Este es un homenaje a las muchas
generaciones de estudiantes que pasaron por el Convento de San Pablo de Cuenca
y para los más de medio centenar de educadores que bregaron con los
seminaristas y que vivieron en esos muros desde 1922, año que se le otorgó su
uso a la Congregación Misionera de los PP. Paúles, y a cuantos jóvenes que
hemos subido a jugar en la cancha de baloncesto, que en su día fue allanada, a
pico y pala, por los moradores del Convento de San Pablo del primer tercio del
siglo XX.
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Convento Parador de San Pablo en Cuenca |
El convento, después de cinco
siglos, sigue anclado en el mismo lugar que lo mandó edificar su fundador, don
Juan del Pozo y Pino, en el año 1523. Su diferencia con el principio es que el
edificio ha crecido un piso más. Su Benefactor fue Canónigo de Cuenca, amigo de
confesores y predicadores, de pensamientos elevados y quien viendo desplazado
el convento de la ciudad no reparó en costo para unirlo con la ciudad por un
viaducto de piedra que recibe el mismo nombre que el convento (puente de san
Pablo) todo a su costa. Él fue quien trajo a la ciudad varias Órdenes
religiosas, entre otras a los PP. Jesuitas ofreciéndoles un lugar de
asentamiento en el corazón de la ciudad, en la misma calle de San Pedro, donde
en la actualidad reza una placa “colegio de los PP. Jesuitas”, actualmente
utilizado como depósito de aguas. A los PP. Dominicos los asentó en el convento
de San Pablo, conjugando la enseñanza de la Sagrada Teología con el ministerio
de la palabra.
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Artesonado del comedor del Parador de San Pablo en Cuenca |
Sus constructores fueron los
maestros Juan y Pedro Albiz. Las ricas maderas que aún se conservan en el
comedor, sala capitular y claustros fueron cortadas del paraje de Miralbueno
hasta la Fuente del Canto.
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Escudo de armas del canónigo D. Juan del Pozo y Pino. |
El desprendido Canónigo murió en
1559, pero su memoria sigue presente por su escudo de armas que sigue grabado
en varios y destacados lugares del convento. Se compone de: “un pozo, del que
emerge un pino, rodeados de cuatro pares de conchas”, símbolo de los apellidos
del Canónigo. Su efigie, en la actualidad, está colocada en el muro derecho de
la iglesia del convento. En la lápida de pizarra negra, reza una orla que se
lee la inscripción:”Aquí está sepultado
el insigne del Pozo y Pino, primer fundador de esta casa y monasterio; pide y
ruega por reverencia de Ntro. Señor Dios le supliquen y hagan misericordia de
su ánima”.
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Lápida del Canónigo D. Juan del Pozo |
Los muros del convento de San
Pablo aguantaron guerras como la de Sucesión, en 1701, entre los herederos de
Carlos II: el Archiduque Carlos y Felipe de Borbón. Cuenca se puso al lado de
Felipe V sufriendo los desmanes del otro pretendiente a la Corona. En
recompensa recibió el 19 de septiembre
de 1710, por Real Carta el título de Ciudad Fidelísima y Noble.
Sus primeros moradores fueron los
frailes de Santo Domingo (Dominicos), permanecieron en este convento hasta el
año de 1830. Sus bodegas hicieron historia, en sus mejores años, por poseer en
sus cuevas los mejores caldos de la ciudad, los conocedores de ello le
otorgaron el adagio: “A ti iría con el diablo Gloria de San Agustín, como con
un serafín al infierno de San Pablo”, versos que corrieron de boca en boca por
toda la ciudad.
Tras la guerra fue José Martín Lizanda
(Aldehuela) quien restauró el convento, creando una fachada en su iglesia de tipo
retablo. En el dintel descendiente albergó un rosario y la cruz de la Orden de
Calatrava y en el segundo cuerpo delante de una ventana situó la figura del
perro, símbolo de los Dominicos, que representa la fidelidad a la Regla.
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Portada de la iglesia de San Pablo obra de José Martín de Aldehuela |
Cuentan del ilustre don Trifon y
Soliva, Canónigo Magistrado de la Santa Catedral Basílica de Cuenca y Director
del Boletín Eclesiástico de este Obispado, que estudió en el convento cinco
años de latín, hasta que le otorgaron una beca, con la que pudo ir a Roma a
continuar sus estudios. Que para cursar estudios en el convento se pagaba dos
reales y medio, aquellos que procedían de otra Orden religiosa, como los
“Sampablistas” y los seminaristas normales pagaban cinco reales y el
profesorado era común para todos ellos. Haciéndose toda la carrera en el mismo
convento.
Después que los diocesanos
dejaran San Pablo, vivieron los PP. Redentoristas que lo destinaron para
Escuela Apostólica. Fueron pocos años lo que estuvieron. Cuentan en sus Actas
que un miembro de la Comunidad cayó rodando por el torrente, llegando muerto a
la carretera de Palomera.
El convento permaneció vacío hasta
que el Padre Atienza, visitador de la PP. Paúles pasó por Cuenca y le agradó lo
pintoresco y ese sabor antiguo del convento y presentó al Sr. Obispo en el año
de 1921 una solicitud comprometiéndose:
“A que en la Iglesia del referido seminario, pudieran las asociaciones que en
ella radicaban en la fecha de la
solicitud, ejercitar libremente los cultos de costumbre” y también “que pudieran utilizar los claustros
del convento para repartir la limosna que se dice Pan de San Julián, en los días de costumbre.
El 7 de julio de 1922 llegaron de
Madrid para tomar posesión del edificio y hacer el inventario de sus bienes, el
Padre Eduardo, procurador provincial y
el hermano Armendáriz. El nuevo obispo que acababa de ocupar la sede, don Cruz
Laplana y Laguna, los recibió con los brazos abiertos, les invitó a su mesa y
les bendijo.
