En la noche toda duerme, Cuenca reposa. Eres Luz y promesa.
Bajo el puente ha nacido una luz.
Luz que se viste de misterio en los albores de la noche de la Semana Grande de
Cuenca; noche de sombras y temores, de pasiones y flaquezas. Una luz
maravillosa que arde sobre el agua en su marcha incesante, vertiendo
resplandores en las aguas del río que la cuna y la lleva a lo largo de su
curso. Luz que se mira y se difunde con los juncos del río en el murmullo
incesante de su paso. Una Luz poderosa que mira desde el Cielo a los hijos de
Cuenca.
Aguas del Júcar, que abren su
verde espejo de esmeralda reflejando en ellas las promesas piadosas de sus
gentes que buscan la limpieza de espíritu y el bienestar para los suyos en tus
morenas mejillas que alegran la vida de tus devotos hijos.
Al caer la tarde tu luz se
manifiesta. En la noche toda duerme, Cuenca reposa. Eres Luz y promesa, velarás
por tus hijos a los pies de la Cruz, noche de cirio y Pasión Nazarena.
Virgen de la Luz sobre el río Júcar |
Sopla el viento, soplo divino que
despierta las almas pecadoras. Los cielos se nublan en la noche de las Noches.
Llueve en la ciudad, gotas saltarinas que fecundan los campos humanos
germinando los granos y fructificándolos. Luz de la Madre en las sombras, hecha
rayo de Sol, convierte la mies en ese Pan Bendito, manjar de Fe y de Vida. Será
el rayo de Luna que ilumina en la noche recortando las tinieblas del mal.
Estrella salvadora que nos marca el puerto milagroso.
Encendida visión del caminar de
la procesión de Jueves Santo que partiendo de su lado se encamina al Gólgota
conquense. Encendida visión que desde el Cielo nos guía cariñosamente por
senderos de amor en la corriente indecisa de la vida por caminos de luz en las
tinieblas de la incertidumbre.
Como testigos hemos seguido la
ruta, vacilante, sin perdernos en la noche. Tu claridad eterna se envolvía en
los instantes amargos de la vida. Madre de la Luz has teñido los cielos del
color de tu manto, de tu blancura infinita das la vida. El sol de nuestra
Cuenca quemó tu Faz Divina, Faz serrana y morena. Tu candil encendido bajó
desde la Sierra por las aguas del Júcar, meciéndose en la noche, noche de
Pasión Divina.
En la mañana tu Luz se confunde
con el Sol. Cuenca entera despierta, te aclama como Reina y quiere compartir tu
corona, corona de amor y dolor, gemas hechas de besos y lágrimas.
Las horas son testigo de la
Pasión, ya desciende de la Plaza, Calvario conquense que se desvanece cuando el
ruido de los banzos se aproximan a tu morada, vuelven tus hijos y tú de nuevo abres del Júcar su espejo de
ese verde esperanza que hace enmudecer la noche, noche de eterna plegaria.
Cuenca, 31 de marzo de 2021.
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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