martes, 6 de junio de 2023

Pedro de Córdoba y compañeros. Festividad del 7 de junio.

   Después del martirio de san Perfecto, los cristianos cordobeses, que solían vivir en los monasterios de los alrededores de la ciudad, acuden a Córdoba como ansiosos por provocar a las autoridades, queriendo ser mártires, hasta el punto de que san Eulogio, alarmado, trata de moderar sus impulsos.

La declaración pública de su fe basta para ser condenados a muerte en la capital de Abderramán II, y así son degollados o empalados cadáveres se queman para dispersar las cenizas al viento.

Éste es el caso de Isaac, del cenobio de Tábanos, que había sido notario y conocía muy bien la lengua árabe, y de su tío paterno Jeremía, “santo anciano” que ya en la vejez renunció a sus riquezas para edificar aquel monasterio y vivir allí entregado a la contemplación y al estudio.

Y también del joven Sancho, que procedía de la ciudad de Albi, antiguo prisionero “liberto y alistado en el ejército del emir, y comensal en el palacio de éste”; del sacerdote Pedro, natural de Écija, que vivía en el monasterio de Cuteclar, del diácono Walabonso, que era de Peñaflor, del monje Sabiniano, del “noble ciudadano” Habencio…

San Eulogio nos da escueta noticias de todos ellos para que sus nombres no se pierdan, y hoy, más de un milenio después, podamos recordar su pasión terrible y afirmativa, de quienes llaman con violencia a las puertas de la muerte gritando la verdad que los hará inmortales.

Publicado en Cuenca, 7 de junio de 2020.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:

-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.

-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.

-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.

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