Devoción a la Virgen de
los Dolores o Virgen de las Angustias.
Entre las naciones que se han
distinguido en el culto y devoción a la Virgen de los Dolores, destacan de
manera singular España e Italia. En el año 1373, el Rey de Portugal Fernando
con los principales caballeros de su corte y casi la totalidad del pueblo,
juntamente con los reyes Enrique de Castilla, Pedro IV de Aragón y Juan de
Navarra se inscribieron en la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores.
Después de la devoción al Santísimo
Sacramento, la que el beato Ángel de Acri predicaba, tenía por costumbre erigir
un Calvario a fin de recordar más vivamente al pueblo las verdades que acababa de
anunciarles. La devoción a la Virgen de los Dolores se propagó así por varias
comarcas de Italia, pero especialmente en Calabria donde aún, en nuestros
tiempos, son muchos las fieles que rezan diariamente en Oficio de los Dolores.
Estos ejemplos y otros muchos que
pueda citar prueban claramente que la devoción a la Virgen de los Dolores se ha
practicado en todo tiempo en la Iglesia escogiéndose el un día en el año para
consagrarlo de manera especial a honrar el misterio de los Dolores de María.
Esta fiesta fue instituida en el
año 1423 por el arzobispo de Colonia, oficialmente en su diócesis por un
decreto sinodal con el fin de reparar las ofensas que los husitas habían hecho
a la Madre de Dios en sus imágenes. El Papa Benedicto XIII por un breve que
data del 22 de agosto del año 1727, la inscribió solemnemente en el ciclo
litúrgico de la Iglesia con el nombre de Fiesta de los Siete Dolores de la
Bienaventurada Virgen María, señalando su oficio para el viernes que precede al
Domingo de Ramos.
En Cuenca lo llamamos Viernes de Dolores y muchísimos devotos
vamos a visitar a la Virgen en el Santuario de Las Angustias. Esta devoción nos
conduce al amor de Jesús crucificado haciéndonos respirar y vivir una atmósfera
de preparación a la Semana Santa, a sus desfiles y a la Cruz proyectada por sus
calles con el paso de las procesiones. Que la Pasión, vista a través de María,
nos haga olvidarnos de nosotros mismos y proyectemos nuestra caridad en la
bondad infinita de Nuestro Señor en estos días.
Publicado en Cuenca, 11 de abril de 2019 y vuelto a Publicar el 8 de abril de 2022
Por José María Rodríguez González. Profesor
e investigador histórico.
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