domingo, 18 de enero de 2015

Málaga, Sevilla y Lorca se ven aliviados de la peste por la intercesión de San Julián en el siglo XVII


San Julián auxilia a Málaga, Sevilla y Lorca en el siglo XVII

La primera población que solicitó su auxilio, como dije en el anterior artículo fue Burgos, le siguió Málaga, Sevilla y Lorca (Murcia) y ninguna de ellas quedo defraudada.

La devoción por el Santo la llevo a Málaga, nuestro paisano D. Diego Ramírez de Fuenleal, natural de Villaescusa de Haro (Cuenca) quien en el año 1500 fue nombrado obispo de Málaga y en 1518 cambió este obispado por el de Cuenca. He de decir que este obispo intentó fundar una Universidad en Cuenca pero fue convencido de no hacerlo porque según el Cardenal Cisneros bastaba con la de  Alcalá. D. Diego murió en Cuenca en 1537 y está enterrado en la Capilla Mayor de la Catedral conquense.

Peste en Cuenca. Bartolomé Matarana. siglo XVI
Como venía diciendo, hemos de saber que con D. Diego Ramírez de Fuenleal, ya siendo obispo de Cuenca, en el año 1518 se abrió por primera vez la urna de San Julián después de 311 años, encontrando su cuerpo incorrupto, hecho que se divulgó rápidamente por toda España, este hecho y unido a los innumerables milagros obrados por la intercesión del Santo hizo que D. Diego implantara la devoción de su Patrono en la Iglesia malagueña.

Dos calamidades asolaron la ciudad de Málaga en los años 1637 y 1678. En el primer año citado la ciudad sufrió una horrorosa epidemia de carbunco. Como es natural  se adoptaron cuantas disposiciones existían para atajar el terrible mal y viendo que la epidemia no decrecía acordaron implorar la gracia divina para alcanzar remedio a la espantosa mortalidad.

El Prelado D. Fray Antonio Enriquez, Obispo de Málaga solicitó del Obispo y Cabildo de Cuenca le enviasen un cuatro de San Julián, remitiéndose en el año 1637 un cuadro grande en el que se representaba al Santo Obispo recibiendo la palma de las manos de la Virgen. El 1 de febrero y el 22 de diciembre de 1638 se acusa el recibo del cuadro y el testimonio de reconocimiento y gratitud por la merced recibida por parte del Obispado malagueño.

Otra nueva intervención de San Julián en esta ciudad de Málaga fue en el año 1678. El 20 de junio se inició una terrible peste que consternó a los moradores de la población malagueña. Lo mismo que en 1637 las autoridades y el obispo de Málaga que en esos años era D. Fray Alonso de Santo Tomás, después de adoptar todas las disposiciones que ordena la ciencia para atajar el mal y visto que la epidemia no perdía intensidad acordaron suplicar la gracia divina y nuevamente se acudió a San Julián de Cuenca con fervorosas oraciones. En los días siguientes al culto extraordinario que se celebró, la enfermedad pública comenzó a remitir, declarándose voto solemne de celebrar anualmente en todo el Obispado la fiesta del 28 de enero. Así se consignó en el Acta Capitular del 6 de noviembre de 1679, hecho que fue notificado al Obispado y a la Iglesia de Cuenca.

En las Actas del Cabildo de la Catedral de Cuenca del 21 de mayo, de 19 y 27 de junio de 1649, consta que la Iglesia de Cuenca acudió en auxilio de Málaga, Sevilla y otras grandes ciudades de Andalucía que estaban invadidas de terribles pestes, celebrándose al efecto solemnes cultos a San Julián, consistentes en un novenario de misas y otro de rogativas, que respectivamente empezaron el 22 de mayo y 20 de junio de los mencionados años; durante este tiempo el cuerpo de San Julián estuvo expuesto en la Capilla Mayor y en la tarde del último día, festividad de San Pedro y San Pablo, se hizo una procesión por la Plaza Mayor.

La tercera población que solicitó el auxilio de San Julián fue la ciudad de Lorca, el motivo fue una epidemia que asoló la ciudad en el año de 1649, de igual forma actuó el Cabildo, haciendo solemnes cultos y rogativas a San Julián para implorar su beneficiosa intercesión a favor de la salud pública del pueblo lorquinés.  Informado el Cabildo de los éxitos obtenidos se acordó remitir a Lorca una reliquia y un retrato del glorioso Patrono para su veneración en esas tierras.

No he hallado referencia del envío a Lorca hasta enero de 1650, constando en las Actas que fue enviado un pedazo de túnica y el retrato de San Julián, que había pintado el afamado artista de Cuenca, Cristóbal García Salmerón, obsequios que llevaron a la ciudad de Lorca el Licenciado Francisco López Caro, capellán de la S.I. Catedral de Cuenca según consta en nota marginal del acta capitular del 11 de enero de 1648. Los obsequios fueron depositados en el convento de Ntra. Sra. de la Merced, desde donde fueron llevados en solemne procesión a la Iglesia Colegial de San Patricio donde se realizó una capilla expresa al Santo y en la que consta el siguiente cartel:

A honra y gloria de Dios en sus Santos. Afligida Lorca de una peste cruel el año 1649, imploraron sus dos Cabildos la intercesión del Sor. S.a Julián segundo Obispo de Cuenca, especialísimo Abogado contra peste, sequedad y hambre, para que alcanzase del Señor la salud de su pueblo, y la consiguió de un modo prodigioso y el que se preservase el año 1677 y 78, en cuyo reconocimiento se le dedicó esta capilla y se canta el Te-Deum el día de su festividad, en acción de gracias por tan singulares beneficios”.

 

Cuenca, enero de 2015

José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico

 

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