es lo que en el proceso verbal de información de fecha de 16 de febrero de 1836 fue recogido en acta:

“A las cinco y media de la tarde, hora en que las Hermanas acostumbraban a tener sus rezos en la capilla donde se aparecido la Virgen a la joven como en un marco ovalado; estaba de pie sobre el globo terráqueo del que no se veía más que la mitad; vestía ropaje blanco con manto azul plateado, parecía tener diamantes en las manos de las que caían haces de rayos luminosos a la tierra, y con mayor abundancia caían haces de un punto de la misma. Creyó oír una voz que decía: Estos rayos son el símbolo de la gracia que María obtiene para los hombres y el punto sobre el cual caen más abundantes es Francia. Se podía leer alrededor del cuadro estas palabras escritas con caracteres de oro: ¡Oh María! Sin pecado concebida, rogad por nosotros que acudimos a Vos. Esta oración estampada en semicírculo, comenzaba a la altura de la mano derecha, y pasando por encima de la cabeza de la Virgen venía a terminar a la altura de la mano izquierda. Habiéndose vuelto el cuadro, vio en el reverso del mismo la letra “M” rematada de una cruz con un trazo transversal en medio; y por debajo del monograma de María, los Corazones de Jesús y de María, rodeado el primero de una corona de espinas y atravesado el otro por una espada. Luego le pareció oír estas palabras: Hay que hacer acuñar una medalla según este modelo: Las personas que la lleven indulgenciada y recen con piedad esta oración gozarán de una protección especial de la Madre de Dios, y en este preciso instante acabó la visión.


Catalina Labouré, murió en París, en olor de santidad el 31 de diciembre de 1876 y fue beatificada por el Papa Pío XI en 1933.
El Arzobispo de París declaró varias veces que él mismo había ofrecido esta medalla a muchos enfermos de todos clase y condición y habían sanado. No tardó en proclamarse en una alocución del 15 de diciembre de 1836, con ocasión de la consagración de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Loreto de París, la necesidad de darla a conocer en todo el mundo católico, extendiéndose su devoción rápidamente por España, Suiza, Italia, Bélgica, Inglaterra, América, en Oriente y hasta en China.
Muchos son los milagros y conversiones que hubo a través de la Medalla Milagrosa y se haría muy largo el contar cada uno de ellos lo que si diré que todos ellos fueron estudiados y comprobados y que el 5 de junio de 1842 el eminentísimo cardenal Patrizzi proclamó que quedaba plenamente probado el verdadero e insigne milagro obrado por Dios.

Cuenca, 27 de noviembre de 2018.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

martes, 24 de noviembre de 2020

Santa Catalina de Alejandría. Festividad del 25 de noviembre.

    De todos los datos que tomamos como ciertos, según los historiadores Eusebio y Rufino, que existió en Alejandría una virgen, por nombre Catalina, que fue decapitada por la fe el 25 de noviembre del año 305.

De esta santa disfrutamos de una representación importante en la Catedral de Cuenca, en la que se representa su martirio con ruedas con afiladas cuchillas de hierro para que el cuerpo de Catalina fuera hecho pedazos.

Santa Catalina de Alejandría de Tiziano (Museo del Prado).

Pero hay otra leyenda que nos representa a Santa Catalina como una princesa de Alejandría, que a sus 18 años era una gran apologista del cristianismo ante filósofos, relato que me gustaría trascribir realizado por el Padre Juan Croisset en su AÑO CRISTIANO del mes de noviembre, dice así:

Era Maximino príncipe cruel, no menos heredero de Diocleciano y de Galerio en el odio implacable contra los cristianos. Publicó un edicto en que todos lo que vivían en el Impero deberían ofrecer sacrificio a los dioses. Acudieron de todas partes por obediencia al Emperador. Catalina hablando al gentío incitó a la desobediencia. Luego que el Emperador volvió a palacio mandó llamar a Catalina y le preguntó quién era, y quien le había dado licencia para hablar con tanta libertad a un concurrido público.

