miércoles, 8 de junio de 2022

San Primo y san Feliciano. Festividad que celebramos el 9 de junio.

    Estos dos santos, probablemente hermanos carnales, padecieron en la persecución de Diocleciano, en la Vía Nomentana. Allí fueron enterrados en un principio hasta que le papa Teodoro (642-649) los trasladó al interior de Roma, en la basílica de San Esteban, donde los colocó en un altar adornado con mosaicos. El recuerdo de esta traslación se conserva en dos inscripciones latinas.
Martirio de san Primo y san Feliciano.

“Ves el techo dorado que se eleva al cielo y sobre el cual se reflejan los rayos del sol. Queriendo la Divina Bondad decorar el techo del sacro lugar, movió el corazón del supremo Pastor Teodoro, para que con sumo cuidado preparase esta tumba al cuerpo de los Santos, sin descuidar la primera de momento”.

Primo y Feliciano fueron los primeros mártires que hicieron su ingreso en la Ciudad Eterna desde los cementerios de extramuros.

Estos datos son enteramente históricos. Sobre las circunstancias de su martirio no es posible tanta certeza. Se dice que por espacio de treinta años se dedicaron a la práctica de la caridad con los cristianos más pobres y perseguidos en las cárceles.

En la persecución de Diocleciano y Maximiano fueron también ellos perseguidos y encarcelados. Se negaron rotundamente a incensar a los dioses paganos, porque el único Dios era el de los cristianos. Fueron entonces apresados en un pestilente calabozo, donde se dice que recibieron la visita de un ángel que rompió sus cadenas. Este milagro hizo que se convirtieran muchos gentiles.

Las autoridades siguieron rebeldes y mandatarlos y desollarlos vivos. Los dos Santos viejos resistieron con firmeza de jóvenes aquel tormento, son mostrar la menos debilidad. Los trasladaron a Nomento, donde el gobernador  Promoto hizo cuanto pudo por reducirlos a su obediencia. Fueron nuevamente azotados y separados mutuamente para que no se animase el uno al otro. A Feliciano lo clavaron en un madero en su propio calabozo. A Primo le quisieron hacer creer que Feliciano había apostatado. Pero Dios le reveló la constancia de su hermano y los consuelos que recibía del cielo en la Cruz.
San Primo y Feliciano echados a los leones.

Al fin, para abreviar, los arrojaron a los dos a los leones que se tornaron mansos como corderos. La vida de aquellos cuerpos ya gastados era tan dura y fuerte como su fe en Cristo. Sólo la espada pudo acabar con ellas. Sus cuerpos quedaron en el campo para que fuesen devorados por las fieras. Los fieles de Nomento les dieron decorosa sepultura allí mismo hasta que el papa Teodoro los trasladó a la iglesia de San Esteban.

Publicado en Cuenca, 9 de junio de 2020.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:
-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.
-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.
-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.




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