El primer examen del estado de sus exequias
Mis felicitaciones a Lucas Aledón por su pregón lleno de
anécdotas y chascarrillos que lo hacen y distinguen por su forma de hacer. Un
conquense querido por sus conciudadanos.
No puedo dejar pasar esta oportunidad para ofrecer algo más
sobre nuestro gran Patrón San Julián.
Por suerte o casualidad cayó en mis manos un libro de la vida
y milagros de San Julián escrito en 1692 y quiero refrescaros algunas cosillas
que son interesantes y que se expresan en este libro. Creo que cuanto más nos
aproximemos a la vida del Santo Patrón San Julián, más certero es su contenido
y digno de ser creído al ser más real y menos figurativo o alegórico.
Cuerpo de San Julián. Inspección del año 1518 |
El cuerpo de San Julián estaba depositado en el altar de
Santa Águeda, hoy desaparecido de la Catedral.
La piadosa devoción que los fieles le profesaban había deslustrado
el altar de Santa Águeda. Aunque la sepultura donde reposaba el cuerpo del
Santo era de piedra de sillería y estando elevado sobre el altar, con hierros y
otros instrumentos lo habían dañado, con el afán de llevarse una reliquia a
casa. Aunque delante estuviera protegido con rejas de madera actuando como
defensa, llegaron a hacer un agujero
llegando se a ver la caja de madera en que estaba el Cuerpo del Santo, y
empezaban ya a cortar astillas de ella. El agujero crecía más cuanto mayor era
el número de milagros con que sanaban los dolientes de todo género de
enfermedades; ya bebiendo en agua el polvo de la piedra de la sepultura, ya
poniéndose al cuello parte de la madera astillada de las rejas y de la caja
interior. Sus prodigios se extendieron por todo el reino. A unos enfermos de
Toledo se les envió tierra del altar y sanaron.
Visto el éxito que estaba teniendo el Cabildo determinó
cambiar de ubicación el cuerpo de San Julián y más cuando se corrió por la
ciudad el bulo o llamémoslo, unos rumores, de que la Ciudad de Burgos, patria
de San Julián, intentaba robar sus reliquias y viendo que el pueblo conquense
quería certificar que su Patrón seguía con ellos en la Catedral pidieron ver
sus restos.
El primer registro y examen se hizo el 17 de enero de 1518,
se encomendó a dos Prebendados que fueron D. Gómez Carrillo, Canónigo y
Tesorero, y al Doctor Eustaquio Muñoz, Canónigo; los cuales invitaron al Licenciado
Pedro de los Ríos y a D. Juan Yáñez, Inquisidor Apostólico y a otras
personalidades eclesiásticas, para que se hallasen presentes, con escribano y
testigos, haciéndose el domingo en la noche del día diecisiete de enero de
1518.
San Julián y Lesmes |
Como la piedra que cubría la sepultura era muy grande, se
llamaron canteros y oficiales que con los instrumentos adecuados levantaran un
palmo la losa y se pudo ver y se vio que estaba el Cuerpo del Santo con
“entereza cabal de sus vestidos y miembros”. Al instante salió del sepulcro un
aire tan vehemente, “que pudo matar una candela” y con una fragancia suavísima,
tan del Cielo, que ninguno acertaba a darle nombre, porque se le comparaba con
fragancias terrenales. Unos la comparaban con el olor del ámbar, otros al árbol
del Paraíso y otros a especies y confecciones aromáticas. Gozosos con el
hallazgo se mando volver a cubrirle, determinando fabricar una caja de sabina en
donde ponerlo.
Estas y otras historias dan veracidad a los hechos ocurridos
y hacen de nuestro Santo Patrón un personaje muy especial dentro de la historia
verídica de Cuenca.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador
histórico.
Cuenca, 21 de agosto de 2015
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