Quien soy yo, respondió la Santa, es bien sabido en toda la ciudad de Alejandría: me llamo Catalina, y mi casa es de las más ilustres del país. Me he dedicado toda la vida al conocimiento de la verdad: cuanto más estudiaba, casi más iba descubriendo la vanidad de los ídolos que adoras. Mi gloria y mis riquezas consisten en ser cristiana y esposa de Jesucristo. Todo mi deseo es que tú y tu imperio le conozca, renunciando las supersticiones en que os habéis criado: esto me dio aliento para presentarme en el templo, sin otro fin que el de hacerte una representación tan humilde como importante y verdadera.

Oída a Catalina el Emperador y viendo que sus saber estaba por debajo de los de ella, mandó convocar a 50 filósofos de los más nombrados, con orden de que se hospedasen en palacio para que debatieran con Catalina.

No había llegado al lugar de la disputa Catalina cuando se le apareció un ángel, y le dijo que no temiese; asegurándole que el Señor le comunicaría tanta abundancia de luz, que convertiría a los 50 filósofos y a otros muchos asistentes y que por fin a su término recibiría la palma del martirio. Dicho esto desapareció el ángel y ella entro en el salón del palacio con majestuoso despejo.

Le dieron asiento en medio de los filósofos con bastante inmediación al trono del Emperador que no quería perderse ni una sola palabra. Uno de los filósofos se empeñó en persuadirla a que debía tributar reverentes cultos al sol, bajo el título de Apolo, esforzándose a probar, que por sola su hermosura merecía ser adorado, aun cuanto por otra parte no produjese tan ventajosas utilidades al mundo; porque él regla las estaciones del año; él fertiliza los campos con las mieses; el produce los metales en las entrañas de la tierra; él pinta las flores con variedad tan hermosas de matices, etc. Le pareció a Máximo tan concluyente argumento, que dio a Catalina por invenciblemente convencida. Pero quedó extrañamente sorprendido cuando oyó la prodigiosa facilidad con que se desembarazó de todo.

Catalina, en primer lugar citó el testimonio del mismo Apolo para probar la divinidad de Jesucristo: después hizo demostración de que si el sol es el más hermoso de todos los astros, toda la luz con que brilla se la debe a la magnificencia de Dios, probando que está sujeto a su divino poder, pues cuando Jesucristo espiró en una cruz por la salvación de los hombres, el sol, por decirlo así, se vió precisado a mostrar su sentimiento, mudando de color , y a la mitad del día cubriendo de tinieblas toda la tierra. En fin dijo cosas tan convincentes y tan claras, que el filósofo quedó enteramente persuadido. Hizo señal el Emperador a los demás para que salieran a la disputa; pero todos se excusaron diciendo que todos se daban por vencidos en la persona del que reconocían como por su jefe y maestro. Confesaron que no había más que un solo Dios verdadero, y que todos estaban prontos a rubricar con su sangre esta verdad, añadiendo el título de mártires a la profesión de cristianos.

Máximo encolerizó condenando a muerte a los que habían abandonado, pasando aquellos sabios filósofos a sufrir el martirio. Mostrando también toda su rabia sobre Catalina, la hizo atormentar cruelmente; pero todo lo sufrió con  invicta fortaleza. Fue condenada a ser decapitada. Los ángeles que bajaron del cielo para ser testigos de su combate y para honrar su muerte con su presencia, llevaron su cuerpo  y lo enterraron en la cima del monte Sinaí, cantando cánticos de alabanza a la gloria de Dios.

Santa Gertrudis, que fue desde su niñez muy devota de Santa Catalina, demandó un día al Señor conocer la gloria de su celestial Patrona. Fue escuchada y vió a la virgen de Alejandría sentada en un áureo trono, rodeada de sabios convertidos por ella a la fe, que formaban en el cielo  su más espléndida corona.

Cuenca, 25 de noviembre de 2020.

