La proclamación de la
Palabra
Púlpitos de la Catedral
de Cuenca
El Sol iniciaba su andadura en
esa mañana primaveral de abril, cuando subía con cierta rapidez al número
veintitrés de la calle de Alfonso VIII, con la intención de pasar algunos días
con mis abuelos al marcharse mis padres a la clínica oftalmológica del doctor
Barraquer, en Barcelona, con la intención de que vieran a mi hermana mayor.
Las horas pasaban y no
encontrando distracción, como me había quedado solo en la casa, me puse a
buscar algo que me sacara del aburrimiento, en la mesita de la habitación de
mis abuelos hallé un pequeño libro, su
portada era negra con letras doradas que rezaba: “El mes del Corazón de Jesús”.
Subiéndome con él a la mesa, lo abrí por el primer capítulo, en voz alta y
gesticulando como un charlatán de feria, inicié su lectura: “Nadie puede poner
en duda que la perfección cristiana consiste en imitar a Jesucristo...” Cuando
en ese instante mi abuelo abría la puerta de la casa. Josemari ¿Qué haces? me
quedé como la mujer de Lot, convertido en una estatua de sal; ¿estás empleando
la mesa como ambón? En ese instante salté de la mesa como una liebre asustadiza
pensando que me iba a dar una colleja. ¡Ven Josemari! me acerqué con sumo
cuidado esperando recibir mi merecido por tal nefasta conducta, y pregunté ¿Qué
es un ambón abuelo? Siéntate y te lo explico. Nos sentamos uno enfrente al
otro, porque no estaba muy seguro que no se le escapara alguna torta.
Púlpito lado Epístola (Derecha) |
Una vez tranquilizados me explicó
que “ambón” es una plataforma elevada para predicar desde ella, igual que el
púlpito y que el primer ambón lo construyo Salomón. Cogimos la Biblia y en el segundo
libro de las Crónicas me hizo leer: “Salomón había hecho un estrado de bronce
de cinco codos de largo, cinco codos de ancho y tres codos de alto; que había
colocado en medio del atrio; poniéndose sobre él se arrodilló frente a toda la
asamblea de Israel. Y extendiendo sus manos hacia el cielo…” (2º Cro. 6,13). Después
de explicarme el pasaje me indicó que San Isidoro de Sevilla fue quien empleó
por primera vez la palabra púlpito.
Me indicó que el púlpito no
siempre ha estado donde está ahora, fue ocupando distintos sitios en el templo
hasta la ubicación actual. Como en aquella época no existían altavoces ni
micrófonos, el deseo de hacer llegar la palabra del predicador con claridad a los feligreses fue lo que empujó su colocación
en el centro de la nave. En la actualidad el púlpito ya no sirve para la
lectura de las epístolas ni de los evangelios.
Durante el Renacimiento los
púlpitos se proyectaron a partir de un pilar como balcones. En la época barroca
los púlpitos más destacados fueron los de Bélgica; la base, la escalera, la caja
de resonancia, las tallas y adornos eran increíblemente artísticos de acuerdo
con los gustos de la época.
¿Josemarí, te has fijado alguna
vez en los púlpitos que hay en la nave central de nuestra Catedral? No abuelo,
has de saber que tenemos dos. Actualmente están adosados a los dos pilares que
se hallan en la parte anterior del crucero de la Catedral, pero en un principio
debieron estar adosados a las dos columnas que forman el arco de entrada al Presbiterio
(1*). ¡Vamos a verlos!
Púlpito lado Evangelio (Izquierda) |
Saliendo de casa nos encaminamos
hasta los primeros números de la calle para terminar en la Plaza mayor.
Entrando en la Catedral nos dirigimos hacia la nave central y tomando asiendo
en sus bancos aterciopelados comenzó a relatarme las maravillas que albergaba
cada uno de ellos.
Como ves se asientan sobre un haz
de cuatro columnillas de orden dórico y
están realizados en mármol encarnado, lo mismo que los púlpitos la
balaustrada y escaleras con siete peldaños.
Evangelista San Juan en bronce |
El mármol es parecido al que Don
Ventura Rodríguez trajo de las canteras de La Parra, de la provincia de Cuenca,
para realizar la capilla del
Transparente. Posiblemente estén realizados por los mismas maestros marmolistas
y broncistas que hicieron el Altar Mayor al realizarse la obra en el siglo
XVIII.