Los primeros años de la República,
desde 1931, para los 72 moradores contando a los PP. Paúles y seminaristas,
trascurrieron felizmente con sus lecciones de teología y ensayos musicales,
hasta el 1 de mayo de 1936, en que le Sr. Gobernador llamó por teléfono al superior
del convento y le ordenó abandonar inmediatamente el seminario. A las tres de
la madrugada del día 2, la Comunidad aprovechando la obscuridad de la noche
partió a campo a través para Chillarón donde cogerían el tren. Al amanecer, por
algunos ciudadanos que se encontraron en su camino, fueron increpados,
insultados y hasta abofeteados.
En el convento de San Pablo quedó
el Padre Calixto Osés con cinco estudiantes para cargar los equipajes en dos
grandes camiones, que se dirigirían a Pamplona, pero iniciada la marcha son
interceptados en la calle de Carretería donde fueron saqueados.
Un grupo de liberales llegan al
convento y amenazan a quienes han quedado. El Padre Calixto telefonea al
Gobernador y éste manda una fuerza militar que los traslada hasta la Comisaría
donde permanecerán hasta la hora de tomar el tren.
Durante los años de guerra, del
1936 hasta el 1939, el seminario quedo al principio cerrado y sellado por las
autoridades; luego fue sometido al saqueo. El fuego que se originó en su
interior consumió muchísimos libros y objetos de iglesia. La estatua del
Apóstol San Pablo fue destruida, así como también la Imagen de la Milagrosa que
presidía la explanada superior y la conducción del agua que llegaba al Convento,
desde la fuente de Don Fernandico,
obstruida.
Por suerte pronto fueron
empleadas instalaciones del convento como guardería de niños, que con el
personal de servicio ascendían a unos 500.
Los vecinos que vivían en el
Hocino hablan que de esos años como de indisciplina e informalidad; cuentan que
un día que se enfadaron los empleados de cocina precipitaron toda la vajilla por
la vertiente del Huécar. Ante estos hechos, el director de la guardería, don
Marcelo, entregó las llaves al Superior, el Padre Ojeda, el 2 de agosto de
1939, cerrando las instalaciones. Tras estos incidentes pensaron los PP. Paúles
en volver a ocupar las instalaciones.
Corre el año de 1962, siendo
Visitador el Padre Domingo García, se aprueba el elevar el edificio un piso
más. Seis estudiantes con el Padre L. Prieto García se prestaron voluntarios
para adecentar las instalaciones. Don Ricardo Valiente, profesor de
arquitectura en la Academia de San Fernando, de Madrid, restaurador de algunas
casas de Cuenca trazó el plan de obras del convento y de la nueva casa
residencia de Hermanas, adjunta al convento. Tal vez prevaleció en estas obras
lo práctico sobre lo bello, lo confortable sobre lo ideal, pero las clases
resultaban acogedoras, luminosos, limpias, perfectamente orientadas. Los
críticos podrán juzgar con dureza la restauración por no seguir los cánones de
la vieja edificación, pero los seminaristas se desenvolverán cómodamente en su
interior.
Tres años duraron las obras y por
fin, el 17 de octubre de 1965, quedó constituida la Comunidad, siendo el
Director el Padre Félix García Tejero, regresando los seminaristas al convento.
En el año de 1966, el obispo don Inocencio Rodríguez forma con la Orden un
nuevo contrato de usufructo para que siguieran disfrutando del edificio.
El 3 de octubre publicaba el
“Diario de Cuenca”: El convento de San
Pablo será abierto de nuevo, trabajo y estudio conducen a Dios. Después de tres
años de trabajo, el convento de San Pablo ha quedado remozado. Ha sufrido en su
interior y exterior algunos cambios y mejoras necesarias para el nuevo sistema
de vida que comienza en este seminario. Desde 1922, en que se aposentaron los
PP. Paúles, han pasado muchas generaciones de estudiantes, que aún hoy
recuerdan con cariño la casa y los rincones naturales de Cuenca. Junto a ellos
una comunidad de las Hijas de la Caridad, con un equipo de señoritas de
servicio, atienden a las necesidades de la cocina, costura, etc. Su virtud
principal es el orden y la limpieza. 44 estudiantes y 8 hermanos coadjutores,
en total 59 puntales para sostener el viejo y renovado convento.
En el año 1970, la división de la
Provincia de las Comunidades Misioneras de Madrid de los PP Paúles y el nuevo
orden establecido por la Comunidad hicieron que en Cuenca solo quedaran los
alumnos del “Mysterium Salutis” pertenecientes a la provincia de Zaragoza y al
año siguiente un nuevo recorte a “San
Pablo” hacen que la comunidad llegue a su mínima expresión: tres padres, un
hermano y menos de cuarenta alumnos.
El 27 de enero de 1973 el Senado
Provincial de la Orden toma la decisión de cerrar el seminario siendo Visitador
el Padre Jaime Corera. En el verano de 1975, siendo Obispo Monseñor Guerra
Campos, se procede a hacer efectiva la entrega de la iglesia y del Seminario al
Obispado.
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Claustro del Parador de San Pablo en Cuenca. |
En 1992 el Convento de San Pablo
se convierte en Parador Nacional. En
diciembre de 2005 la iglesia de San Pablo es transformada en el “Espacio Torner” con la exposición
permanente de cuarenta esculturas y pinturas del artista Gustavo Torner, estado
que perdura hasta el día de hoy.
Cuenca, 25 de enero de 2023 y el 31 de enero de 2024.
José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.