      José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

_____________

FUENTES CONSULTADAS:

-Año Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.

-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.

-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.

 

 

Santa Catalina de Alejandría.

Hoy 25 de noviembre, celebramos el martirio de Santa Catalina.
   En el Sinaí el recuerdo de Santa Catalina casi ha eclipsado el de Moisés, y el antiquísimo monasterio ortodoxo de esta región que lleva el nombre de la santa, cuyas reliquias se veneran allí. Nada de ello es obstáculo para que catalina no haya existido jamás, o al menos eso dicen los sabios hagiógrafos, que atribuyen su historia a un tardío relato de fines edificantes.
Martirio de Santa Catalina. Retablo de la capilla que lleva su nombre.
Catedral de Cuenca.

Es posible que no haya pruebas históricas de que existiera nuestra Catalina, a la que hay dedicada una capilla en nuestra Catedral conquense, pero es una de las santas que más hondo ha calado en la sensibilidad religiosa tanto de Oriente como de Occidente. En Occidente su culto no empezó hasta el siglo XI y fueron los Cruzados los que popularizaron tanto su nombre que fue una de las Santas más celebradas en la última parte de la Edad Media.

En su vida, popularizada por ingenuos pormenores como el de la rueda en que sufrió tormento y cuyas cuchillas acabaron hiriendo a los verdugos, (la rueda Catalina que ha pasado al lenguaje moderno) hay el testimonio valiente de la verdad que culmina en el martirio, cuando el mártir se hace etimológicamente testigo.

Pero tal vez lo más atrayente del personaje, según lo describe su pasión, no es tanto la muerte a manos de infames sicarios, sino su ansiosa búsqueda de la verdad en el ambiente blando y cosmopolita, corrompido y ecléctico de la Alejandría de su época. Catalina, cuya verdad histórica se pone en duda, fue en su leyenda una apasionada e incansable buscadora de  verdades.

Si Catalina no existió, hubiera debido de existir entonces y ahora, sin conformarse con la mezcla impura de casi todos dan por buena, y pagar con su vida la proclamada Verdad.

El historiador Eusebio habla de una mártir célebre en Alejandría, pero no da su nombre. Rufino nos dice que se llamaba Dorotea. Todos los datos ciertos sobre nuestra Santa se pueden reducir a éstos; existió ciertamente en Alejandría una virgen joven, por nombre Catalina, que fue decapitada por la fe en  25 de noviembre del año 305.

Cuenca, 25 de noviembre de 2021.

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

sábado, 21 de noviembre de 2020

Santa Cecilia, música y cantos para este día. 22 de noviembre.

