El gran patrimonio
artístico del siglo XVI en la Catedral de Cuenca.
No pasa desapercibida la riqueza artística
que encierra esta Catedral, templo y aula del arte de todas las épocas. En su fábrica encierra magníficas creaciones de diversas épocas y marca las
distintas etapas de la evolución artística.
Ha sido mi preocupación
constante, desde que inicié mi primera investigación en esta catedral, en
buscar las más interesantes muestras acerca de las causas y orígenes de las
corrientes estéticas bajo el triple carácter que en ella se ha hecho patente: La
Historia, la Religión y el Arte, tres puntos de apoyo que consolidan la más grande
Aula Maestra de todos los tiempos, alzándose triunfante el culto de las Artes.
Rosetón de la Puerta de Jamete. Catedral de Cuenca |
No puedo pasar sin mencionar al
ilustre hijo de Cuenca, D. Diego Ramírez de Fuenlealn natural de Villaescusa de Haro (Cuenca), que en su obispado abrió
sus puertas a la revolución estética italiana con la espléndida creación de Esteban
Jamete y la rejería de Hernando de Arenas. Junto con ellos, la pléyade de ricos
prebendados como: Martín Huélamo, Gómez Carrillo, Eustaquio Muñoz, Juan del
Pozo, el Arcediano Heredia, Castillo y García de Villareal, y muchos de ellos
antiguos colegiales de la Escuela de Bolonia, trajeron de primera mano, el arte
del Renacimiento italiano a nuestro Magno Templo. Todos se disputaron los
trabajos de los mencionados y de artistas famosos para erigir las capillas que
inmortalizarían su memoria. Algunos perdieron la opulenta posición que gozaban
pagando con largueza obras de arte para enriquecer más y más sus fundaciones y
santuarios; no faltaron los que fueron acosados por intrínsecos pleitos que aún
perdurarían largos años después de su muerte. Los mismos fieles, con sus
donaciones, se disputaron la gloria de hermosear y enriquecer la Catedral; monumentales
retablos, suntuosos enterramientos, magníficas rejas, su rica orfebrería y
notables tapices y bordados.
Una mención especial hago al más maravilloso
artista de este siglo XVI conquense y no es otro que Esteban Jamete, hombre
pequeño de cuerpo pero grande en inspiración y talento, porque gran parte de la
rica obra se le debe a él. Entre los muchos legajos que he manejado, aparece
unas veces: como dibujante, otras como arquitecto y muchas otras, como
entallador o imaginero. Son obras de sus manos el Pórtico de la Gloria que
actualmente da paso al claustro; conocido por el sobrenombre de “Arco de Jamete”
que fue descrito por D. Antonio Ponz en su libro “Viaje por España” definiendo
su contenido catequético como la “redención del mundo” y el Pórtico de la Muerte,
de la capilla de los Caballeros. Otra obra insigne es la bellísima portada de la
Sala Capitular, toda ella está cuajada de estatuas y relieves de exquisito
gusto, encuadrando las bellas puertas atribuidas a Berruguete. También
son de Jamete las capillas de Villareal, de Castillo, la Capilla Honda y la
sala Capitular, ya mencionada. Trabajando junto a los rejeros, Esteban Limosín
y Hernando de Arenas, cuyas trazas fueron diseñadas por él mismo. Cuentan que
la traza de la Capilla de la Asunción fue realizada por Jamete a mano sobre un
pergamino, creando un conjunto monumental donde se mezcla la leyenda dorada de
la dormición de María, los dolores que soportó la Virgen a la muerte de Jesús y
la gloriosa Asunción a los cielos, según
el libro del Apocalipsis.
Mi último trabajo, sobre la catequética
de la rejería del siglo XVI en la Catedral de Cuenca, que el día 30 de septiembre
cierra la exposición “El Hierro hecho Arte”, me ha hecho descubrir y meditar
largamente sobre el gran trabajo que desarrolló Estaban Jamete, sintiendo una
gran admiración y respeto hacia su persona y su gran y laborioso trabajo en
esta catedral.
Mi más sincero agradecimiento a
cuantos han hecho posible la presentación de este trabajo y a cuantos he
conocido en las visitas guiadas y me han hecho disfrutar con ellos del sentir
de un siglo, lejano a nuestra época pero no falto de enseñanza que sigue
vigente en el corazón y en la fe de todo cristiano. La meta es la salvación y encontrar
la senda certera es la pretensión de la catequética de las rejas, el llevarnos
al merecido Cielo prometido para los justos al término de la jornada terrenal.
Cuenca, 3o de septiembre de 2015
José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico