lunes, 13 de junio de 2022

San Eliseo (siglo IX a. C.). Festividad del 14 de junio.

Profeta anunciador de Cristo y el primer testimonio escrito de un posible OVNI, al ser elevado desde el suelo por un carro de fuego.

Tremenda figura del Antiguo Testamento, un labrador del que se dice que era hijo de  un tal Safar y que estaba arando con doce yuntas cuando pasó junto a él el profeta Elías y le echó manto por encima, transmitiéndole  así sus poderes sobrenaturales, éste joven labrador era Eliseo.

Después de despedirse de los suyos, Eliseo ofrece un par de bueyes y sigue al maestro, a quien antes de ver cómo era arrebatado al cielo en un carro de fuego (posible OVNI), pide la confirmación de su espíritu de profeta.


El segundo libro de los Reyes dedica diversos capítulos a este hombre fuerte y singular que lucha enérgicamente contra la idolatría y va sembrando su camino de portentos signos del poder de Dios: sanar las aguas, multiplicar el aceite de la viuda, devolver la vida al hijo de una sunamita, purificar la olla, alimentar a los profetas, sanar la lepra a Naamán, proveer de alimentos en estados de sitio a ciudades israelitas, predecir al rey la victoria final sobre siria. Incluso después de muerto siguió realizando prodigios: al contacto de sus huesos, revivió el cadáver de un moabita que por error estaban enterrando en la sepultura de Eliseo. Intervino en la corte, como consejero del rey de Israel. Fuera del país se mostró ardiente defensor del culto de Yahvé.

La iconografía cristiana lo representa con su maestro Elías, en miniaturas para biblias y en el sarcófago del museo de Arles. También aparece en la estatua del crucero norte de la catedral de Chartres. Alonso Berruguete lo representó en un bajo relieve de la sillería del coro de la catedral de Toledo.

Eliseo es como una vaga prehistoria anunciadora de Cristo, anuncia lo sublime desee un mundo todavía lleno de hostilidad e imperfección. En su rudeza quizá lo que mejor recordamos es el inesperado gesto de Elías recubriéndole con un manto, haciéndole suyo y ocultándole a los hombres para meterle en un ámbito sobrenatural que el labrador acepta dócilmente, atendiendo la llamada brusca y definitiva de Dios por la que lo deja todo.

Publicado en Cuenca, 14 de junio de 2020.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.

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