Los regalos se fueron institucionalizando y se convirtieron en gratificaciones salariales.
Hay costumbres que se van
perdiendo, en parte por comodidad y en parte porque ya no hay necesidad. En mis
años de niñez nos juntábamos los chicos del barrio y recorríamos el vecindario,
casa por casa, cantando villancicos con nuestras panderetas y zambombas y
botellas vacías de anís del mono, a esta costumbre siempre se le ha llamado “pedir
el aguinaldo”. Se obtenía de todo pero más que dinero conseguíamos mantecados,
caramelos y toda clase de dulces.
Si buceamos en sus orígenes tendremos
que irnos al Concilio de Tours en el año 567, los padres de la iglesia tomaron
la decisión de establecer una celebración paralela a las paganas para erradicarlas
o cristianizarlas. El día uno del año se felicitaban recíprocamente los
antiguos romanos, haciéndose mutuos regalos. Estas fiestas eran en honor al
dios Jano, divinidad de dos caras; una de las cuales miraba al pasado año y la
otra al futuro. Juntamente ofrecían liberaciones en honor a la diosa “Fuerza”, conocida por los nombre de Strenua, Strenia o Strenna, cuyo principal santuario se hallaba en
el islote del Tiber. Estos regalos eran denominados strenae en memoria de la citada diosa.
En la Edad Media, los reyes y la
clase acomodada siguieron celebrando la fiesta de la entrada del año, en
especial la Navidad y la Pascua que eran los días donde se intercalaban los
regalos, pero cuando realmente surgió con fuerza fue en el Renacimiento. En el
siglo XVI este tipo de regalos se llamaban étrenes
llegando a generalizarse en la época de Luis XIV, el monarca no contento con
ello, quiso abolirlo en el año 1793, bajo un edicto, pero la supresión no tuvo
efecto y la protesta fue general. Estos regalos o aguinaldos se los daban a los
mozos de cafés, peluqueros, cocheros, etc. Esta costumbre de regalo y propina
se ha conservado hasta nuestros días en Europa.
Los regalos se fueron
institucionalizando y se convirtieron en gratificaciones salariales. En España el
origen del aguinaldo como salario pagado en dinero se sitúa en los años de la
posguerra. En 1944 una orden gubernamental exigió que en el aguinaldo navideño
se pagase, como mínimo el sueldo de una semana en efectivo. En 1947 se instauró
la paga del 18 de julio por valor de una semana de salario. Con la llegada de
la democracia, en el Estatuto de los
Trabajadores de 1980 se estableció que el salario anual fuera dividido en
14 pagas mensuales, correspondiente a dos extraordinarias, la del verano y la
de Navidad. Para que la paga que se otorgaba en verano no fuera conmemorativa,
se trasladó oficialmente al 24 de junio, santo del Rey Juan Carlos I.
Y así ha sido como unos aguinaldos
de dulces y pasas se convirtió en unas pagas extras para los ciudadanos.
Cuenca, 26 de diciembre de 2016
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico
No hay comentarios:
Publicar un comentario