Desposorios de María y
José
Muchos son los retablos que hay
en la Catedral conquense donde se refleja la festividad de los desposorios de
Nuestra Señora. Festividad del año litúrgico que se celebra el 23 de enero.
De singular belleza son las siete
tablas del retablo plateresco de la capilla de San Roque o de los “Pozos”, con
escenas de la vida de la Virgen. La sexta tabla refleja los Desposorios de
María y José: Aparece en el centro el sacerdote, llevando a su derecha a la
Virgen, y a su izquierda a San José, con la vara florecida. Se completa la
escena con siete figuras más de personajes vestidos al estilo del siglo XV, y
como fondo, un dosel, en el centro, por encima del sacerdote. El retablo se le
atribuye a Gonzalo de Castro. Data de comienzos del siglo XVI, aproximadamente
del año 1511.
Desposorios de María y José Capilla de los Pozos Catedral de Cuenca Foto: José María Rodríguez González |
¿Cómo era el casamiento entre los
judíos? Los judíos celebraban las fiestas del casamiento después de los
esponsales, cuando la novia iba pomposamente a la casa del novio.
Ordinariamente sucedía esto por la noche. La comitiva se trasladaba desde la
morada del esposo a la de la esposa. Rompían la marcha los músicos, los
tocadores de flauta, cimbales y tambores; seguían los hombres que repartían a
la multitud y a la gente menuda aceite y nueces; tras ellos, los niños
portantes de coronas y finalmente el esposos con sus compañeros.
Una vez llegada la comitiva a
casa de la esposa, ésta, engalanada con sus mejores atavíos pero cubierta con
un velo, se juntaba a la comitiva con sus compañeros y todos con lámparas o
antorchas regresaban a la mansión del esposo. Aquí presentaban la esposa al
esposo; ambos iban adornados con guirnaldas: el contrato estaba arreglado,
intercambiaban los anillos y recibían la
bendición. Luego tenía lugar el festín de bodas. Con frecuencia seguían las
danzas y los juegos durante varios días seguidos. (Mat. 25, 1).
Museo Diocesano de Cuenca Desposorios de María |
El matrimonio de María y José fue
la última preparación externa para el advenimiento de Jesucristo. La tienda de
campaña de David se erguía nuevamente, pobre sin duda, pero santificada y
adornada con el esplendor de todas las virtudes. El apacible jardín de la
infancia y de la juventud de Jesús donde discurrieron las horas dulces y
hermosas de la vida mortal, el jardín de sus delicias en la tierra, estaba
dispuesto. El salvador era esperado con ansias indecibles. Gracias a este
enlace, Jesús podía a los ojos de todos, tomar auténticamente el nombre de “Hijo
de David”.
Cuenca a 23 de enero de 2017.
José María Rodríguez González.
Profesor e investigador histórico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario