sábado, 3 de junio de 2023

San Francisco Caracciolo. Festividad del 4 de junio.

    El nombre de pila de san Francisco era el de Ascanio y pertenecía a la nobleza napolitana. Nació el 13 de octubre de 1563 en Santa María, pueblecito de los Abruzzos. A los veinte años Dios le hirió como al santo Job, con una lepra terrible, segando en flor todas las ilusiones y esperanzas terrenas.

La lepra desapareció y dejó el bien que Dios pretendía con aquel flagelo temporal. El alma de Ascanio quedó más limpia que su cuerpo, con la limpieza que da la luz del Espíritu Santo en las almas de que toma plena posesión. Todos los valores terrenos, sus riquezas, alegrías y contentos, quedaron como cubiertos con el manto de la oscuridad y tinieblas de la noche. Había anochecido, o mejor, había amanecido el día grande y real de la eternidad, de lo que tiene valor absoluto y definitivo. Estaba resuelto a consagrarse plenamente a Dios y a su alma.

El problema era averiguar el camino concreto por donde debía marchar, conforme a los planes de Dios. El trato con dos amigos suyos, de los mismos sentimientos e ideales, le dio la luz ansiada. Conversando y orando, resolviendo fundar la Orden de los Clérigos Regulares Menores. El 9 de abril hicieron su profesión solemne, y Ascanio, que entonces tenía 26 años, se llamó desde ese día Francisco.

El fundador de los Clérigos Regulares Menores pertenece a la constelación de las almas escogidas, que Dios llama desde la juventud para Sí, sin que el hálito del mundo y del pecado llegue a manchar su pureza y su candor.

Su primer plan para extender la nueva Orden fue pasar a España. Hubieron de desistir, cuando supieron que no se podía fundar en ella nuevas comunidades religiosas.

Confirmada la nueva Orden por el Papa Gregorio XIV, se celebró el primer Capítulo el año 1593 y Francisco fue elegido general. Tenía entonces treinta años.

No había desistido de su idea de fundar en España. Pudo hablar con Felipe II en el Escorial y logró facultad para abrir una casa en Madrid. Las calumnias y persecuciones que acompañan siempre a las obras de Dios le obligaron a abandonar nuestro suelo.

La prueba duró cerca de dos años. Al fin volvió a España con el apoyo del Pontífice y pudo fundar en Valladolid y Alcalá de Henares.

Vuelto a Nápoles y deseoso de más oración y paz, renunció a su cargo de superior general; se retiró en una celda que él mismo se construyó en el hueco de una escalera de su convento de Santa María la Mayor, y allí estuvo hasta los últimos días de su vida.

Los padres del Instituto de san Felipe Neri querían conocer las Reglas de los Clérigos Menores y deseaban hablar con Francisco. El Santo salió de su recogimiento. Cuando llegó a Auñón, exclamó: he aquí el lugar de mi descanso. Efectivamente, allí murió a los pocos días, el 4 de junio del año 1608. No había cumplido aún los cuarenta y cinco años de edad. Pero murió cargado de méritos y como un Santo. Fue canonizado el año 1807 por el Papa Pío VII, el cual introdujo su fiesta en el Misal Romano.

Publicado en Cuenca, 4 de junio de 2020.

Por: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.

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FUENTES CONSULTADAS:

-Año Cristiano para todos los días del año. P. Juan Croisset. Logroño. 1851.

-La casa de los santos. Carlos Pujol. Madrid. 1989.

-Año Cristiano. Juan Leal, S.J. Madrid. 1961.


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