"Ella cantaba entre instrumentos candentes"
Hoy celebramos una de las mártires más veneradas por el mundo cristiano. Se cuenta en su historia que el día de su matrimonio, mientras los músicos tocaban, ella cantaba a Dios desde su corazón.
    En los relatos de su martirio se dice que procedía de una familia noble de Roma. Su conversión al cristianismo fue siendo una niña, consagrando su virginidad a Dios, pero aún así sus padres la casaron con un joven llamado Valeriano.
Santa Cecilia
    En la noche de bodas Cecilia le dijo a su estrenado marido que siempre le acompañaba un ángel y que si la tocaba el ángel se iba a enfurecer y el sufriría las consecuencias, en cambio si la respetaba, el ángel le amaría a él cómo le amaba a ella. Valeriano le pidió que le mostrara al ángel y haría lo que ella le solicitaba. Cecilia le dijo que para ello debería creer en el Dios verdadero y recibir el bautismo y entonces vería al ángel.
      Valeriano fue en busca del Obispo Urbano quien lo instruyó en la fe y lo bautizó. La tradición cuenta que, cuando él regresaba a encontrarse de nuevo con su esposa, vio a un ángel de pie junto a Cecilia y éste puso una guirnalda de rosas y lirios sobre la cabeza de ambos.
      La noticia de la visión corrió entre los más cercanos a la pareja y el hermano de Valeriano también se bautizo, al igual que su hermano pudo ver al ángel. Ambos, Valeriano y Tiburcio se dedicaron a distribuir sus riquezas entre la gente necesitada y el prefecto Turcio Almaquio los condenó a muerte por ser cristianos. Posteriormente Cecilia fue apresada y condenada a morir cocida en el baño de su casa, al salir ilesa del martirio el prefecto mando decapitarla, tras intentar cortarle la cabeza por tres veces con la espada y no conseguirlo y como la ley romana no permitían dar más de tres sablazos para una decapitación la dejaron moribunda, tardando varios días en morir.
    Fue enterrada en las Catacumbas de Calixto, junto con los obispos de Roma, de aquí fueron trasladados sus restos a la catacumba de Prestextato, para salvarlos de los saqueos. En el siglo IX, el papa Pascual I ordenó su traslado a la iglesia de Santa Cecilia, junto a las reliquias de Valeriano, Tiburcio y Máximo y las de los papas Urbano y Lucio. En 1599 el cardenal Paolo Emilio Sfondrati, sobrino del papa Gregorio XIV, ordena la reapertura de la tumba, encontrando el cuerpo de Cecilia incorrupto.
     En Roma, en el Trastévere, se edificó la basílica de Santa Cecilia en el siglo V. Actualmente allí se encuentra la famosa estatua a tamaño natural del escultor Stefano Maderno, que muestra a la Santa como si estuviera dormida recostada del lado derecho.
Representación del Martirio de Santa Cecilia. Stefano Moderno. año 1600.
Roma Basílica de Santa Cecilia
     La tradición vincula a Santa Cecilia con la música basada en las Actas que cuenta que ella misma tocó el órgano el día de su boda y que “en su corazón cantaba sólo a Dios
      A partir del Siglo XIV su iconografía comienza a incorporar un órgano. Los Cuentos de Canterbury de Greoffrey Chaucer, hacen alusión a Cecilia de Roma con una breve mención a la música.
     En 1584 se funda la Academia de Música en Roma, eligiendo como patrona a Santa Cecilia, desde entonces se venera como la Patrona de la música. En 1683, la Sociedad Musical de Londres funda el festival anua del Día de Santa Cecilia, donde participan los más grandes compositores y poetas británicos.

   Por todo lo dicho, es el día 22 de noviembre el Día internacional de los músicos, que nos dan un motivo más para disfrutar de la vida y nos acercan el cielo a la tierra con sus notas musicales.

Cuenca. 22 de noviembre de 2020.

José María Rodríguez González. Investigador histórico.




miércoles, 18 de noviembre de 2020

Efemérides conquenses del día 19 de noviembre.

    Tal día como hoy, pero del año 1719, nacía en Buenache de Alarcón el sabio jesuita Don Andrés Marcos Burriel, insigne polígrafo, doctísimo escritor, considerado como uno de los primeros Letrados de Europa. Falleció en su pueblo natal el 19 de junio de 1762.

Con doce años inició sus estudios en la Compañía de Jesús, con 22 años fue nombrado profesor de  gramática en el colegio jesuita de Toledo. Los legajos y manuscritos de este colegio despertaron en él la pasión por la historia, ello junto con su carácter autodidacta le llevaron a convertirse en un erudito destacable en la Compañía.

Fue director del seminario de nobles en 1746 y al año siguiente pasa al colegio de Alcalá de Henares como profesor de Filosofía. No pasa mucho tiempo cuando es puesto a las órdenes del confesor del Rey y director de la Real Biblioteca Matritense (futura Biblioteca Nacional de España).

Recibe una nueva misión en 1750, el primer secretario de Estado y del Despacho le coloca al frente de una comisión con el encargo de investigar y revisar en todos los archivos españoles un busca de documentos referentes al patrimonio real, para poder firmar un nuevo Concordato con la Santa Sede que fue firmado en 1753.