Cada púlpito lleva cuatro
hornacinas, con las molduras correspondientes y cuatro tallas trabajadas en
bronce de 0.40 cm de altura. En el púlpito del lado del Evangelio están los
cuatro evangelistas: San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan. En el púlpito del lado
de la Epístola, están representados los cuatro escritores sagrados del Nuevo
Testamento: San Pedro, San Pablo, San Judas y Santiago Menor
Explícame eso del lado de la
Epístola y del Evangelio que no lo entiendo. Mira Josemari, esto se remonta a
la liturgia que había antes del Concilio Vaticano II (anunciado por el papa
Juan XXIII el 25 de enero de 1959). El nombre corresponde a los lados del
presbiterio desde el punto de vista de los asistentes, siempre mirando hacia el
altar. Durante la misa se leía la Epístola en el lado derecho y el Evangelio en
el lado izquierdo. En los templos de tres naves, como el nuestro, también se
habla de las capillas de la nave de la Epístola y las capillas de la nave del
Evangelio. Así la capilla de los Obispos diremos que está en la nave de la Epístola, porque está a nuestra derecha y la de los Caballeros en el lado del Evangelio, porque está a nuestra izquierda ¡ahora sí lo
comprendo¡
Levantándome me dirigí hacia la
escalera, subiendo peldaño a peldaño los conté, ¡abuelo hay siete
escalones!
contestándome que simbolizaba al sueño de Jacob (2*) donde una escala unía el
Cielo con la Tierra y cada escalón representaba una virtud: Prudencia,
Templanza, Fortaleza, Justicia, Fe, Esperanza y Caridad. ¿Por eso hay un ojo
dentro de un triángulo con muchos rayos y nubes a su alrededor? El triángulo representa a la Santísima
Trinidad y el ojo que todo lo ve, Dios desde el Cielo.
Escalera del púlpito Lado de la Epístola |
Abuelo las puertas no son de
mármol porque pesan poco, veo que empiezas a deducir por ti mismo, eso es
bueno. Las puertas son de madera, en ambos púlpitos, de ellas se sabe que una
fue realizada por el maestro de arquitectura Jacinto Alastoy y la otra por
Toribio de Lope, maestro escultor, en los meses de agosto y octubre de 1776
respectivamente (3*).
Ya dentro del púlpito me recordó
mi abuelo que ese era el lugar indicado para predicar y no la mesa del comedor
de su casa. Pero no quedó ahí la cosa, mirando al púlpito que tenía enfrente
caí que encima había un sombrero, y sobre él una estatua. Bajé corriendo los
siete peldaños y sentándome junto a mi abuelo le señalé con el dedo las figuras
que culminaban la obra.
Alegoría de la Fe. Púlpito lado de la Epístola |
Toda esa obra es del arquitecto
José Martín de Aldehuela, el mismo que realizó la capilla de la Virgen del
Pilar de la Catedral. Esos sobreros con que se coronan los púlpitos se llaman
"tornavoces", ambos están rematados por esculturas de escayola que representan la
alegoría de la Fe, la de la derecha o el lado de la Epístola y la del lado del
Evangelio representa la Elocuencia (4*)
¿Se sabe quien hizo las estatuas
de bronce? Con respecto a este dato se desconoce su autor, se sabe que por ese
tiempo Pedro Martinengo, Pedro Lázaro y Pedro Verda andaban trabajando los
brocen de la capilla del Transparente pero no hay nada que
acredite su autoría.
El sol como verdugo implacable
hacía llegar sus rayos abrasadores sobre nuestras cabezas al salir de la
Catedral, presurosos encaminamos nuestros pasos de vuelta a casa recordando el
frescor de sus muros. Un día más una travesura se había convertido en motivo de
aprendizaje para un pequeño que intentaba aprender sin dejar de ser niño.
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(1*) Se ha comprobado
en el libro de Fábrica de 1758 y ss., está consignado el pago de una partida de
29.768 reales abonados por varias obras de albañilería “executadas” en los años
de esta cuenta, entre ellas por haber mudado los púlpitos.
(2*) La escalera se ofrece como un simbolismo que se
identifica con un puente vertical a través de todos los mundos hacia la
divinidad. Sueño de Jacob (Gn. 28, 10.19)
(3*) En el libro de Fábrica de 1776 consta que se le abonaron
2.300 reales por diversas obras, entre ellas por hacer una puerta para el
púlpito a Jacinto Alastoy, el 27 de agosto de 1776 y según recibo de 1 de
octubre de 1776, se la abonó 1.446 reales, a Toribio de Lope, por trabajos de
carpintería y la confección de una puerta para el púlpito.
(4*) En el apunte del libro de Fábrica de 28 de mayo de 1776,
presenta el pago de 5.882 reales a don José Martín de Aldehuela por unas
credenciales de madera para el Altar Mayor y el pago de los dos tornavoces con
las esculturas correspondientes.
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