El nombre de Rosario
Día 7 de octubre
festividad de la Virgen del Rosario
En mis años de formación tuve la
suerte de tener como profesor un hermano Marista al que llamábamos el hermano
Rey, hombre cargado de años y de sabiduría que pasaba grandes temporadas en
Costa de Marfil donde la Congregación Marista tiene una casa de apostolado.
Él nos decía que se podía afirmar
con toda exactitud que España había enseñado a rezar a la Cristiandad. Fueron
los grandes personajes que inundan nuestra historia los que iniciaron los más
ricas oraciones. Comenzando por el Obispo de Granada, Monseñor Oseo, quien
redactó el Credo de Nicea. La oración de la Salve fue compuesta por un santo
gallego, San Pedro de Mezonzo. El Rosario fue formulado por un santo castellano
llamado Domingo de Guzmán. San Ignacio de Loyola fue el inspirador y creador de
los ejercicios espirituales y así podríamos seguir enumerando personajes
españoles que inspiraron oraciones comunes en nuestro devenir diario.
El Rosario es la oración de las
almas sencillas, es el himno enamorado, una canción de la primavera del alma
que el pueblo canta a la Virgen María. Con anterioridad al nombre actual se
llamo al Rosario “Salterio de María”, oración compuesta por ciento cincuenta
Avemarías.
Cruz de plata repujada. Regalo que mi hicieron mis abuelos cuando me fui a estudiar con los Maristas. |
La palabra Rosario, designa un
lugar plantado de rosas. Las alabanzas a la Madre de Dios quedó completada al
recurrir a la salutación del arcángel Gabriel a María: “Dios te salve María…”.
Cuenta la tradición y era
costumbre que llevaran las vírgenes el día de sus desposorios con Cristo, una
corona de rosas, pues la rosa que florece entre espinas, es el símbolo de la
virginidad, cuyo perfume guarda la mortificación. Es por ello que se vió
apropiado ofrecer rosas a la Reina de las Vírgenes, como es María. Las sagradas
Escrituras la comparan con los jardines de Jericó (Eccli. 24,18). A esa rosa de
Jericó que es toda gracia, toda esperanza de vida y de virtud, van dirigidas
las ciento cincuenta rosas místicas del santo Rosario que florecen como
azucenas, despiden fragancia y echan graciosas ramas.
La poesía cristiana ha sabido tomar magníficamente por tema esta
graciosa comparación, fue cantada por el sacerdote y poeta del siglo V, Celio
Sedulio:
Como entre espinas aguas brotó la rosa deliciosa, inofensiva,
eclipsando con su hermosura a la del arbusto que le da vida:
así del tallo de Eva ha brotado María,
y la Virgen de la nueva Alianza ha expiado la prevención de
la virgen de la antigua.
Como el espino produce rosas, así la Judea produjo a María”.
Cuenca, 7 de octubre de 2016
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
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