Burriel colocó a personas de su confianza en archivos repartidos por toda España y formaron la comisión de un buen número de juristas. La comisión a su cargo, en dos años, copió cerca de dos mil documentos y compró muchos libros y documentos, buena parte de los cuales son la base de la sección de manuscritos de la Biblioteca Nacional de España.

Su obra se paralizó a la muerte de Carvajal en 1754 y posteriormente caída de Enseñada, lo que supuso la destitución de Rávago en 1756 y una orden directa de Burriel de Ricardo Wall, nuevo secretario de Estado y del Despacho, para que entregase todos los manuscritos en su poder y suprimiera la comisión.

Burriel es destinado, primero a Toledo como profesor de Teología en 1756. Desempeñando la cátedra de Casos de Moral en el Colegio Imperial desde 1760 hasta 1762, en que gravemente enfermo, regresó a su pueblo natal, donde falleció.

Publicado en Cuenca, 19 de noviembre de 2020.

Por: José María Rodríguez González. Profesos e investigador histórico.

martes, 10 de noviembre de 2020

San Martín de Tours (315-397). Festividad del 11 de noviembre.

    Lo mismo que la festividad de San Juan nos marca el verano, San Martín nos traza la época del invierno con la celebración de la matanza: “A cada cerdo le llega su San Martín”. Con él se declara el frío y se invoca al santo para que caldee las gélidas noches de noviembre.

San Martín de Tours.

San Martín nació en Sabaria de Panonia, hoy Hungría. Su padre era oficial del ejército romano y fue destinado a Pavía, donde recibió la primera educación Martín. A los 10 años pidió entrar en la Iglesia contra la voluntad de sus padres. Para librarle de las influencias cristianas, a los 15 años le inscriben en el ejército y le obliga al juramento militar.

Durante el período que permaneció en el ejército es protagonista de la gran anécdota por la que se le conoce:"Es en Amiens, donde un soldado está de guarnición; un día de invierno hay un pobre que tirita, y él con la espada corta expeditivamente en dos su capa para que se abrigue con la mitad (la única de que podía disponer, la que él había pagado, porque la otra mitad era del emperador). Aquella noche el mendigo se le aparece envuelto en luz, es Cristo con quien había compartido sin saberlo su clámide.

En el año 341 estando en el campamento de Worms, es llamado por el emperador Constantino para recibir una gratificación, la rehúsa y pide permiso para retirarse del ejército: “Hasta ahora ha llevado las armas por ti; permítame que en adelante las lleve por Dios”.

En el año 371 San Martín fue elevado a la silla episcopal de Tours contra su voluntad. En seguida fundó cerca de la ciudad el monasterio de Marmontier, que fue palacio episcopal del Santo. Allí tenía una celda de madera con su pequeño jardín, donde descansaba después de sus excursiones apostólicas.

Siempre activo y apostólico, la muerte le sorprendió en un viaje pastoral. Supo que en Candes había cierta desavenencia y rivalidad entre el clero y fue allí con la paz de Cristo, presintiendo que no volvería más a su descanso de Marmontier. Habiendo vivido 80 años y desde los diez con la caridad de Cristo en su corazón. Expiró el 8 de noviembre de 397. Su cuerpo fue llevado a Tours y enterrado en el cementerio cristiano, a la entrada de la ciudad.

La voz del pueblo lo canonizó. Su vida escrita por Sulpicio Severo, se extendió muy pronto por todo el Imperio y durante la Edad Media se peregrinaba a su tumba. Su fama de taumaturgo llevaba allí toda clase de enfermos y necesitados con la esperanza de que serían curados de cualquier enfermedad como se dice en el himno iste Confesser, compuesto originariamente en honor al Santo: “Quolibet morbo fuerint gravata Restituuntur” que quiere decir: “Curan de cualquier enfermedad que padezcan”.

Cuenca, 11 de noviembre de 2020.

      José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

_____________

FUENTES CONSULTADAS:

-Año Cristiano para todos los días del año. P. Croiset. Madrid. 1846.

-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.

-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.